Ni humanismo ni terror / y 3
Reflexiones contra la violencia
Desde luego que el traer a colaci¨®n en estos art¨ªculos el nombre de Maurice Merleau-Ponty y el t¨ªtulo de una de sus obras (Humanismo y terror) no ha sido a t¨ªtulo mera mente decorativo. Lo hemos hecho porque puede ayudamos a pensar, proyecto que hemos enunciado al final del anterior art¨ªculo, y ello aunque su autor escribiera esta obra en muy otro contexto: el de la discusi¨®n en torno a los llamados procesos de Mosc¨². A prop¨®sito de aquellos problemas dijo Merleau-Ponty cosas que merece la pena recordar en cuanto que desvelaron mucho de lo que ¨¦l llam¨®, en aquel libro la mistificaci¨®n liberal. No contra fascistas de viejo o nuevo cu?o, sino contra posiciones liberales o neoliberales van mis ¨¢nimos cuando escribo ahora, pues esa filosof¨ªa liberal -bajo las formas (mejor o peor en camadas en siglas) centristas, democristianas, socialdem¨®cratas, socialistas y eurocomunistas- es la que hay en la base de, para m¨ª, aberraciones como la reciente mente promulgada ley antiterrorista (que es una ley de inseguridad ciudadana, por mucho que se haya formulado de otra manera: tambi¨¦n en esto entra la mistificaci¨®n, pues, como muy bien ha escrito Fernando Savater en estas p¨¢ginas, estamos ante una ley de seguridad del Estado).Pues bien, es el contenido de esta filosof¨ªa liberal el que habr¨ªa que desentra?ar, y no por mero prurito filos¨®fico, sino porque la filosof¨ªa es una cosa muy importante en los procesos sociales -nada menos que como ?la lucha de clases en el plano de la teor¨ªa? la defini¨® nuestro, querido y admirado Louis Althusser-, y es en este plano donde se celebran batallas muy importantes que no, es posible desde?ar y menos por parte de los que nos reclamamos, por modestamente que lo hagamos, del.campo del pensamiento. A este respecto, nos recuerda muy bien Merleau-Ponty que las ?ideas liberales? forman parte de un sistema de violencia: ?forman sistema? con la violencia, dice literalmente. Estas ideas conformar¨ªan, seg¨²n Marx (sigo citando a nuestro autor franc¨¦s), un ?pundonor espiritualista ?, un ?complemento solemne? o una ?raz¨®n general de consolaci¨®n y justificaci¨®n? de los sistemas liberales, que as¨ª presentan su cara humanista contra el terror (revolucionario). Asunto, pues, de ideas; pero verdaderamente la cuesti¨®n seria y profunda es muy otra: ?La cuesti¨®n -dice Merleau-Ponty- no es solamente saber qu¨¦ piensan los liberales, sino qu¨¦ hace en realidad el Estado liberal dentro de sus fronteras y fuera de ellas?. Y, en verdad, es cierto que: ?Un r¨¦gimen nominalmente liberal puede ser realmente opresivo?. De manera que: ?Un r¨¦gimen que asume su violencia podr¨ªa encerrar un humanismo mayor?. En nuestra reflexi¨®n no se trata precisamente de un r¨¦gimen internacionalmente opuesto a otro; (all¨ª se trataba de la URSS frente a los reg¨ªmenes bienpensantes occidentales, todos ellos llenos de la sangre de sus colonias y de las de sus propias clases obreras, como queda claro en el discurso de Merleau-Ponty). Porque, como ¨¦l dice en otro pasaje de su libro: ??Qu¨¦ podemos contestar cuando un indochino o un ¨¢rabe nos hace observar que ha visto nuestras armas, pero no nuestro humanismo??. Atacado por los liberales en funci¨®n de principios humanistas, Merleau-Ponty no puede por menos de preguntarse, recibiendo en su rostro los golpes del humanismo: ??Es culpa nuestra si el humanismo occidental est¨¢ falseado al ser tambi¨¦n una m¨¢quina de guerra??.
?Para qu¨¦ seguir? No se trata ahora de resucitar una pol¨¦mica producida en otro contexto, sino simplemente de recordar que, con aquel motivo, Merleau-Ponty hizo una profunda reflexi¨®n perfectamente v¨¢lida hasta hoy, pues lo que ¨¦l vino a decir es que el pretendido enfrentamiento entre humanismo (occidental, liberal, democr¨¢tico) y terror (rojo) revelaba, en el an¨¢lisis cient¨ªfico, graves elementos de terror en el primero de los t¨¦rminos y quiz¨¢ fuertes asomos de humanisrno en el segundo. Suficiente, para que, en tiempos como ¨¦stos, fuera sometido a un proceso por apolog¨ªa del terrorismo.
Desde entonces, las trampas del humanismo han sido te¨®ricamente desmontadas m¨¢s de una vez, y hemos reflexionado, con Althusser y otros maestros sobre el antihumanismo te¨®rico de Marx. ?Antihumanismo! ?Qu¨¦ palabra tan fea! Pero hemos aprendido bien a pronunciarla, cono otras, despu¨¦s de un duro aprendizaje: llamar a las cosas por su nombre y tratar de asumirlas, para aceptarlas o rechazarlas, en sus verdaderas esencias. De manera que hoy el humanismo es una instancia sospechosa en cuanto que oculta, en las democracias burguesas, un fuerte armamento y una real y a¨²n m¨¢s potencial violencia. El humanismo occidental alberga unas entra?as de terror verdaderamente impresentables en sociedad; y es una instancia tambi¨¦n sospechosa en cuanto que invita al desarme ideol¨®gico de quienes tratan de oponerse al sistema capitalista. Falsas filosof¨ªas contra la violencia -como la muy confortable que se expresa famosamente en la postura de ?estar contra toda violencia, venga de donde venga?- se cubren bajo la capa de este humanismo fabricado en las oficinas del sistema intr¨ªnsecamente violento que es el sistema capitalista. O mejor que de violencia podr¨ªa hablarse de la brutalidad de este sistema, que, como dijo alguien, ?rezuma sangre por todos sus poros?. Sangre y pus, si se me permite esta un poco repugnante expresi¨®n.
Dicho esto, no puedo dejar de a?adir mi profundo horror ante lo horrible de la guerra. En las p¨¢ginas de los peri¨®dicos aparecen, una y otra vez, fotos de cuerpos muertos en esta guerra, ensangrentados en el suelo de un bar o en cualquier encrucijada de un camino. Ello -descontando las acciones mercenarias, cuyos ejecutores son asesinos a sueldo pagados desde el vientre de la derecha, desde sus inconfesables entra?as- nos tiene, que poner a reflexionar seriamente, a tratar de respondernos a la pregunta: ?Pero qu¨¦ pasa, qu¨¦ est¨¢ pasando aqu¨ª? Y la respuesta no puede ser la mentira t¨¦cnica postulada por el se?or De Salas u otras semejantes (y no digamos las patochadas a lo Ram¨®n Tamames, seg¨²n el cual el problema es generado por un ?cerebro diab¨®lico?, a la manera del doctor Mabusse o del doctor Infierno, protagonista de algunos tebeos que, seguramente, son la l¨¦ctura de Tamames, pues si no no se comprende), sino la investigaci¨®n seria y valerosa de lo que sucede, como ¨²nico m¨¦todo. Y lo que sucede es que en Euskalherria hay un amplio movimiento popular, patri¨®tico (abertzale) y socialista, que rechaza muy decididamente la reforma suarista, la cual se ve como una trampa inmovilista en el sentido, ya consabido, de reformar un poco (y hasta con taca?er¨ªa: lo menos posible) para que no cambie relativamente (y hasta absolutamente) nada. Y lo que sucede es que la guerra aqu¨ª, desde los a?os sesenta particularmente, ha comportado terribles sufrimientos a este pueblo y que no es posible que ahora se acepte, como si nada, la burla de una mera descentralizaci¨®n administrativa (y aun ¨¦sta muy mezquina) que haga tabla rasa de las diferencias, metiendo en un mismo saco todas las nacionalidades y regiones; indeterminando ?pa los restos?, como dir¨ªa un castizo, la calidad de las diferencias: diferencias que no pueden ser entendidas con una ¨®ptica de clich¨¦: la de los privilegios u otras banales argumentaciones destinadas a ocultar los verdaderos t¨¦rminos del problema, de manera demag¨®gica, para enfrentar a los vascos con los dem¨¢s pueblos, ellos tambi¨¦n oprimidos, pero de diferentes formas, dada la diferencia de las distintas situaciones hist¨®ricas y culturales. ?Alguien ser¨¢ capaz de emprender este camino, que conduce, como dec¨ªamos, a las cosas mismas?
Esta tendr¨ªa que ser una tarea propia de los intelectuales espa?oles de hoy, en lugar de como hacen, guardar silencio o, si hablan, hacerlo en calidad de caja de resonancia de las ideolog¨ªas de la derecha. Es muy grave, creo yo, esta responsabilidad que asumen reproduciendo, como si tal cosa, el peor y m¨¢s interesado periodismo; y la verdad es que no es preciso acudir a la existencia de un ?fondo de reptiles? y al disfrute de sus fondos para explicar esta degradaci¨®n intelectual que permite que la tecla ?terrorismo? produzca tan id¨¦nticos mensajes en cabezas, en principio, tan varias como las que se dedican a pensar -?s¨ª?- en el panorama intelectual espa?ol, cuyo corrimiento a la derecha es un fen¨®meno f¨¢cilmente verificable: ?Qu¨¦ gracioso es Gim¨¦nez Caballero! ?Qu¨¦ talento tiene Fernando S¨¢nchez Drag¨®! Etc¨¦tera.
Por ejemplo, es muy curioso advertir que el chauvinismo -lo que Len¨ªn llam¨®, muy bien, ?chauvinismo de gran potencia?- se encarge, a la hora de enfrentarse con determinados problemas, en gentes cuya condici¨®n cr¨ªtica tendr¨ªa que estar por encima de toda sospecha, y que, en definitiva, con relaci¨®n a algunos temas, la diferencia sea m¨ªnima entre el pensamiento de Pi?ar o Fraga Iribarne y el de tantos intelectuales de la izquierda. As¨ª es, sin duda, en cuanto al problema vasco se refiere. ?Por favor, hagan ustedes un esfuerzo! ?Pensar, sobre la base de los datos que la realidad nos presenta, desnudados de la ideolog¨ªa que siempre los encubre, es una tarea bella! O fe¨ªsima, no lo s¨¦; pero, de un modo o de otro, parece ser que se trata de nuestro oficio. Un oficio desde el que se ama la paz; pero desde el que tambi¨¦n se ve, si no se anda por los alrededores del ?fondo de reptiles ?, que la ¨²nica paz concebible para la derecha pasapor que adoptemos como nuestros sus puntos de vista. Pero entre nuestros puntos de vista no puede ser rechazado, por ejemplo, uno tan elemental como el de que todos y cada uno de los pueblos de este mundo, y de cualquier otro posible, tienen derecho a autogobernarse. Y en este caso est¨¢ muy claro, para cualquiera que tenga dos dedos de frente, que es preciso negociar con ETA * ?Antes de que, como siempre, sea demasiado tarde! ?Y ya est¨¢ siendo demasiado tarde!
* En cuanto a ETAm, parece que las condiciones propuestas por esta organizaci¨®n para un alto el fuego est¨¢n claras: celebraci¨®n de negociaciones p¨²blicas sobre la base de los puntos m¨ªnimos del Komit¨¦ Abertzale Sozialista (KAS), que constituyen una alternativa t¨¢ctica. Por su parte, ETApm parece que conformar¨ªa su alto el fuego a la pr¨¢ctica real y satisfactoria del Estatuto llamado de Gernika, en cuyas virtualidades parece creer esta organizaci¨®n. Por lo que se refiere a los Comandos Aut¨®nomos, ignoro si hay una posibilidad de negociaci¨®n. A fen¨®menos como ¨¦ste me refiero cuando expreso mi inquietud de que ya est¨¦ siendo demasiado tarde. ?Ay, Dios! Las cosas siempre llegan tarde, mal y nunca, y las consecuencias de ¨¦sto son siempre funestas.
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