Modas y modos que perduran
Suele decirse que los gustos pasan. Puede ser; pero en lo que al cine se refiere hay multitud de temas que permanecen en el fervor del p¨²blico m¨¢s all¨¢ de su ¨¦poca. Tal sucede con la historia del peque?o lord Fauntleroy, que, aun adaptada sucesivamente a la personalidad de diversas actrices y peque?os actores, ha llegado puntualmente hasta nosotros cada cierto tiempo.La primera versi¨®n cinematogr¨¢fica de esta novela tierna y sentimental, nacida de la pluma de Frances Hodgson Burnett para hacer sonre¨ªr y llorar a sucesivas generaciones, se remonta nada menos que a 1921, siendo interpretada por Mary Pickford. Hero¨ªna ideal por entonces de un p¨²blico asombrado todav¨ªa ante el fen¨®meno del cine y para el que las letras se limitaban a una serie de mal traducidos folletines, reconocida despu¨¦s en una Europa cansada de mujeres fatales y viles seductores, su carrera supone un camino a seguir por las estrellas venideras.
El peque?o lord
Seg¨²n la novela de Frances Hodgson Burnett. Direcci¨®n: Jack Gold. Int¨¦rpretes: Ricky Schroder, Alec Guinnes, Eric Poter. Infantil. 1980. EE UU. Local de estreno: Roxy.
Entre las nuevas modas, a?os m¨¢s tarde, llega la hora de los actores ni?os. Es el nuevo reinado de Mickey Rooney, Margaret O'Brien, Shirley Temple o Freddie Bartholomew. Incluso en este firmamento infantil, por encima de aptitudes, al igual que en el de sus hermanos mayores, cada cual se acabar¨¢ especializando buscando su personaje afin, que en el caso de Bartholomew coincide con el de chico aristocr¨¢tico. As¨ª, inevitablemente, interpret¨® un nuevo peque?o lord con Dolores Costello antes de que el viento de otros gustos nuevos lo barriera del firmamento de Hollywood. Sin embargo, el cine se renueva menos de lo que parece, los ni?os actores vuelven a ¨¦l otra vez y esta ¨²ltima versi¨®n, llevada a cabo con discreci¨®n por Jack Gold, se diferencia poco de las anteriores, salvo en el color y la abundancia de medios.
Tras el ¨¦xito considerable de Ricky Schroeder era preciso intentar repetirlo en un tema a su medida. A la sombra de un Alec Guinnes eficaz y veterano, con una buena ambientaci¨®n y fotograf¨ªa excelente, el relato discurre, como sus predecesores, entre el fervor, la iron¨ªa y las l¨¢grimas, para solaz de un p¨²blico, sobre todo, infantil.
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