Situaci¨®n y perspectivas de la balanza de pagos
Hace pocos d¨ªas, la Direcci¨®n General de Aduanas public¨® los datos del comercio exterior para septiembre. Seg¨²n dichos datos, el valor total de las exportaciones FOB medidas en d¨®lares ha crecido en los nueve primeros meses de 1980 en un 13,2% sobre el mismo per¨ªodo del a?o anterior, mientras que las importaciones CIF lo hicieron en un 41,9%. Medidas en pesetas dichas tasas de crecimiento, fueron el 17% para las exportaciones y el 47,1% para las importaciones. Dentro de las importaciones, las de productos energ¨¦ticos. crecieron al 98%, mientras que las de otros productos lo hicieron al 27%: por grupos, las importaciones de productos alimenticios crecieron al 20%; las de bienes de consumo, un 44%; las de productos intermedios, un 22%, y las de bienes de capital, un 32%.En efecto, los datos resumidos en el p¨¢rrafo anterior tienen un claro significado para las tendencias generales del comercio exterior y del conjunto de la balanza de pagos, por cuanto indican meridianamente que no se puede esperar tener este a?o un d¨¦ficit por cuenta corriente inferior a los 4.500 millones de d¨®lares.
En realidad, lo m¨¢s probable es que dicho d¨¦ficit se sit¨²e en, y hasta supere, los 5.200 millones de d¨®lares. Dado el comportamiento reciente y previsible a corto plazo de los flujos de capital y de los tipos de inter¨¦s en el exterior, las conclusiones anteriores significan que dif¨ªcilmente la p¨¦rdida de reservas internacionales podr¨¢ ser inferior a los mil millones de d¨®lares durante 1980. El factor principal que conduce a estas conclusiones es el reconocimiento de una fort¨ªsima desaceleraci¨®n de la tasa de crecimiento de las exportaciones y de la sostenida y aplastante expansi¨®n de las importaciones.
El que la tasa de crecimiento de las exportaciones para los primeros nueve meses del a?o no haya ca¨ªdo a menos del 13,2% refleja ya una recuperaci¨®n en septiembre que bien pudiera ser efecto de la distorsi¨®n referida anteriormente. Aun si se supone que contin¨²e una cierta recuperaci¨®n en la actividad exportadora durante el cuarto trimestre parece dif¨ªcil que el valor de las exportaciones FOB para todo el a?o 1980 logre exceder los 20.000 millones de d¨®lares. Este valor arrojar¨ªa una tasa de crecimiento de 9,0% para las exportaciones FOB de 1980 sobre 1979, lo cual significar¨ªa que por primera vez en muchos a?os las exportaciones espa?olas no crecer¨¢n en volumen, y que, como el volumen del comercio mundial crecer¨¢ al 3% este a?o, ello implicar¨ªa una p¨¦rdida en la participaci¨®n de las mercanc¨ªas exportadas por nuestro pa¨ªs en los mercados internacionales. El poder mantener dicha participaci¨®n requerir¨ªa que las exportaciones registraran una tasa de crecimiento al fin del a?o del orden del 14%, lo cual a su vez significar¨ªa que tendr¨ªa que exportarse m¨¢s de 6.300 millones de d¨®lares en el ¨²ltimo trimestre.
Por su parte, la reducci¨®n en la tasa de crecimiento de las importaciones en el tercer trimestre parecer¨ªa ser resultado de las distorsiones producidas por las huelgas m¨¢s que de un descenso en la presi¨®n de la demanda.
El resultado de estas observaciones es una cuenta comercial deficitaria en 14.360 millones de d¨®lares y una cuenta corriente desequilibrada en 5.260 millones de d¨®lares, con un d¨¦ficit en la balanza b¨¢sica, es decir, una vez deducida la entrada de capitales a largo plazo, del orden de 2.000 millones de d¨®lares.
Perspectivas para 1981
Extrapolando el comportamiento de los componentes de la cuenta comercial al a?o siguiente, parecer¨ªa dif¨ªcil poder alcanzar un crecimiento de las exportaciones de m¨¢s del 12,5%, lo cual significar¨ªa que, de no alterarse sustancialmente las tendencias prevalecientes hasta ahora, en 1981 se registrar¨ªa una nueva p¨¦rdida en la participaci¨®n de las exportaciones espa?olas en los mercados internacionales. Por el lado de las importaciones parecer¨ªa prudente pensar que el precio del petr¨®leo podr¨ªa ascender a unos cuarenta d¨®lares por barril, que es el rango inferior de las nuevas previsiones de precios que se vienen formulando en el exterior incorporando los efectos del conflicto ?rano-iraqu¨ª (v¨¦ase World F¨ªnancial Markets, Morgan Guarentee, octubre 1980). A este precio, el valor de las importaciones de petr¨®leo ascender¨ªa a 14.700 millones de d¨®lares, que se compara con unos 12.500 millones de d¨®lares estimados para 1980. Si el precio por barril se situara en 36 d¨®lares en promedio, que era una previsi¨®n razonable antes de que hubiera estallado el conflicto antes dicho, pero que ahora podr¨ªa considerarse demasiado optimista, el valor de las importaciones de petr¨®leo podr¨ªa reducirse unos 1.600 millones de d¨®lares. Si las otras importaciones crecen al ritmo de un 25%, el valor total de las importaciones CIF se situar¨ªa entre 40.400 y 42.000 millones de d¨®lares.
Comparados con los 22.500 millones de d¨®lares de exportaci¨®n, resulta un desequilibrio comercial de entre 17.900 y 19.500 millones de d¨®lares. Aun suponiendo una mejora en la evoluci¨®n de los servicios y transferencias y de las entradas de capital, las tendencias de la cuenta comercial descritas llevar¨ªan a un desequilibrio en cuenta corriente de entre 7.500 y 9.100 millones de d¨®lares y a un d¨¦ficit en la balanza b¨¢sica de entre 4.200 y 5.800 millones de d¨®lares.
Por tanto, si bien es posible que en 1980 la p¨¦rdida de reservas internacionales se pueda limitar a no mucho m¨¢s de mil millones de d¨®lares, en 1981 esta p¨¦rdida se podr¨ªa situar f¨¢cilmente entre los 3.000 y los 6.000 millones de d¨®lares.
?Por qu¨¦ crecen las importaciones?
A la vista de los resultados del ejercicio ilustrativo de prospectiva realizado en los p¨¢rrafos anteriores surge una pregunta muy clara: en las condiciones de aton¨ªa econ¨®mica actuales (seg¨²n los ¨²ltimos indicadores disponibles, el crecimiento real del PIB dif¨ªcilmente alcanzar¨¢ el 1% en 1980), ?por qu¨¦ crecen tan brutalmente las importaciones? La explicaci¨®n de este fen¨®meno hay que encontrarla en el efecto combinado de varios factores. En primer lugar est¨¢ el fuerte crecimiento de los salarios reales, que contin¨²an avanzando a pesar de la grave disminuci¨®n de empleo y que, junto con la actuaci¨®n fuertemente expansiva del sector p¨²blico, cuyo d¨¦ficit global, incluyendo administraciones p¨²blicas y empresas, puede exceder el 4,5% del PIB en 1980, est¨¢n manteniendo una robusta demanda interior. En segundo t¨¦rmino se encuentra el diferencial entre el ritmo de aumento de los precios internos y el exterior que, aunque reducido significativamente en los ¨²ltimos meses, todav¨ªa subsiste e implica que, a un tipo de cambio constante, los productos de origen interno se han encarecido con respecto a las importaciones. Por ¨²ltimo, tampoco cabe olvidar el hecho de que el tipo de cambio no s¨®lo no ha sido constante, sino que hasta abril de 1980 se mov¨ªa en direcci¨®n opuesta, es decir, abaratar las importaciones y encarecer la producci¨®n nacional. Los datos de comercio descritos al principio sugieren que la correcci¨®n realizada desde abril hasta la fecha, si bien nada despreciable, no parece suficiente todav¨ªa para alterar significativamente las tendencias descritas anteriormente. En estas condiciones es claro que cualquier aumento en la demanda interior tender¨¢ a filtrarse al sector externo v¨ªa importaciones de bienes y servicios, y as¨ª es como el sector exterior ha pasado de hacer una aportaci¨®n positiva al crecimiento del producto interior bruto del 2,4% en 1978, a tener un efecto negativo sobre la actividad econ¨®mica de cerca del 1% en 1979, y otro similar estimado para 1980.
Ante datos y proyecciones como las anteriores surge la fuerte tentaci¨®n de descalificar el ejercicio de prospectiva por alarmista y esperar a ver qu¨¦ pasa en vez de tomar medidas en el asunto. Sin embargo, la gravedad del problema, m¨¢s que la pretensi¨®n de poseer la ¨²nica bola de cristal que dice la verdad, aunque en otras proyecciones no nos haya ido tan mal, aconsejar¨ªa un curso activista. Esto es as¨ª porque, en t¨¦rminos llanos, y haciendo una gran simplificaci¨®n del problema, el significado de la evoluci¨®n reciente y proyecciones presentadas anteriormente es que, al tipo de cambio prevaleciente, Espa?a est¨¢ importando mano de obra al tiempo que permite un aumento cada vez mayor del desempleo interno. Parecer¨ªa, por tanto, que se est¨¢ viendo progresivamente m¨¢s clara la necesidad de una modificaci¨®n en el tipo de cambio. En las condiciones actuales, sin embargo, un ajuste de un solo golpe, si bien ser¨ªa altamente beneficioso al interrumpir bruscamente las tendencias descritas, correr¨ªa el peligro de desperdiciarse en buena parte por cuanto el programa econ¨®mico del Gobierno todav¨ªa dista bastante de alcanzar el grado de desarrollo necesario para poder apoyar una medida de este tipo. La opci¨®n alternativa, aunque m¨¢s lenta en producir sus efectos beneficiosos, podr¨ªa ser una aceleraci¨®n del. ritmo de ajuste de los ¨²ltimos meses. En la medida en que la pol¨ªtica de rentas no sea capaz de reducir el crecimiento real del coste de la mano de obra, y aun de producir una disminuci¨®n en el salario real, el ajuste del tipo de cambio tendr¨ªa que ser tanto m¨¢s r¨¢pido y producir dicha disminuci¨®n por esta v¨ªa. La ¨²nica alternativa a estas opciones es tratar de cerrar el d¨¦ficit exterior v¨ªa control de las importaciones, pero esto resulta inmediatamente en una elevaci¨®n de la inflaci¨®n que produce el mismo resultado: un descenso del ingreso real. Las opciones son claras. En parte el Gobierno y en parte las centrales obreras, tienen la palabra.
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