El circo de las guitarras, en la primera jornada del festival de "jazz" de Madrid
El Festival Internacional de Jazz de Madrid comenz¨® ayer con la actuaci¨®n en sesiones de tarde y noche de los guitarristas John McLaughlin, ingl¨¦s; el espa?ol Paco de Luc¨ªa y el norteamericano, Al Di Meola.Como ya se supon¨ªa, trat¨¢ndose de una presentaci¨®n casi calcada la que vimos hace m¨¢s de un a?o, en el Pabell¨®n del Real Madrid (con Larry Coriel por Al Di Meola), la gente esperaba virtuosismo. Y ciertamente, virtuosismo lo hubo. Incluso m¨²sica, aunque ¨¦sta desapareciera con demasiada frecuencia sumida entre tanta t¨¦cnica y tanto sobresalto. S¨ª, porque hab¨ªa un chico de la parte t¨¦cnica que sal¨ªa al escenario con rara frecuencia y una linterna, que hac¨ªa se?ales a no se sabe qui¨¦n.
Tanto John McLaughlin como Al Di Meola interrumpieron alg¨²n tema, porque no se escuchaban. Tambi¨¦n hubo su pizca de cachondeo, cuando los arriba mentados se pusieron a tocar cosas como La pantera rosa, El violinista en el tejado y El yanqui doodle. En esta secci¨®n divertida se demostr¨® por otra parte que a la gente le va la marcha. Apuntaron unos acordes rockeros y aquello se ven¨ªa abajo de palmas y acompa?amiento.
No recuerdo muchos conciertos con m¨²sicos menos concentrados y ausentes de compenetraci¨®n musical. Pero en realidad da lo mismo, porque los tres poseen tantos recursos que son capaces de apabullar al m¨¢s pintado. Y como eso es lo que en realidad ven¨ªa a ver la gente que llen¨® las dos sesiones, ellos, en plan quevediano, nos ofrecieron un espect¨¢culo casi circense.
Al grito del m¨¢s dif¨ªcil todav¨ªa los guitarristas iban practicando saltos mortales para ir a caer con demasiada frecuencia y fortuna en la red de su indiscutible sapiencia. Un modo de autocomplacerse, que fue premiado muy calurosamente por un p¨²blico al que no se le ofrecen demasiadas ocasiones de escuchar jazz. De modo que lo de ayer fue como ver a Jumbo griposo, que no puede volar, pero que sigue feniendo tinas enormes orejas. Suficiente a pesar de todo. Adem¨¢s, el pueblo se divirti¨® y ese es algo bueno cuando pasan tantas cosas malas.
La guitarra de jazz no parece que vaya en la actualidad por los caminos que escuchamos ayer. Parece m¨¢s bien que sea lo que hace gente como Aberarombie, Towner o el mismo McLaughlin cuando se pone a ello. Es una cuesti¨®n de sensibilidad y de valorar m¨¢s el contenido que el continente. Paco, elemento de especial atenci¨®n por parte de sus conciudadanos, parec¨ªa tambi¨¦n especialmente cohibido de tocar en Madrid y en compa?¨ªa de esta gente. Se corta, e incluso es el ¨²nico que no le dirige la palabra al p¨²blico.
En general, me parece que el concierto de las tres guitarras ofreci¨® mucho de lo que se supon¨ªa (espect¨¢culo) y merios de lo que pod¨ªa (m¨²sica). No se les puede pedir a los m¨²sicos que tengan siempre un d¨ªa bueno. La ¨²nica l¨¢stima es que a los oyentes no se les ofrezca la oportunidad de disponer de elementos de juicio (suficientes actuaciones) como para poder decidir este hecho sin dejarse alucinar por una m¨²sica en todo caso perfecta.
El festival de jazz de Madrid contin¨²a hoy con la actuaci¨®n del tr¨ªo formado por Hank Jones, Ray Brown y Roy Hines. El pr¨®ximo viernes ocupar¨¢ el escenario del cine Salamanca el saxo Johnny Griffin, y el s¨¢bado se cierra con la actuaci¨®n de la banda de Dannie Richmond.
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