Cambiar Madrid, un debate permanente
Hay un acuerdo ampliamente aceptado por todos de que Madrid-municipio, conjuntamente con los municipios de su ¨¢rea de influencia, se ha convertido en un medio inc¨®modo, hostil y fuertemente desequilibrado. La discusi¨®n que hoy d¨ªa hay planteada no radica en si son mayores o menores los desequilibrios, sino en si es posible cambiar este estado de cosas, c¨®mo hacerlo y en qu¨¦ plazos.Reconocido as¨ª d¨®nde est¨¢ situada la discusi¨®n, nos encontramos con un panorama de incertidumbre, de vacilaci¨®n y de falta de perspectiva sobre la exigencia y a la vez la oportunidad de transformar el viejo modelo territorial, hoy d¨ªa en crisis, por una nueva pol¨ªtica urban¨ªstica. Desde hace algo m¨¢s de un a?o, en que se iniciaron las primeras declaraciones sobre la necesidad de revisar el Plan General del Area Metropolitana de Madrid, venimos asistiendo a un forcejeo entre partidos por ocupar el mayor protagonismo en esta revisi¨®n, minimizando la importancia que pueden y deben tener los distintos sectores sociales, profesionales y ciudadanos en este debate.
Lo que han hecho los partidos
La Comisi¨®n de Planeamiento y Coordinaci¨®n del Area Metropolitana de Madrid (Coplaco) hizo p¨²blico en julio de este a?o un documento para debate y consider¨® abierta ?oficialmente? la pol¨¦mica. Sin quitarle importancia e inter¨¦s a dicho documento, que lo tiene en cuanto a compendio y diagn¨®stico de una situaci¨®n, llegaba tarde respecto a lo que se estaba ?cociendo? en aquellas mismas semanas. Quiz¨¢ por ello sus promotores no han montado actos p¨²blicos de debate contradiciendo el propio objetivo del trabajo.
UCD, desde el triunfo de la izquierda en los ayuntamientos en la primavera de 1979, ven¨ªa manteniendo una posici¨®n de espera e incluso de cancelaci¨®n de las iniciativas de planeamiento que desde Coplaco se hab¨ªan tomado (Programas de Acci¨®n Inmediata, PAI). La revisi¨®n del Plan General y, en mayor medida, el proceso auton¨®mico de Madrid, obligaban a un posicionamiento pol¨ªtico y t¨¦cnico que no pod¨ªa demorarse m¨¢s. Todo ello se produc¨ªa en una situaci¨®n en la que junto a la incapacidad de los intereses econ¨®micos representados por el Gobierno de UCD para elaborar, frente a la crisis actual, un nuevo modelo econ¨®mico-territorial con vigencia para las pr¨®ximas d¨¦cadas, se detectaban crecientes s¨ªntomas de impaciencia en influyentes sectores inmobiliarios ante la falta de iniciativa gubernamental (recomendamos la lectura de las conclusiones del II Forum Inmobiliario). As¨ª, de presi¨®n en presi¨®n, la pol¨ªtica oficial ha venido impulsando ciertas pol¨ªticas sectoriales (privatizaci¨®n del suelo p¨²blico, programa de vivienda ... ), combin¨¢ndolas, no sin ¨¦xito, con una actuaci¨®n defensiva, de provisionalidad y de repliegue ordenado-consensuado (decreto ley sobre revisi¨®n del Plan General).
El PCE, que desde los a?os del franquismo es el partido que en Madrid m¨¢s experiencia ha acumulado en materia urban¨ªstica, expon¨ªa a mediados de julio, a trav¨¦s de la Gerencia de Urbanismo de Madrid, una serie de objetivos y propuestas para la revisi¨®n del Plan General, de contenido pol¨¦mico y sugestivo. La concepci¨®n unilateral y ?municipalista? del fen¨®meno metropolitano, junto a la ausencia de referencias a la necesidad de vincular el planeamiento al proceso auton¨®mico provincial, son los puntos menos consistentes de toda la propuesta; adem¨¢s, una difusi¨®n restringida y mediatizada de las propuestas ha impedido, tambi¨¦n en este caso, su discusi¨®n en profundidad.
El PSOE ha guardado desde un principio distancias respecto al contenido de la propuesta del PCE y con la creaci¨®n del Consejo de Municipios ha conseguido dotarse de una importante plataforma institucional (de facto) y pol¨ªtica, desde la que poder proponer sus propias directrices e ir a su compatibilizaci¨®n con Coplaco (UCD) y Gerencia (PCE). Una vez m¨¢s no han dejado de estar presentes las tensiones, desconfianzas y pugnas de protagonismo entre los propios partidos de izquierda y la ausencia de un proyecto pol¨ªtico conjunto para la ciudad.
Hay s¨ªntomas para temer que la batalla por cambiar Madrid, pueda acabar convirti¨¦ndose prioritariamente en un campo de confrontaci¨®n de protagonismo para su rentabilizaci¨®n electoral. El que la pol¨ªtica atraviese las propuestas urban¨ªsticas para Madrid es natural y deseable. Pero el que ¨¦stas queden reducidas a una simple caricatura de lo que deben ser, se sustraigan a la opini¨®n p¨²blica y al debate los intereses de fondo, va en detrimento de todos y especialmente de los que las propugnan.
Centrar la atenci¨®n sobre si el urbanismo debe ser de abajo a arriba o viceversa, o mezcla de las dos, o si las directrices metropolitanas responden o no a alguna de las figuras de planeamiento de la vigente ley del Suelo es preocupante cuando una serie de cuestiones se van soslayando.
Algunos ejemplos
En primer lugar, es obligado referirse al imprescindible debate sobre ?cu¨¢les son los objetivos de una nueva pol¨ªtica urban¨ªstica? y el tipo de ciudad, regi¨®n y formas de vida que se pretende conseguir Adem¨¢s, cambiar la din¨¢mica actual de Madrid requiere la puesta en cuesti¨®n de algunos mecanismos b¨¢sicos del modelo econ¨®mico-territorial vigente en los ¨²ltimos a?os. Es algo que, sin entrar ahora a desarrollar, no puede olvidarse ni ocultarse. El que la crisis econ¨®mica haya paralizado coyunturalmente las migraciones interregionales no quiere decir que no subsistan e incluso se incrementen a ese nivel las desigualdades en la apropiaci¨®n o distribuci¨®n de capitales y recursos naturales. Ello, y muy especialmente en el caso de Madrid, por su funci¨®n de capitalidad, repercute en el mantenimiento de importantes din¨¢micas desequilibradoras entre la metr¨®poli (el centro) y su entorno regional (la periferia, que en el caso de Madrid incluye regiones como Extremadura, Andaluc¨ªa ... ). Adem¨¢s no conviene enga?arse sobre las resistencias que existen y que se oponen a una pol¨ªtica recuperadora y rehabilitadora de ?la ciudad actual?. Los beneficios sociales y los resultados antidespilfarro de tal pol¨ªtica chocan hoy con sectores privados influyentes y empe?ados en mantener un tipo de desarrollo urbano que dudosamente es el que Madrid necesita.
Cambiar la din¨¢mica del ?desequilibrio permanente? exige adem¨¢s contar con un protagonismo del sector p¨²blico que precisamente parece dispuesto, seg¨²n la pol¨ªtica m¨¢s reciente del Gobierno, a jugar el papel contrario: abandono y privatizaci¨®n del consumo social (ense?anza, sanidad, abastecimiento ... ) y trasvase de recursos econ¨®micos para financiar a bajo coste sectores productores en crisis.
Sigue pendiente de resolverse algo tan trascendental para la operatividad del planeamiento urban¨ªstico como es la vinculaci¨®n de las inversiones p¨²blicas al programa de actuaci¨®n correspondiente. Por otra parte, seguimos comprobando c¨®mo, mientras se discute la revisi¨®n del Plan General, se da luz verde, con silencios preocupantes, a pol¨ªticas sectoriales que no se adecuan a la soluci¨®n que necesitan nuestras ciudades: en el ¨²ltimo programa de viviendas del Gobierno no se hace una sola referencia en los pr¨®ximos tres a?os a la rehabilitaci¨®n de viviendas.
La estrecha vinculaci¨®n entre el futuro econ¨®mico, poblacional, social de Madrid y su Plan General, con el proceso auton¨®mico provincial, sigue sin quererse ver. Hasta ahora estos hechos se nos est¨¢n presentando como separados, distintos, cuando, a nuestro entender, la fijaci¨®n de unos objetivos program¨¢ticos de gobierno auton¨®mico son b¨¢sicos para relanzar el papel que tiene que jugar Madrid en el marco de un Estado de las autonom¨ªas, y a partir de la redefinici¨®n de ese rol orientar las inversiones y la legislaci¨®n oportuna sobre pol¨ªtica territorial y sectorial.
Al plantear estas y otras posibles sugerencias no se pretende ,desanimar a quien dice querer cambiar Madrid. Vaya por delante nuestra identificaci¨®n personal con tal objetivo, pero hay motivos m¨¢s que suficientes para reclamar un enfoque m¨¢s global y m¨¢s estimulante del m¨¦todo que se est¨¢ siguiendo. Si se quiere que el Plan llegue a tener capacidad de transformar la realidad actual hay que crear un estado de opini¨®n para ello y conseguir que todos los sectores, desde los vecinales hasta los empresariales, tomen parte activa en la discusi¨®n. S¨®lo as¨ª es superable el escepticismo y la falta de entusiasmo por tomar parte en una discusi¨®n sobre la que se empieza a cuestionar la voluntad real por llevarla a efecto.
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