El sue?o americano de Eduardo Fal¨²
No estaba llena la peque?a sala del Centro Cultural de la Villa de Madrid en el primero de los tres recitales ofrecidos por el m¨²sico argentino Eduardo Fal¨². Pero los asistentes cegaron las ausencias con un sinf¨ªn de aplausos y ovaciones en homenaje al conocido int¨¦rprete. Eran espectadores esencialmente latinoamericanos, muy sensibles a la atm¨®sfera musical y po¨¦tica de temas tales como El c¨®ndor pasa y Canto al sue?o americano.Fal¨² no se ci?¨® al programa, pero s¨ª mezcl¨® lo previsto: obras instrumentales y canciones. Tuvo a bien comenzar con una zamba y un aire de gato, creando al instante una sonoridad l¨ªmpida, un clima de rigor y sencillez. Tras detenerse en una tonada, ofreci¨® una versi¨®n desnuda de El c¨®ndor pasa, all¨ª, ni la menor sombra de ceremonia comercial grandilocuente.
El ¨¦nfasis de Fal¨² lo segregan a menudo las letras: ?En las honduras azules, / contra el metal de la altura ... ?. Son poemas bastante elaborados, donde lo paisaj¨ªstico se resuelve en im¨¢genes l¨ªricas de dudosa fortuna, aunque el cantante frena. con voz grave cada voluta pretenciosa. Otras veces lo equivoco (Simplemente mujer, de D¨¢valos) asoma, por la rima interna, con retint¨ªn involuntario: ?Porque mi ¨ªntimo orgullo / es darte el capullo del amanecer?. La milonga. de Mansilla Tiempo de partir evita suavemente esos peligros.
Otro peligro de Fal¨² es ofrecer un repertorio, tan renovador en su d¨ªa dentro del folklore latinoamericano, que ha ido envejeciendo sin lograr la categor¨ªa de cl¨¢sico.
Lo cursi y lo engolado son fantasmas que acechan. Aunque la serenata R¨ªo de tigres o la eleg¨ªa Romance de la delfina se libran de esas garras. Pero Fal¨² reluce m¨¢s como instrumentista, si bien a muchos puede herirles la ambig¨¹edad de su propuesta: lo folkl¨®rico queda pulido en su zona m¨¢s salvaje y tampoco funciona como s¨®lido concierto de guitarra.
Esa hibridez, no obstante, es la que le agradece su p¨²blico, tanto cuando escucha De la prima a la bordona como cuando se adentra en una deliciosa suite de villancicos. Con una gravedad pr¨®xima al educado agarrotamiento, Fal¨² agradece las ovaciones. Y ofrece como propina Trago de sombra y El cangadero.
Babelia
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