Triunfo en el Real del director ruso Kondrashin

No hab¨ªa novedad alguna en el programa de la Sinf¨®nica de RTVE; s¨ª la hubo, y grande, en relaci¨®n con las versiones gracias a la labor de uno de los primeros directores sovi¨¦ticos, hoy residente en Holanda, Kiril Kondrashin.Desde que, en 1936, Kondrashin, reci¨¦n terminada la carrera, pas¨® a dirigir la Opera de Leningrado, hasta hoy, su nombre se ha consolidado como el de un maestro de asombrosa autoridad, larga experiencia y excelente criterio. Lo primero que advertimos, despu¨¦s de unos compases de la Octava sinfon¨ªa, fue la capacidad de ordenaci¨®n del maestro de Mosc¨²: planos, articulaciones, fraseo, acentos, ligaz¨®n entre unos instrumentos y otros. Kondrashin habla un noble lenguaje musical: pronuncia exactamente, descubre el significado de las palabras y las frases por la cl aridad de su articulaci¨®n y la identificaci¨®n con su significado. Y posee un natural y asombroso control. Su visi¨®n de la Sinfon¨ªa en fa mayor (esa enga?osa creaci¨®n beetheveniana que parece retorno y no lo es) fue viva y de acerado nervio.

Sovi¨¦tica tambi¨¦n, la violinista Rosa Fain, premio Wienawsky y, constante colaboradora de Oistrach, supone la respuesta al gran maestro desaparecido. La t¨¦cnica es perfecta en su mecanismo, pero el sonido, la ideolog¨ªa, la expresividad, discurren por cauces de m¨¢xima contenci¨®n y elegancia. Profundamente ?femenino?, el arte de Rosa Fain cuaj¨® en una versi¨®n del concierto de Mendelssohn perfecta, sin m¨¢s adjetivos.

Incre¨ªblemente clara, analizada, po¨¦tica y colorista La valse raveliana de Kondrashin. En todo niomento mantuvo la tensi¨®n del auditorio, que se ve¨ªa ante un fabuloso cuadro sinf¨®nico y, a la vez, ante una ideaci¨®n danzable. Triunfo de apoteosis el de Kondrashin y la RTVE, cuyos profesores fueron primeros en el aplauso.