Jornadas sobre los derechos humanos en el seno de la Iglesia
?Los derechos humanos ser¨¢n respetados en la Iglesia?, afirmaba el s¨ªnodo de los obispos de 1971. Sin embargo, se suceden los juicios contra te¨®logos en tribunales partidarios, se paga la libertad de expresi¨®n con la p¨¦rdida de la c¨¢tedra o la suspensi¨®n del sacerdocio y se da curso a denuncias an¨®nimas contra cristianos cr¨ªticos y obispos progresistas. La precaria existencia de los derechos humanos en la Iglesia ha sido el tema del II Encuentro de Cristianos de Madrid, que ha congregado a ochocientos participantes durante los pasados d¨ªas 7 y 8. Los convocantes van del mundo universitario al Pozo del T¨ªo Raimundo, de las comunidades populares a moderados equipos de parroquias cl¨¢sicas.Los derechos humanos es una preocupaci¨®n que desborda el ¨¢mbito nacional. En una reciente encuesta a la que han respondido te¨®logos de Espa?a, Alemania, Austria, Francia e Italia coincid¨ªa la mayor¨ªa en denunciar una cierta esquizofrenia en la Iglesia, tan sensible a la defensa de los derechos humanos en la sociedad y tan reacia a reconocerlos en su seno. Esta actitud, sin embargo, supone un adelanto respecto a la postura en siglos pasados, cuando la afirmaci¨®n de los derechos humanos, como en el caso de la Constituci¨®n norteamericana, era considerado por la Iglesia como un acto de hostilidad; y esto a pesar de que hombres como Lacordaire se empe?aron en mostrar que la Declaraci¨®n de los Derechos Humanos de 1789 arranca del mismo evangelio. La idea dominante, sin embargo, es que la Iglesia, en este asunto, no es homologable a la sociedad. Como dec¨ªa P¨ªo X, ?la Iglesia es por su esencia una sociedad desigual?, porque en ella hay ?pastores y reba?o?.
Se va imponiendo, de todas formas, la opini¨®n de que los derechos humanos son ?preinstitucionales?, que afectan al hombre por ser tal y no por formar parte de una sociedad democr¨¢tica. La Iglesia tiene que aceptarles, independientemente del tipo de sociedad en que viva. Aunque no se trata de una transferencia de derechos pol¨ªticos al seno de la Iglesia, no falta quien, como J. A. Gimbernat, desconf¨ªa de esa tard¨ªa recuperaci¨®n por la Iglesia de los derechos ?burgueses? que, a veces, en su defensa de los derechos de la persona pierden de vista ?la posibilidad de ser persona?. Estos, como el profesor italiano Ruggieri, preferir¨ªan una vuelta a la radicalidad del evangelio.
Falta de respeto
Para los congresistas de Madrid, como para la mayor¨ªa de los encuestados, no se respetan los derechos humanos en la Iglesia. Para Gonz¨¢lez Ruiz, Ia Iglesia se parece a los pa¨ªses del ?socialismo real? que reivindican los derechos humanos para que los cumplan otros. El ponente Juan Jos¨¦ Tamayo recordaba lo que Ives Congar dec¨ªa de los derechos de los laicos en la Iglesia: se les reconoce el derecho a arrodillarse ante el confesionario, a sentarse ante el p¨²lpito y a echar mano de la cartera. ?S¨®lo el Papa disfruta del derecho de libertad de expresi¨®n?, afirma el te¨®logo alem¨¢n Joseph Blanck, y para la italiana Adriana Zarri, ?una Iglesia regida por hombres c¨¦libes, s¨®lo puede corresponder a una cultura machista?. Por eso, en el cat¨¢logo de reivindicaciones figuran en primer lugar los derechos de la mujer en la Iglesia, los del sexo y familia (libertad frente al celibato y al divorcio), garantizar procesos justos, libertad de expresi¨®n, conciencia e investigaci¨®n. Todas estas reivindicaciones ser¨¢n recogidas en un ?credo de la libertad? que los participantes, al Encuentro de Madrid proclamar¨¢n en la pr¨®xima vigilia de Pentecost¨¦s. Tambi¨¦n se manifestaron contrarios a la venida del Papa a Espa?a porque todo da a entender que se quiere con ello legitimar su autoridad frente al pluralismo de la Iglesia.
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