Estreno en Espa?a de "Evita", ¨®pera "rock" basada en la vida de Eva Per¨®n
Se espera que este mito teatral permanezca en cartel durante varios a?os
Tras un sinf¨ªn de aplazamientos, se ha estrenado en Madrid, en el teatro Monumental, la obra Evita, ¨®pera rock original de Time Rice y Andrew Lloyd Webber, adaptada al espa?ol por Ignacio Artime y Jaime Azpilicueta. Este ¨²ltimo asume tambi¨¦n la direcci¨®n de todo el espect¨¢culo. El montaje de la versi¨®n espa?ola es impecable. La interpretaci¨®n, asimismo, se hace merecedora de un rotundo elogio. El p¨²blico, en fin, se muestra sensible al gran acierto del conjunto. Contribuye en gran medida a este ¨¦xito un espacio esc¨¦nico ideado por Timothy O'Brien y Tazeena Firth. El dise?o de decorado y vestuario es una realizaci¨®n de Jos¨¦ Ram¨®n de Aguirre. La luminotecnia corre a cargo de David Hersey, del sonido se ocupa Autograph Sound, y la coreograf¨ªa la comparten Alain Louafi y Nadine Boisaubert. Juan Jos¨¦ Garc¨ªa Caffi es el autor de las orquestaciones y de la direcci¨®n musical. El pintor Rafael Canogar ha dise?ado el tel¨®n.
A finales de 1976 comenz¨® la aventura de Evita, primero como ¨¦xito discogr¨¢fico. Dos a?os m¨¢s tarde se convierte en acontecimiento teatral sobre un escenario londinense. La consagraci¨®n definitiva ser¨¢ en Broadway, donde se estrena el 3 de septiembre de 1979, batiendo todos los r¨¦cords de taquilla conocidos hasta el presente y alcanzando ocho oscars teatrales. Espa?a es el primer pa¨ªs de habla no inglesa en el que se escenifica Evita.Eva Per¨®n (1919-1952) es el personaje central de esta ¨®pera rock concebida por los mismos autores de Jesucristo Superstar. Paloma San Basilio asume ese papel con una sabia dosis de ambig¨¹edad, sin dejar en ning¨²n momento que su interpretaci¨®n peque de exceso de credibilidad o caiga en el terreno de la parodia. A falta de una imagen real desgarrada, subraya su fragilidad, matiza lo trivial y pasa sin movimientos bruscos de lo festivo a lo solemne, de la jarana a la tragedia. Su voz, poco aprovechada hasta ahora en su carrera de cantante, sabe adaptarse a las innumerables piruetas que la partitura de Evita exige. Despu¨¦s de tantos avatares para seleccionar a la protagonista, ella realiza el dif¨ªcil milagro de aparecer como la ¨²nica posible.
No menos atinada es la elecci¨®n de un personaje tan pol¨¦mico como Patxi Andi¨®n para el papel del Che. Su agria manera de cantar le cuadra de maravilla al personaje, cr¨ªtico aguafiestas en toda la farsa. Para colmo, se revela como excelente actor, mod¨¦lico en soltura e iron¨ªa.
El Per¨®n que encarna ese gran cantante que es Julio Catania resulta m¨¢s verdadero que el de verdad. Da una lecci¨®n perfecta de sobriedad, creando un pl¨²mbeo efecto que define r¨¢pidamente la gris presencia del dictador.
Magaldi, cantor de tangos, borda el papel de primer amante de Eva Duarte, y la amante de Per¨®n, Montserrat Vega, deja una estela conmovedora con su desolada intervenci¨®n de chica de la maleta.
Pero acaso lo m¨¢s sobresaliente de todo resida en la atenci¨®n que Azpilicueta ha depositado en los m¨²ltiples personajes de segundo orden (pueblo y ni?os de Argentina, arist¨®cratas y militares), espl¨¦ndidos de voz, muecas y movimientos de baile. Ellos tejen una s¨®lida base de veracidad sobr¨¦ la que se alzan los protagonistas. El triunfo, desde luego, es claramente colectivo.
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