Tantos a?os despu¨¦s

Siete tiros en el vest¨ªbulo de una casa de Nueva York o de donde sea, siete veces pum y muerto John Lennon o muerto quien sea, son algo siempre perfecta y abracadabradamente serio. Pero, ahora, ya que fue John Lennon, y ahora ya que todo est¨¢ irreversiblemente hecho, es momento de tomarse uno muy mucho en serio la estampa del beatle, primum, inter pares, como por de cuajo, anoche, desaparecido. S¨ª, cierto: las canciones A day in the life, o Imagine, o Give peace a chance, o tantas otras, cuantas John Lennon, con o sin Paul McCartney, escribi¨® -dar¨¢n mucho juego para el recuerdo y el requiescat in pace durante estos d¨ªas y est¨¢, estar¨¢, bien que ello as¨ª sea. Sin embargo, algunos tendr¨¢n, tendr¨ªamos, que estudiar a fondo la figura de Lennon como hacedor de numerosas gentes que ahora. nos andamos por los cuarenta a?os, canas m¨¢s o menos y de nuestra forma de ser y de cambiar. Y no digo en el mundo, que s¨ª; digo ya de forma m¨¢s concreta y cercana, de unos espa?oles que all¨¢ por los tiempos sesenta nos formamos -o quiz¨¢ reformamos- con una beatleman¨ªa que, si no entendimos entonces del todo, s¨ª intuimos lo suficiente como para decir hoy que lo que somos hubiera sido, sin Lennon y C¨ªa, de una otra manera. De ah¨ª que los siete tiros y muerto John Lennon, pum, sean algo visceral y m¨¢s que serio para toda una nuestra, generaci¨®n.