El desencanto pol¨ªtico ha favorecido el 'fen¨®meno Coluche"
Tras el espejismo de aquella Uni¨®n de la Izquierda que ilusion¨® a m¨¢s de media Francia y que promet¨ªa una evoluci¨®n formal, la vida p¨²blica francesa se estanc¨® en el desencanto, y en la resignaci¨®n generada por las dificultades econ¨®micas crecientes. Desde entonces, a trancas y barrancas, la derecha gobernante aguanta las embestidas de la crisis. Y la oposici¨®n (comunistas y socialistas), frustrada por su propia incapacidad para ofrecer ideas movilizadoras y realizables, dej¨® de ser la esperanza que fue. La sociedad francesa, en consecuencia, agobiada por los temores que inspira el futuro econ¨®mico y sin perspectivas decambio pol¨ªtico, aparece bloqueada. As¨ª ha sido posible la emergencia del terrorista nacional que divierte, evade, interesa o escandaliza: se trata del llamado fen¨®meno Coluche, equivalente en la sociedad francesa de 1980 a lo que fueron las barricadas de mayo en 1968.
D¨ªas pasados, un periodista parisiense efectu¨® una mini encuesta entre varios colegas de la Prensa extranjera residentes en la capital francesa. Su ¨²nica pregunta era la siguiente: ? ?Cu¨¢l ha sido el acontecimiento pol¨ªtico del a?o en este pa¨ªs??. La mayor¨ªa de las respuestas, muy en serio, galardonaron a dos hechos: el fen¨®meno Coluche y la barra de pan.Conviene explicar sucintamente este ¨²ltimo acontecimiento. Desde hace varias semanas se multiplican en toda la geograf¨ªa gala los panaderos que venden la baguette (esa barra de pan cotidiana que tanto engolosina a propios y extra?os en Francia) a un franco, cuando el precio corriente es de 1,80 francos, esto es, unas 31 pesetas. La locura de esos panaderos ultraconcienciados por la crisis econ¨®mica ha provocado una aut¨¦ntica revoluci¨®n cultural, alimentada no s¨®lo por los panaderos cuerdos de la oposici¨®n, sino tambi¨¦n por los re presentantes del elenco pol¨ªtico-econ¨®mico-social.
En estos tiempos de desesperanza m¨²ltiple, cada cual en cuentra argumentos para intervenir en una pol¨¦mica que, en definitiva, resulta un aliciente de la vida p¨²blica, y, a falta de otras motivaciones, ha convertido la baguette a un franco en uno de los dos grandes acontecimientos pol¨ªticos del a?o.
El otro es el protagonizado por Michel Colucci, llamado Coluche. Y de hecho la broma de la barra de pan complementa la explosi¨®n del fen¨®meno sociol¨®gico representado por el c¨®mico Coluche. Es probable que ni uno ni otro se hubiesen producido en una sociedad alimentada de otra manera y preocupada por otros chistes. Pero las cesas son as¨ª.
Coluche dice ¨¦l mismo que es un inculto, pero no lo es tanto. En cualquier caso, su talento es cierto. Su especialidad profesional es la cr¨ªtica feroz y sin fronteras a todo el aparto sociopol¨ªtico-econ¨®mico-cultural. Su vocablo preferido es merde. Su mensaje electoral: todos los pol¨ªticos, sin distinci¨®n, ?nos cubren de mierda?.
Un "candidato nulo"
Con este bagaje, el pasado mes de octubre empez¨®, a bromear sobre sus posibilidades como candidato a la presidencia de la Rep¨²blica. La brama la recogieron los peri¨®dicos, la estigmatizaron sin duelo los pol¨ªticos, la apoy¨® un grupo de intelectuales de relumbr¨®n, el propio Coluche la explot¨® in crescendo en el teatro parisiense en el que act¨²a a diario, y en muy pocos d¨ªas la revoluci¨®n estaba en marcha: la sociedad francesa, irritada, divertida o apasionada, hab¨ªa sido contaminada por la coluchitis.
En Francia, como en el resto del mundo occidental, el c¨®mico se instal¨® en la primera p¨¢gina de la Prensa, los sondeos entraron en juego y le, atribuyen un 16% de intenciones de voto en la primera ronda, puesto que Coluche no quiere ser presidente, no se presentar¨ªa, consecuentemente, a la segunda ronda, y por ello se define como candidato nulo.
Y hoy, en espera de su matriculaci¨®n oficial como candidato, se filosofa sobre sus posibilidades de conseguir las quinientas firmas que necesita para ello. Pero incluso en el caso, de que el coluchismo no encuentre ese medio millar de diputados, senadores, alcalde o concejales necesarios para acudir a la campa?a presidencial, el fen¨®meno Coluche ya est¨¢ registrado en la historia de las revoluciones que la sociedad francesa se ofrece a s¨ª misma de vez en cuando para desahogar. sus propias frustraciones y, de paso, para ejemplarizar al mundo.
"Revoluci¨®n coluchista"
Las barricadas de mayo de 1968 son el ejemplo hist¨®rico m¨¢s cercano comparable a la revoluci¨®n coluchista. En aquella ¨¦poca', el general Charles de Gaulle, ocupado en desfacer entuertos mundiales, olvid¨® un poquito las reivindicaciones m¨¢s elementales de sus cincuenta millones de terneros, como ¨¦l les llamaba a los franceses. Y aquella cerilla que represent¨® un grupo de estudiantes encendi¨® un clima pol¨ªtico aburrido y una atm¨®sfera social tensa.
En 1980, el descontento total es consecuencia de una crisis profunda e internacional, lo que incita a la resignaci¨®n. Y el tedio pol¨ªtico es la resultante de unos profesionales sin respuesta a los problemas de una sociedad, m¨¢s o menos acomodada, que ya no se conforma con discursos exaltantes, sino que pide ideas traducibles en la vida de cada d¨ªa.
Por ello, la prudencia social m¨¢s el desencanto ideol¨®gico han cuajado en esta explosi¨®n pac¨ªfica que es el coluchismo. Y, como al final de mayo de 1968, una vez esfumado el fen¨®meno Coluche en mayo de 1980, los franceses, dem¨®cratas y sabios, ir¨¢n a las urnas incruentas.
Como consecuencia de las barricados de 1968, un a?o despu¨¦s cay¨® De Gaulle. Pero no siempre las mismas causas producen efectos iguales.
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