Los ciegos tambi¨¦n piden leyes

Tengo en mi poder un documento titulado ?Proyecto de decreto de la estructura y fines de la Organizaci¨®n Nacional de Ciegos Espa?oles?. Es, pues, un borrador de la normativa que sobre los ciegos prometi¨® no hace mucho el ministro de Sanidad y Seguridad Social ante los parlamentarios. Se pretende corregir ?la obsolescencia de la normativa b¨¢sica..." y ?el car¨¢cter inadecuado ...? de aquel decreto famoso, firmado aun tras las trincheras. Y qu¨¦ duda cabe que se necesita una regulaci¨®n coherente, democr¨¢tica, justa y actual para que los ciegos espa?oles nos incorporemos de hecho y de derecho al paso del pa¨ªs. Los ciegos pedimos elegir a nuestros dirigentes, influir en la educaci¨®n que se imparte en nuestros colegios, trabajar como espa?oles de primera divisi¨®n en aquellos puestos para los que la visi¨®n no sea imprescindible. Pero el proyecto que aliara nos ofrecen no va a permitirnos el que veamos cumplidos ninguno de esos deseos. Tan malo es que mi siquiera est¨¢ bien redactado.Consejo de Protectorado

Hay un asunto en este decreto que habr¨¢ que borrar antes de que llegue a la imprenta del BOE, pero antes de tratarlo tengo que referirme brevemente a otros temas graves y urgentes.

Describe el proyecto el Consejo General, el ¨®rgano legislativo m¨¢ximo de la Organizaci¨®n. Est¨¢ formado por quince miembros, todos elegidos por los afiliados. Sus funciones son: redactar los estatutos de la Organizaci¨®n, definir y aprobar los planes de actuaci¨®n, aprobar los presupuestos, proponer el nombramiento y cese del delegado general de la Organizaci¨®n... Pero para moderar semejante alarde de libertades se crea el Consejo de Protectorado: as¨ª se llama en el proyecto, por m¨¢s que nos suene a viejos colonialismos

Lo forman las autoridades del Ministerio de Sanidad y Seguridad Social con el ministro en la presidencia y como vocales figuran el presidente y dos vicepresidentes del Consejo General. Tiene como misiones, entre otras: ?a) Aprobar los estatutos de la, Organizaci¨®n y, en general, informar con car¨¢cter preceptivo y vinculante los proyectos normativos por los que se debe regir la ONCE. b) Informar con car¨¢cter preceptivo y vinculante los proyectos de presupuestos ordinarios y extraordinarios y la cuenta general de liquidaci¨®n del ejercicio. e) Acordar el nombramiento y cese del delegado general a propuesta del Consejo General. Es decir, que el Consejo de Protectorado dir¨¢ siempre la ¨²ltima palabra en la ONCE con car¨¢cter preceptivo y vinculante. ?Y era esta la democracia que nos ten¨ªa preparada la UCD? Pero hay m¨¢s.

Para estar a tono con los nuevos tiempos, desaparece la figura del ?jefe nacional?, de viejos y peculiares recuerdos: lo de ?lo ha dicho el jefe? y expresiones por el estilo pasan a mejor vida. Nace el ?delegado general?. Seg¨²n el proyecto. que estoy manoseando, el delegado general ser¨¢ nombrado por el ministro de Sanidad y Seguridad Social, a propuesta del Consejo General, entre los afiliados que ostenten la condici¨®n de ?empleado de la organizaci¨®n?, con titulaci¨®n superior y m¨¢s de tres a?os de ?servicios en puestos relevantes de la misma". Vamos, que cualquier ciego enteradillo del curr¨ªculo de los que hoy gozan de un ?puesto relevante? desde hace tres a?os como m¨ªnimo podr¨ªa apostar sobre qui¨¦n ser¨¢ nuestro flamante delegado general. Y uno, que esperaba que esta vez UCD s¨ª propiciar¨ªa la ?ruptura?... A los ciegos, la ?reforma? nos dejar¨¢ igual que ahora: sometidos con car¨¢cter preceptivo y vinculante.

Esp¨ªritu de castas

En algo vamos a estar a¨²n peor, sin embargo. Leo en el art¨ªculo 4, p¨¢rrafo 2: ?Sin perjuicio de todos los derechos y deberes comunes a todos los afiliados, aquellos que presten servicios permanentes y retribuidos en las dependencias administrativas y centros de la organizaci¨®n tendr¨¢n la consideraci¨®n de personal laboral?. Y el p¨¢rrafo siguiente del mismo art¨ªculo completa la ideaza: ?El resto de los afiliados podr¨¢n participar con car¨¢cter fijo o espor¨¢dico en la actividad de la organizaci¨®n con las compensaciones econ¨®micas o de cualquier otro tipo que estatutariamente se establezcan, y sin que ello suponga relaci¨®n jur¨ªdica alguna distinta de la de afiliado?.

Que no se enfaden mis amigos ciegos que tienen el car¨¢cter de ?personal laboral?, pero ese articulo viene a institucionalizar el viejo esp¨ªritu de castas que ha creado la ONCE con el reparto arbitrario de becas universitarias y la necesidad de ?colocar? a muchos m¨¢s ciegos con titulaci¨®n superior de los que en realidad se necesitar¨ªan para regir los distintos departamentos. Que no se me enfaden mis amigos de casta superior porque yo, que tambi¨¦n tengo mi titulito universitario como muchos de ellos, no presto ?servicios permanentes y retribuidos? y no tengo ?la consideraci¨®n de personal laboral?. Pero s¨ª que deber¨ªan tenerla los vendedores del cup¨®n, y es ir¨®nico que yo diga esto, cuanto tantas veces he dicho y escrito que lo de los iguales debe desaparecer de la actividad de los ciegos que sirvan para cualquier otra cosa.

Iguales derechos

Los vendedores del cup¨®n son, hoy por hoy, el ¨²nico colectivo de afiliados que financian la ONCE. Tomando la triple divisi¨®n tradicional del trabajo, ellos ser¨ªan el sector primario, y los otros, el ?personal laboral?, ser¨ªa el sector servicios. ?Aceptar¨ªan los mineros, por ejemplo, un estado que no fuera de ?personal laboral? frente a las mecan¨®grafas, las telefonistas, los cajeros y dem¨¢s compa?eros que trabajan fuera del pozo? No se trata, por supuesto, de que ning¨²n empleado de la ONCE disfrute de la condici¨®n laboral, sino de todo lo contrario: los vendedores del cup¨®n merecen los mismos derechos que los dem¨¢s trabajadores de la ONCE. ?C¨®mo ha podido usted cometer tal olvido, se?or ministro?

Lo que sucede es que tanto la ONCE como el vendedor del cup¨®n son muy peculiares. La organizaci¨®n, aparte el hecho de que est¨¢ regida por los de la casta del t¨ªtulo, la oposici¨®n ganada y el rango social que ello supone de puertas para adentro, tiene que temer que un gran n¨²mero de los ciegos que trabajan para ella la presionen para que un d¨ªa los haga participar a todos de la Seguridad Social, por ejemplo. Ahora, la Caja de Previsi¨®n de la ONCE se sostiene a base de contratos con entidades y m¨¦dicos privados. Supongo que han pensado que es mejor, desde este punto de vista, otorgarle el car¨¢cter de ?personal laboral? a un grupo que en ning¨²n caso debe llegar al millar que hacerlo tambi¨¦n con los 9.000 o 10.000 vendedores ciegos. En cuanto a ¨¦stos, un buen amigo me dice que les pasa lo que a los trabajadores alemanes, poco luchadores porque ganan mucho: mi amigo lleva menos de un a?o vendiendo y podr¨ªa salir por las 50.000 mensuales. He ah¨ª los motivos probables del atropello al vendedor del cup¨®n. Usted decide, se?or ministro.