Electr¨®nica, inform¨¢tica y telecomunicaciones en Espa?a: se nos escapa el futuro
En estos tiempos de crisis generalizada, cuando la lectura de peri¨®dicos y revista o la escucha y observaci¨®n de diarios hablados y tele diarios se han convertido en espeluznantes actos de masoquismo colectivo, resulta casi una obscenidad el intentar atraer la atenci¨®n de alguien sobre un terna que todav¨ªa no presente aspectos pat¨¦ticos y tremendistas.
No obstante, pretendemos lanzar una llamada de atenci¨®n sobre el presente el futuro de ese apasionante sistema de vasos comunicantes formado por las telecomunicaciones, la electr¨®nica y la inform¨¢tica en Espa?a. Para remediar los males ya existentes y. sobre todo, para evitar su futuro agrava miento. que conducir¨ªa, una vez m¨¢s, a la cat¨¢strofe.
Sectores b¨¢sicos
Pues bien, de entre los sectores que componen la cl¨¢sica subdivisi¨®n de la econom¨ªa nacional, tal como se estudia en las c¨¢tedras de Estructura Econ¨®mica y tal como se refleja en la propia organizaci¨®n de la Administraci¨®n del Estado y en los instrumentos de las diversas pol¨ªticas econ¨®micas de los Gobiernos, hay unos pocos generalmente considerados como b¨¢sicos, sobre los cuales suelen confluir los an¨¢lisis m¨¢s exhaustivos, las reivindicaciones m¨¢s dram¨¢ticas, las mayores atenciones oficiales y en definitiva, los principales esfuerzos dotaciones. Y es l¨®gico que as¨ª sea.
Lo que ya no resulta tan positivo es la tremenda pereza de nuestros administradores para renovar sus propias listas de actividades econ¨®micas preferentes, b¨¢sicas o, por as¨ª decirlo, de primera categor¨ªa. En segundo t¨¦rmino, tambi¨¦n es una constante de la acci¨®n oficial espa?ola la falta de planteamientos dirigidos hacia el futuro. Normalmente, se entierra el pasado. se parchea el presente y se olvida el futuro, como si el fin del mundo estuviera ya a la vuelta de la pr¨®xima hoja del calendario y todo fuera in¨²til. Como consecuencia de ello, nuestra econom¨ªa y, por tanto, nuestra sociedad corren detr¨¢s de los acontecimientos, en vez de prepararse anticipadamente para afrontarlos.
Estas esquem¨¢ticas reflexiones de tipo general son de aplicaci¨®n indiscutible, al menos en un caso de especial importancia: el tratamiento recibido hasta la fecha por las telecomunicaciones, la electr¨®nica y la inform¨¢tica.
Empecemos por recordar, muy brevemente, la realidad. Durante 1979 se han producido en nuestro territorio equipos por valor de 170.000 millones de pesetas, mientras el consumo aparente total (producci¨®n + importaci¨®n—exportaci¨®n) ha sido de unos 263.000 millones de pesetas, con unas importaciones de 127.000 millones. En cuanto a las tendencias de estas cifras, se observa estancamiento de la producci¨®n y del consumo en t¨¦rminos monetarios, mientras las importaciones a¨²n crecieron el a?o pasado en un 15%. Por tanto, si se descuenta la inflaci¨®n puede decirse que este conjunto de actividades industriales ha empezado a de crecer.
Esto, a quienes no profundicen ene! conocimiento de la verdadera importancia del sector, especialmente de cara al futuro, puede parecerles hasta normal a la altura de 1980. Los rectores de la econom¨ªa nacional, acostumbrados a no considerar este sector b¨¢sico, parece como si s¨®lo vieran de ¨¦l algunos de sus aspectos positivos: los 8.000 millones de pesetas que ingres¨® la CTNE el a?o pasado en las arcas estatales, en concepto de canon, por explotar el monopolio del servicio telef¨®nico, o los 20.000 millones recaudados en concepto de impuesto sobre el uso del tel¨¦fono, am¨¦n de los 10.000 millones obtenidos en concepto de dividendos; el alto rendimiento pol¨ªtico proporcionado por la televisi¨®n, algunos equipamientos triunfalistas de material electr¨®nico sofisticado en las residencias de la Seguridad Social y la m¨ªtica presencia del ordenador en los inventarios de cachivaches infrautilizados en muchos ministerios. Pero la realidad de este sector es mucho m¨¢s compleja y din¨¢mica. Muy pocos expertos dudan, a nivel internacional, de que los avances en telecomunicaciones, electr¨®nica e inform¨¢tica van a condicionar de forma esencial el futuro de las sociedades desarrolladas, y hasta los menos propensos a hacer concesiones a la galer¨ªa hablan de una nueva revoluci¨®n industrial e incluso de una nueva era. (La aparici¨®n del ?desaf¨ªo mundial?, del siempre pol¨¦mico J. J. Servan Schreiber, ilustrar¨¢ sin duda este proceso). Su influencia va a voltear, desde los procesos productivos hasta la cotidiana vida hogare?a, pasando por los servicios sociales (educaci¨®n. sanidad). Es decir, cualquier proyecto que pretenda aumentar el bienestar individual y colectivo va a pasar necesariamente por una masiva utilizaci¨®n de la electr¨®nica, como hasta ahora ha ocurrido, por ejemplo, con los materiales f¨¦rreos y la energ¨ªa. T¨¦ngase eh cuenta que est¨¢ declinando la etapa en la que el hombre ha luchado por complementar su fuerza f¨ªsica (motores, grandes m¨¢quinas, etc¨¦tera) y comienza ya la carrera en pos de ampliar y complementar las capacidades mentales (ordenadores y sus infinitas aplicaciones) y de comunicaci¨®n.
Y todo ello va a ocurrir aunque los espa?oles no ?nos demos por enterados?. De c¨®mo se preparan otros pa¨ªses ante este futuro pueden damos idea los 70.000 millones de pesetas que el Gobierno brit¨¢nico est¨¢ invirtiendo en un plan a tres a?os para potenciar el desarrollo, fabricaci¨®n y utilizaci¨®n de la microelectr¨®nica, o los 10.500 millones de pesetas que va a emplear el Gobierno franc¨¦s en otra acci¨®n similar, que no son nada comparados con los 120.000 millones de pesetas que ese mismo Gobierno va a invertir en los tres pr¨®ximos a?os, a fin de fomentar el desarrollo de la telem¨¢tica, uno de los principales objetivos de nuestro pa¨ªs vecino. En el ¨¢rea de telecomunicaciones, sin ¨¢nimo de apabullar, conviene saber que hace cuatro a?os, el Gobierno de nuestro querido se?or Giscard d'Estaing decidi¨® colocar las telecomunicaciones francesas en primera fila y elabor¨® un plan quinquenal que, a base de dedicar 1.5 billones de pesetas, est¨¢ sirviendo para duplicar ampliamente el n¨²mero de l¨ªneas telef¨®nicas (de siete millones a quince), reducir a tres meses el periodo medio de es pera para la instalaci¨®n de un nuevo tel¨¦fono y a 9.000 pesetas la cuota de enganche, am¨¦n de situar a la industria francesa en una posici¨®n que la ha permitido duplicar sus ventas sus exportaciones. Por otra parte, diversos estudios prospectivos sit¨²an la tasa media de crecimiento anual del mercado europeo de las telecomunicaciones, en t¨¦rminos reales para esta d¨¦cada, entre el 6% y el 10%, es decir, a un ritmo 2, 6 veces superior al del crecimiento esperado en el PNB del conjunto de los pa¨ªses europeos. Si se traslada la hip¨®tesis mas pesimista 6% de crecimiento) a las telecomunicaciones espa?olas se observa, con gran desolaci¨®n, que aun queda por encima de lo previsto en el Plan Cuatrienal de la CTNE, cuando el ¨ªndice espa?ol de equipamiento en telecomunicaciones est¨¢ por debajo de la media europea, y deber¨ªa crecer m¨¢s de prisa.
La consecuencia es clan y dura: en los pr¨®ximos a?os vamos a retrasar nos m¨¢s respecto a los pa¨ªses europeos Con la particularidad de que el efecto multiplicador de estas tecnolog¨ªas pondr¨¢ cada vez m¨¢s tierra por medio entre nuestra econom¨ªa y la de nuestros vecinos, y acabaremos siendo para Europa simplemente un huerto, un museo, una playa y, quiz¨¢, una base militar.
El Estado y el sector
No se pretende aqu¨ª concentrar acusaciones y responsabilidades en una zona concreta de nuestra sociedad. Ni siquiera en una zona tan vasta, impersonal y socorrida como la Administraci¨®n del Estado. Si somos serios hemos de admitir que cada pol¨ªtico, funcionario, profesional, empleado, empresario y usuario tiene su parte de responsabilidad. De lo que se trata es de tomar conciencia de la situaci¨®n y unificar los esfuerzos, jugando cada cual su papel y en su momento. Que los profesionales no quieran jugar a pol¨ªticos, ni los empleados a empresarios, ni los usuarios a funcionarios, etc¨¦tera. Todos debemos escucharnos y complementar nuestras acciones con af¨¢n realmente constructivo, porque a todos nos va el futuro en el empe?o.
Dicho esto, conviene ahora se?alar los distintos pesos espec¨ªficos de cada estamento dentro del reparto general de posiciones. As¨ª, dada la condici¨®n de monopolio natural de una buena parte de estos servicios, la presencia estatal es muy amplia adem¨¢s decisiva. En el plano de la ordenaci¨®n de los servicios es el Estado quien tiene la primera y la ¨²ltima palabra. En el terreno de la que podr¨ªamos llamar ?propiedad? de los diversos monopolios es tambi¨¦n el Estado el sujeto natural de la misma por razones de seguridad, de garant¨ªa de los servicios, de respeto a la legalidad, de primac¨ªa de criterios sociales y hasta por razones econ¨®micas en algunos casos. Como consecuencia inmediata, la Administraci¨®n p¨²blica tiene la responsabilidad ¨²ltima sobre las compras de material electr¨®nico realizadas por entidades, tales como CTNE, Direcci¨®n General de Correos y Telecomunicaci¨®n, RTVE, Renfe, Aviaci¨®n Civil, Defensa, Seguridad Social y centros de c¨¢lculo de los diversos ministerios. Es decir, el Estado es el Principal comprador del sector, salvo en la faceta de equipos destinados al gran p¨²blico. Para completar la descripci¨®n del papel estatal a?adiremos que tambi¨¦n act¨²a como fabricante a trav¨¦s del grupo de empresas encuadradas en la divisi¨®n electr¨®nica e inform¨¢tica del INI.
Por tanto, el resto de los estamentos (empresas concesionarias de servicios, como la CTNE; empresas fabricantes de equipos, como las encuadradas en la Asociaci¨®n Nacional de Industrias Electr¨®nicas; profesionales de distinto nivel, y usuarios en general) est¨¢ totalmente condicionado por las acciones y omisiones de los responsables del aparato estatal. y no es extra?o que quienes nos hemos propuesto reclamar una mayor atenci¨®n y dedicaci¨®n para este sector empecemos por aplicar la lupa al propio Estado.
En nuestra opini¨®n, el Gobierno y el Parlamento deber¨ªan empezar por detenerse a analizar cuestiones como las siguientes:
— Si existe una voluntad decidida de seguir una senda de progreso similar a la de los pa¨ªses de la CEE, USA y Jap¨®n.
— Si, en caso afirmativo, se tiene consciencia de que esa senda implica ineludiblemente apostar con fuerza al sector de las telecomunicaciones, la electr¨®nica y la inform¨¢tica.
— Si se conocen a fondo las de cisiones adoptadas por dichos pa¨ªses en este terreno.
- Si se conocen los posibles efectos, positivos y negativos, tanto de emular esos comportamientos como de quedarse al margen de los mismo.
Jes¨²s Galv¨¢n es director de la Escuela T¨¦cnica Superior de Ingenieros de Telecomunicaci¨®n de Barcelona; ?ngel Luis Gonzalo es presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Ingenieros de Telecomunicaci¨®n y decano del Colegio Oficial de Ingenieros de Telecomunicaci¨®n, y Pedro Higuera es director general de la Asociaci¨®n Nacional de Industrias Electr¨®nicas (Aniel).
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