Un mosaico de religiones dominado por los alau¨ªes
El 70% de los casi nueve millones de sirios son ¨¢rabes, musulmanes y sun¨ªes. Pero esta relativa homogeneidad de la poblaci¨®n -inhabitual en un pa¨ªs ¨¢rabe-, lejos de ser un factor de estabilidad es, m¨¢s bien, una causa de conflictos potenciales.La mayor¨ªa de los puestos de responsabilidad en el Estado, en las fuerzas de seguridad y en el Ej¨¦rcito est¨¢n en manos de miembros de la secta chiita disidente, alau¨ª, que integra a tan s¨®lo el 12 % de la poblaci¨®n.
Adem¨¢s de las comunidades sun¨ª y alau¨ª, existe en Siria una fuerte minoria cristiana (13% de la poblaci¨®n), una peque?a comunidad chiita (0,5%) y una comunidad druza que practica un chiismo esot¨¦rico (4%).
Interrogad¨® sobre el predominio alau¨ª en la sociedad siria, el ministro de Informaci¨®n y portavoz del Gobierno, Ahmed Iskander, contesta ?que uno de los fundadores de la resistencia contra la Administraci¨®n colonial francesa era un druzo; que el jefe de Estado Mayor en 1973, en el momento crucial de la guerra contra Israel, era un cristiano; que el fundador del Baas, Michel Aflaq, era tambi¨¦n un cristiano y que desde hace varios a?os la confesi¨®n religiosa ha dejado de figurar en el carn¨¦ de identidad?.
Todo esto no quita para que los alau¨ªes -a cuya secta pertenece el propio presidente Hafez eI Assad- ocupen, seg¨²n el Middle East Journal, que cita varias estad¨ªsticas, un lugar desproporcionado a su importancia num¨¦rica en la direcci¨®n del Baas y del Ej¨¦rcito. As¨ª, por ejemplo, el 43% de los militares que dirigen el Baas son alau¨ªes.
El jefe del Estado ha sabido colocar a algunos de sus familares -todos ellos alau¨ªes- en puestos claves. Su hermano Rifaat, miembro influyente de la direcci¨®n del Baas, coordina los servicios de seguridad, adem¨¢s de dirigir personalmente las temibles brigadas de defensa.
Otro de sus hermanos, Al¨ª, y su suegra, son diputados, al tiempo que su primo, Adnan, lidera una milicia alau¨ª y su cu?ado Nuaayme tiene relaciones privilegiadas con los sovi¨¦ticos.
Pero, la llegada de un alau¨ª al poder en Siria, hace ahora diez a?os, no ha hecho sin reforzar la afici¨®n de toda la comunidad por la funci¨®n p¨²blica y la carrera de las armas.De origen pobre y campesino, los alau¨ªes empezaron, despu¨¦s de la primera guerra mundial, en tiempos del mandato franc¨¦s, a abandonar sus tierras ¨¢ridas, situadas entre el pero de Lataquia y las monta?as de Ansariy¨¦, para ponerse al servicio de la funci¨®n p¨²blica o del Ej¨¦rcito y asegurarse as¨ª unos ingresos fijos.
Al sentimiento de estar dominado por una minor¨ªa, ampliamente difundido entre los sun¨ªes, se a?ade el agravante de que los hombres que gobiernan practican un ritual muy especial, al borde de la ortodoxia isl¨¢mica.
Sus reglas particulares de organizaci¨®n, su disciplina tribal y sus practicas esot¨¦ricas suscitan las reticencias de una mayor¨ªa suni que no acaba de reconocerles su calidad de musulmanes.
La ola de integrismo suni que afecta a Siria y, m¨¢s concretamente, las manifestaciones y actos terroristas dirigidos, desde hace m¨¢s de dos a?os, contra el poder alau¨ª, por la Confraternidad de los Hermanos Musulmanes, de inspiraci¨®n fundamentalista sun¨ª, han sembrado la alarma entre los correligionarios de Hafez el Assad.?El r¨¦gimen sirio no se juega ahora s¨®lo su permanencia en el poder, sino la existencia misma de los alau¨ªes como comunidad religiosa. Por eso se aferrar¨¢ al poder?, afirma un diplom¨¢tico.
?Es muy triste, pero desgraciadamente inevitable: si el poder alau¨ª, encarnado por Assad, cae, habr¨¢ una enorme matanza pont¨¢nea no s¨®lo de jerarcas del Estado, sino de la misma comunidad alau¨ª. Por eso estoy convencido de que, si llegasen a perder el poder en Damasco, intentar¨ªa hacer secesi¨®n en Latakia y sus monta?as como ¨²nica forma de salvarse f¨ªsicamente del exterminio?, declar¨® a EL PAIS una muy alta fuente de la oposici¨®n
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