Un periodista pone al descubierto la vulnerabilidad del sistema de comunicaciones del Gobiemo brit¨¢nico
Duncan Campbell, periodista del semanario izquierdista brit¨¢nico New Statesman, se pase¨® en bicicleta, con toda impunidad, por una red de t¨²neles subterr¨¢neos en Londres que forman un sistema de comunicaciones entre diversos centros gubernamentales y albergan todo tipo de cables de comunicaciones.
Campbell se?ala en un art¨ªculo publicado ayer en la citada revista que la facilidad con que pudieron pasearse ¨¦l y un fot¨®grafo por estos t¨²neles indica que la red podr¨ªa ser utilizada por terroristas para interrumpir durante meses una gran parte de las comunicaciones, disminuyendo as¨ª la capacidad defensiva de Gran Breta?a.En la cubierta de la revista se ve una fiesta de Navidades en la que se encuentra el reportero. Cuando se mira con mayor atenci¨®n, se da uno cuenta de que el periodista est¨¢ sentado al lado de un ¨¢rbol de Navidad en una especie de bunker, rodeado de cables. Campbell se introdujo, con luna bicicleta y un ¨¢rbol de Navidad en estos t¨²neles, cuya longitud suma m¨¢s de veinte kil¨®metros.
Todo Whitehall, el centro donde se encuentran los principales ministerios, est¨¢ interconectado por un t¨²nel central que hace una curva al llegar al Partamento, que no est¨¢ unido a la red. Este t¨²nel central desemboca en el gigantesco complejo que se encuentra debajo del Ministerio de Defensa. Este ¨¢rea, se?ala Campbell, como el resto de la red de t¨²neles m¨¢s peque?os, fue construida como ciudadela en la segunda guerra mundial, para resistir las bombas V. Los t¨²neles y la ciudadela del Ministerio de Defensa fueron ampliados durante los a?os cincuenta, para que sirvieran como refugio contra las bombas at¨®micas.
La revista ofrece mapas de esta red de t¨²neles subterr¨¢neos a cambio de unas doscientas pesetas, que ir¨¢n a parar a los fondos del Consejo Nacional para las Libertades Civiles. Desde finales de la d¨¦cada de los sesenta, la existencia de estos t¨²neles ha dejado de ser secreta.
En varias ocasiones en que Campbell ha entrado en estos subterr¨¢neos nunca se ha encontrado con nadie. Seg¨²n cuenta, a partir de las cinco de la tarde ya no hay patrullas en los t¨²neles, algunos de los cuales pasan bajo varios centros nerviosos del servicio telef¨®nico.
Hay m¨¢s de treinta entradas o pozos y una docena de ascensores.
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