Espagueti sideral
Del mismo modo que el cine italiano a?adi¨® a las historias del Oeste buenas raciones de sadismo y violencia, creando el espagueti-western, Dino de Laurentis, radicado en Estados Unidos, parece dispuesto a corromper a su vez las sagas siderales.Flash Gordon apareci¨® en Espa?a en los a?os anteriores a nuestra guerra civil. Entonces los comics se llamaban simplemente tebeos, y fue su aceptaci¨®n un¨¢nime, sobre todo por la novedad, que hablaba de universos distintos de los nuestros.
Las aventuras de Flash Gordon, tantas veces imitadas luego con su fiel compa?era y su doctor atrabiliario copiado tambi¨¦n en el cine de Hollywood para cargar a sus espaldas los peligros del estudio y de la ciencia, supon¨ªan la aventura por la aventura, la fantas¨ªa por la imaginaci¨®n, un intento de apuntar m¨¢s all¨¢ de un mundo solitario y sombr¨ªo a las puertas de una segunda contienda universal.
Flash Gordon
Gui¨®n: Lorenzo Semple. Director: Michael Hodges. Fotograf¨ªa: Gilbert Taylor. Efectos espedales: Frank van der Veer. M¨²sica: Quenn. Int¨¦rpretes: Sam J. Jones, Malody Anderson, Ornella Muti, Max von Sydow, Topol, Timothy Dalton, Mariangela Melato. Aventura. EE UU, 1980.Locales de estreno: Palacio de la M¨²sica Novedades, Cartago.
Hoy, que el miedo cabalga de nuevo a la sombra de tantos megatones, cuando ya se habla de refugios para desastres que dejar¨¢n en nada experiencias anteriores, ha vuelto, con las haza?as siderales, un g¨¦nero que desde el tiempo de Melies parec¨ªa olvidado en puros juegos de trucaje.
Hay mucho de Melies en los forillos pintados de este Flash Gordon, un af¨¢n por no eludir el mundo abigarrado de los comics, pero hay tambi¨¦n un humor de chascarrillo, cierto sadismo, sexo, elixires de amor y besos lamerones.
Habida cuenta que la edad de su p¨²blico oscila entre los cinco y nueve a?os, no se entiende muy bien qu¨¦ conclusiones sacar¨¢ de este filme: si las ni?as acabar¨¢n metiendo mano a sus amigos, como la princesa a Flash en la carlinga del cohete, que les lleva de gira por el cielo, o si los ni?os acabar¨¢n en s¨¢dicos precoces viendo azotar a Ornella Muti, contemplando su espalda ensangrentada, o llenar¨¢n sus sue?os con los desnudos integrales de la corte de Ming, antes de verle traspasado lenta, y cumplidamente por el agudo espol¨®n de una astronave.
Tampoco se entienden bien los criterios de la junta de clasificaci¨®n, capaz de hilar tan fino en ocasiones. Es verdad que no se consuma ninguna violaci¨®n; tan s¨®lo se ofrece la preparaci¨®n nupcial de la protagonista para llegar a convertirse en ?esposa temporal? y los esfuerzos del emperador por conseguirlo sobre su lecho de lujoso pl¨¢stico.
As¨ª, entre hombres halcones que parecen malditos de una ¨®pera de Wagner, cielos crispados y dem¨¢s chatarra sideral, los mayores dormitan cuando no r¨ªen los chistes de esta mezcla de falla valenciana y juego de moros y cristianos, con la satisfacci¨®n de quien no olvida su deber familiar en el temido mes de vacaciones.
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