El Dickens de Navidad
El ¨¦xito mundial de Oliver sedujo a los productores cinematogr¨¢ficos ingleses, en la convicci¨®n de que cualquier otra versi¨®n musical de novelas de Carlos Dickens obtendr¨ªa el mismo resultado econ¨®mico. Para ello habr¨ªa que seguir los planteamientos de Oliver, en el sentido de aceptar de la novela original s¨®lo aquellos aspectos que pudieran transformar la pel¨ªcula en un espect¨¢culo familiar, eliminando la agudeza ir¨®nica con eliminando la agudeza ir¨®nica con que Dickens describ¨ªa el ambiente social de la Inglaterra del siglo XIX. Lo desagradable o duro de la historia original dar¨ªa paso al ternurismo o a un humor blandengue e inexpresivo. Hay una buena cantidad de pel¨ªculas que traicionan el esp¨ªritu original de los libros en que se inspiran para cumplir ese ambiguo requisito de pel¨ªcula amable y navide?a. Si la versi¨®n musical de Oliver es una buena prueba de ello, la tercera adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de A Christmas Carol, que hoy se exhibe en Televisi¨®n Espa?ola con el t¨ªtulo de Muchas gracias, Mr. Scrooge, no lo es menos.Las adaptaciones anteriores fueron realizadas en 1938 (norteamericana) y 1951 (inglesa). En esta nueva ocasi¨®n, los productores quisieron transformarla en musical, para lo que se compuso una banda sonora original que no hab¨ªa pasado previamente por la versi¨®n teatral, costumbre que parece tradicional en este g¨¦nero. Quiz¨¢ ello colaborara al poco ¨¦xito que obtuvo en todo el mundo, aunque, seg¨²n algunas cr¨ªticas del momento de su estreno (1970), la raz¨®n hab¨ªa que encontrarla, adem¨¢s de en el edulcoramiento bobalic¨®n de la pel¨ªcula, en el histrionismo de sus dos protagonistas, Albert Finney y Alec Guinness, empe?ados en una competencia de tics y amaneramientos que alejaban a¨²n m¨¢s al espectador.
Sin embargo, esta Muchas gracias, Mr. Scrooge, dirigida por Ronald Neame, forma parte de la inevitable programaci¨®n navide?a de muchas televisiones, empe?adas estos d¨ªas en llenar de nieve las pantallas.
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