La batalla perdida
Estas v¨ªsperas de la Pascua Militar han originado un notable activismo del ministro de Defensa, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, del que es buen ejemplo el ?Informe general 1/80?, resumido en esta misma p¨¢gina. Otras pruebas recientes son sus declaraciones a Pedro Rodr¨ªguez en Hoja del Lunes de Madrid y su art¨ªculo, publicado en varios diarios, bajo el t¨ªtulo ?Reconstruir la esperanza ?.Todav¨ªa hay que a?adir diversas comparecencias ante los micr¨®fonos y las, c¨¢maras de televisi¨®n, que menudear¨¢n en estos d¨ªas hasta concluir en el discurso previsto durante la recepci¨®n que el Rey ofrecer¨¢ en el palacio de Oriente a representaciones de los cuadros de mando del Ej¨¦rcito, la Armada y la Aviaci¨®n.
En la entrevista de Hoja del Lunes, Rodr¨ªguez Sahag¨²n explica que el decreto de su nombramiento como titular de Defensa establece que los colaboradores del ministro han de ser militares, lo que le ha impedido llevar con ¨¦l ese equipo de ocho o diez personas que arropan a los dem¨¢s miembros del Gabinete.
El nombramiento del teniente coronel Fern¨¢ndez Monz¨®n como jefe de la Oficina de Informaci¨®n, Difusi¨®n y Relaciones P¨²blicas, efectuado hace tan s¨®lo unos d¨ªas, mantiene la situaci¨®n actual, que el propio ministro hab¨ªa reconocido querer modificar con la introducci¨®n de algunos profesionales civiles en puestos tan espec¨ªficos como ¨¦ste y el de la jefatura del Centro Superior de Informaci¨®n de la Defensa (Cesid).
El ministro, en las citadas declaraciones, resume as¨ª sus reglas b¨¢sicas de actuaci¨®n: primera, evitar la politizaci¨®n en las Fuerzas Armadas; segunda, robustecer la unidad y evitar enfrentamientos; tercera, respetar el mando militar, al que compete hacer frente a su problem¨¢tica espec¨ªfica, y cuarta, la eficacia.
Luego, Rodr¨ªguez Sahag¨²n diagnostica que en Espa?a hay una sociedad psicol¨®gicamente d¨¦bil, y en muchos aspectos construida sobre el rumor. En su opini¨®n, estamos en una sociedad donde la verdad objetiva no se cree, donde hemos llegado a baj¨ªsimos niveles de credibilidad. A la hora de buscar responsabilidades para este fen¨®meno., el ministro reconoce que nace de la falta de informaci¨®n en el momento oportuno: ?La batalla informativa?, afirma, ?la ha perdido el Gobierno ?.
La lectura del ?Informe general 1/ 80? del ministro de Defensa a los mandos de las Fuerzas Armadas permite asegurar que la afirmaci¨®n de Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n respecto al Gobierno es especialmente v¨¢lida en lo que se refiere a su propio departamento: Defensa. Tal vez este caso tenga a¨²n mayores perfiles de gravedad.
En efecto, hablando con rigor no puede decirse que el Ministerio de Defensa haya perdido la batalla informativa, porque ni siquiera ha llegado a formular un planteamiento elemental en este campo absolutamente prioritario para el buen fin de la misi¨®n que le corresponde cumplir.
Es cierto que el ?Informe general 1/80? elude muchas de las cuestiones que han ocupado las p¨¢ginas y los espacios informativos de los medios de comunicaci¨®n en relaci¨®n con cuestiones militares. In¨²til buscar, por ejemplo, referencias a la conclusi¨®n mediante sentencia de la ?Operaci¨®n Galaxia?, a la destituci¨®n del general Torres Rojas del mando de la Divisi¨®n Acorazada, de los arrestos y ceses en la Escuela de Estado Mayor del Ej¨¦rcito, o de la causa abierta despu¨¦s de su arresto al coronel Gra¨ª?o por una carta en la que se mostraba cr¨ªtico respecto a los ultras del 20-N en la plaza de Oriente.
Pero, al repasar el balance que el ministro traza de la actividad de su departamento en el pasado a?o, hay que convenir que todos esos logros apenas han encontrado eco informativo. Si con frecuencia se habla, en boca de los pol¨ªticos que buscan buena imagen en las filas castrenses, del ejemplar comportamiento de las Fuerzas Armadas en el proceso de transici¨®n hacia la democracia, es hora ya de decir que mucho m¨¢s ejemplar todav¨ªa es el comportamiento del r¨¦gimen democr¨¢tico con las Fuerzas Armadas.
En el ?Informe general 1/80? pueden rastrearse algunas de las bases de esa afirmaci¨®n tajante, que contrasta con la situaci¨®n de incuria en que progresivamente fueron quedando las Fuerzas Armadas durante el r¨¦gimen del general Franco, atento a ofrecer puras compensaciones personales mientras se degradaba la instituci¨®n.
Y a¨²n m¨¢s grave es la situaci¨®n si entr¨¢ramos en el an¨¢lisis de la opini¨®n interior de las Fuerzas Armadas, entregada casi en exclusiva a los ¨®rganos de Prensa de la ultraderecha.
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