Protagonistas
Nada m¨¢s conseguir lo que significaba un inestable empate, el jugador Juanito corri¨® hacia la banda en busca de la trinchera, desde donde contemplaba el partido el entrenador barcelonista Helenio Herrera. Los que conocen las irascibles reacciones del jugador malague?o tem¨ªan lo peor. ?Le har¨¢ un corte de mangas? ?Le pegar¨¢ un cabezazo? ?Se limitar¨¢ a utilizar el rico vocabulario filiobraguetario que la cultura espa?ola ha acumulado a lo largo de los siglos? Incluso los que sab¨ªamos que Helenio Herrera est¨¢ leyendo ¨²ltimamente a Erie Fromm rechaz¨¢bamos de plano la posibilidad de que Juanito corriera tanto sin otra intenci¨®n que intercambiar sensaciones de lector. No s¨¦ si me explico. Trato de decir que Juanito y Helenio Herrera no tienen pr¨¢cticamente nada que decirse. El uno es un futbolista dibujado para la tercera parte de La guerra de las galaxias, y Helenio Herrera es el personaje que falta en El lazarillo o en El busc¨®n don Pablos.El encuentro entre el jugador de averiada cibern¨¦tica y el mago de la corte de los milagros futbol¨ªsticos concentr¨® la atenci¨®n de todos los espectadores. Los dos egos m¨¢s potentes del estadio se miraban de hito en hito y se reconoc¨ªan mutuamente como miembros de la misma casta de protagonistas, cueste lo que cueste. Juanito ha convertido su egocentr¨ªa en una enfermedad impulsiva, y Helenio la ha culturalizado a un nivel superior y emplea la cabeza no para pegar cabezazos, sino para movilizar la musculatura del lenguaje y hablar, hablar, hablar con la subsoltura y la malicia de un vendedor de Rolls Royce fabricados por FASA Renault. Pero esta vez, en el momento de producirse el encuentro bajo la lluvia agridulce de todas las miradas, el que desenfund¨® el lenguaje fue Juanito, tal vez porque por la posici¨®n te¨®rica y pr¨¢ctica del mago era imposible pegarle un cabezazo, a no ser que el extremo blanco se lanzara kamikazemente en plancha con la cabeza por delante y fuera lo que Dios quiera.Y Juanito dijo: ??Por qu¨¦ no te vas a un asilo, que es tu sitio??. Lo dijo o intent¨® decirlo, sin excesiva ayuda de la respiraci¨®n entrecortada y de una fon¨¦tica educadamente gutural. Don Helenio no entendi¨® el mensaje, pero comprendi¨® que ante ¨¦l estaba un rival, el ¨²nico rival aut¨¦ntico a su af¨¢n de protagonismo, y pens¨® para s¨ª: ? ?Qu¨¦ joven tan desagradable y entrometido! ?, aunque horas despu¨¦s, cuando alguien le tradujo al hispano-italiano el mensaje gutural de Juanito, Helenio Herrera se pusiera en l¨ªnea joven, anticipara la primavera en el Corte Ingl¨¦s, y contestar¨¢: ?Si quiere que me vaya al asilo, que me lo pague ?. Helenio, pico de oro, obten¨ªa as¨ª una f¨¢cil victoria contra la cabeza m¨¢s amenazante de Europa, una cabeza en la que nunca entrar¨¢ Eric Fromm, ni siquiera cuando tenga los a?os de don Helenio y deba vivir de la lengua y no de las piernas.
Ser¨ªa excesiva cualquier reflexi¨®n sentimental sobre el lugar que ocupan los ancianos, y los asilos en la cabeza de Juanito. Yo no sufr¨ªa por los ancianos de los asilos, ni por Helenio, ni por Juanito. En realidad sufr¨ªa por N¨²?ez, intrigado el presidente por lo que se estaban diciendo Helenio y Juanito, molesto porque en el contrato con Herrera no figura ninguna cl¨¢usula seg¨²n la cual los litigios entre el Barcelona y el Madrid sean competencia del entrenador. ? ?Qu¨¦ joven tan desagradable y entremetido! ?, pensaba N¨²?ez: ??Por qu¨¦ no me ha venido a insultar a m¨ª??.
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