De la tortura, la seguridad y el Estado
?Saben ustedes lo que es ?la moto?? Es una tortura que consiste en sentar a la v¨ªctima en una silla con las manos esposadas atr¨¢s; las piernas, situadas a los lados con las rodillas firmemente dobladas, son levantadas y colocadas en sillas dispuestas a derecha e izquierda hasta que el dolor de las articulaciones se hace intolerable. ?Saben en qu¨¦ consiste ?la barra?? En suspender a la v¨ªctima por los brazos y las rodillas de una barra situada entre dos sillas, con la cabeza hacia abajo, mientras se le aplican golpes y choques el¨¦ctricos en el cuerpo. ?El casco? es atar al torturado de pies y manos a un sill¨®n y ponerle un casco militar en la cabeza, para luego golpearle con una barra de hierro hasta que le retumben los sesos y se le astillen los dientes. En cuanto a ?la ba?era?, funciona as¨ª: se obliga a la v¨ªctima a introducir la cabeza en una ba?era llena de agua sucia, v¨®mitos, excrementos y desperdicios de comida, manteni¨¦ndosela dentro hasta el l¨ªmite de la asfixia (comp¨¢rese con la tortura period¨ªstica de id¨¦ntico nombre y similar funcionamiento). Estas son algunas de las torturas que se han practicado y, cabe suponer, que siguen practic¨¢ndose contra ciudadanos espa?oles en nuestra incipiente democracia, seg¨²n el documentado, minucioso y riguroso informe de Amnist¨ªa Internacional, sobre la situaci¨®n de los detenidos en nuestro pa¨ªs. Tambi¨¦n se habla, en dicho documento, de ejecuciones fingidas, privaci¨®n coactiva de sue?o de varios d¨ªas de duraci¨®n, golpes en la planta de los pies y en los test¨ªculos, amenazas contra familiares pr¨®ximos de los presos, etc¨¦tera..., y todo ello con nombres propios, fechas, informes m¨¦dicos y cuanto pueda desear el escr¨²pulo bienintencionado en tales circunstancias. Adem¨¢s de esta parte descriptiva, Amnist¨ªa Internacional expresa su preocupaci¨®n por varios de los supuestos de la ley de Seguridad Ciudadana, en particular por el m¨¢ximo de diez d¨ªas (en lugar del de 72 horas prescrito constitucionalmente o de las veinticuatro horas estipuladas en la ley de Enjuiciamiento Criminal) que puede permanecer detenida una persona antes de ser puesta en libertad o de pasar a disposici¨®n judicial y por la privaci¨®n de asistencia de abogado durante ese per¨ªodo clave a los incursos en las disposiciones especiales antiterroristas, as¨ª como se?ala la falta de supervisi¨®n judicial efectiva del trato que se da a los detenidos. Amnist¨ªa asegura, con el peso de lo demostrado por su larga experiencia internacional, que esos prolongados per¨ªodos sin asistencia jur¨ªdica, contactos familiares o control p¨²blico de ninguna clase facilitan y hasta provocan el maltrato de los detenidos: el m¨¢s elemental sentido com¨²n tiene que darle la raz¨®n. El informe concluye con una serie de recomendaciones encaminadas a impedir que casos como los documentados sigan produci¨¦ndose.No estamos ante una denuncia an¨®nima ni ante las lucubraciones de un grupo de exaltados, sino ante las ponderadas reflexiones de un grupo de m¨¦dicos y juristas de varios pa¨ªses, encuadrados en una organizaci¨®n prestigiosa cuya labor c¨ªvica y humanitaria ha merecido el Premio Nobel de la Paz. Rechazar de plano el contenido del informe como un montaje de nuestros seculares enemigos for¨¢neos parece una irresponsabilidad conservadora, que pudiera tildarse, pura y simplemente, de complicidad con lo denunciado. La flamante ley de Seguridad Ciudadana persigue no s¨®lo a los terroristas de hecho, sino tambi¨¦n a quienes los justifican y protegen; pero no conozco ninguna disposici¨®n que persiga a quienes justifican y protegen los cr¨ªmenes de violencia ?oficial?, tales como los descritos por Amnist¨ªa Internacional. Esas justificaciones impunes suelen ser de dos tipos: a) en todas partes cuecen habas, b) el Estado necesita defenderse. Creo que no ser¨¢ in¨²til tratar m¨¢s pormenorizadamente estas dos racionalizaciones de la inevitabilidad (cuando no de la conveniencia, aunque estas cosas nunca se proclaman expl¨ªcitamente, pues para eso se paga a los verdugos) de la tortura.
En todas partes cuecen habas. Los ingleses no pueden precisamente enorgullecerse del trato que dan a los presos del IRA, los terroristas alemanes encarcelados suelen suicidarse m¨¢s de lo conveniente, y para qu¨¦ hablar del gulag, de Uruguay o de Videla. Este alivio por la extensi¨®n del mal ya fue motejado, y con raz¨®n, de cura para tontos por nuestro refranero. Para tontos y para hip¨®critas. En efecto, la mayor¨ªa de los que est¨¢n dispuestos a excusar la. tortura o los malos tratos en las c¨¢rceles en vista de que la patente no es espa?ola no suelen acogerse a razonamientos frecuentativos similares cuando son v¨ªctimas de un atraco o de un intento de violaci¨®n, ni tampoco se refugian en la estad¨ªstica cuando se les diagnostica c¨¢ncer. La degradaci¨®n de la conciencia ciudadana ante la brutalidad coactiva y el embotamiento consecuente frente a ciertos procederes policiales no es, por cier-
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to, una exclusiva de ning¨²n pa¨ªs, sino que, evidentemente, se apoya en la an¨¢loga culpabilidad de todos: las lacras que quieren disculparse se universalizan, mientras las que quieren utilizarse como instrumentos pol¨ªticos se particularizan al m¨¢ximo. Que un mal est¨¦ extendido no quiere decir que sea inevitable, ni mucho menos que no sea un mal: no hay por qu¨¦ esperar a que todos los dem¨¢s barran su casa para airear como es debido la nuestra.
El Estado necesita defenderse. Y, por tanto, y en ¨²ltimo t¨¦rmino, todo vale: Herrera de la Mancha y los parapsicol¨®gicos montajes del ?caso Scala?, las aventuras de los tres mosqueteros policiales en la frontera de Ir¨²n/Hendaya y la tortura en comisar¨ªa (o el affaire Poniatowski en Francia, la ejecuci¨®n seudosuicida de la banda Baader en Alemania, el asunto de la plaza Fontana o la detenci¨®n ?a la chilena? de Toni Negri en Italia). Se promulga una ley de Seguridad Ciudadana, pero es m¨¢s bien la seguridad del Estado lo que con ella se persigue. ?Habr¨¢ alguien que a estas alturas, y con perfecta buena conciencia, identifique sin vacilar seguridad del ciudadano y seguridad del Estado? Pero, sobre todo: ?de qu¨¦ quiere estar seguro el Estado? ?De que no va a disiparse como una burbuja en el aire, dando paso a la fratricida guerra hobbesiana? ?De que no va a caer bajo la f¨¦rula desp¨®tica? Mal parece emplear peque?as dosis de totalitarismo con la esperanza de vacunarse contra la amenaza totalitaria, pues quiz¨¢ aumente la propensi¨®n al remedio en lugar de lograrse la inmunidad contra el mal; en cuanto a la guerra de todos contra todos, mejor se vislumbra su imagen en los despiadados manejos de las canciller¨ªas o en la turbia influencia explotadora de las multinacionales que en la reyerta a cuchillo en el callej¨®n, que sirve de coartada metaf¨®rica a tantas medidas represivas. ?O quiz¨¢ lo que el Estado teme -es decir, lo que temen quienes hablan en nombre de su seguridad- es el aumento de transparencia en la estructura social, el rechazo por grupos cada vez m¨¢s amplios del mito de unos ?intereses s¨²periores?, que siempre han resultado ser ?intereses de los superiores?, la patente ex?gencia popular -a largo plazo, no se asusten ustedes de revocar un orden pol¨ªtico/econ¨®mico podrido, que zigzaguea entre la brutalidad y la ineficacia, cada vez m¨¢s disociado de las realidades cotidianas que su prepotencia asfixia? Si tal es el caso, ojal¨¢ sus temores se vean hist¨®ricamente justificados.
Una ¨²ltima palabra sobre la oportunidad de la aparici¨®n p¨²blica hoy del varias veces aplazado informe de Amnist¨ªa Internacional. Se dir¨¢ que no es momento oportuno. Ciertamente: nunca puede ser buen momento para afirmar o defender lo que estructuralmente no quiere ser escuchado. Quienes conf¨ªan en el cuchicheo de pasillo o la concesi¨®n vergonzante como medios de consolidaci¨®n de la democracia amenazada por golpe y par¨¢lisis (cuando no anhelan esa ?mano dura? que les har¨¢ respetables ante los ?otros?), deplorar¨¢n la aparici¨®n de este informe; quienes seguimos apostando por la creaci¨®n de una conciencia, a la vez solidaria y cr¨ªtica como arma contra el autoritarismo burocr¨¢tico, la saludamos con el respeto debido a su coraje y rigor.
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