Los Platters, los abuelos del "pop"
El pasado 2 de enero mor¨ªa en California David Lynch, uno de los miembros originalesde los Platters, v¨ªctima de un c¨¢ncer (v¨¦ase EL PAIS del domingo 4 de enero).El grupo, asombrosamente millonario para ser negro (no olvidar que a principios de los cincuenta lo suyo era que fueran los blancos quienes triunfaran con canciones creadas por la gente coloreada), vendi¨® durante la d¨¦cada de los cincuenta unos catorce millones de discos, nada mal seg¨²n cualquier medida.
Se formaron en 1953 bajo la mano protectora e intrigante de un antiguo miembro de los Ink Spots, un buen grupo dedicado en exclusiva al magro mercado negro de los a?os cuarenta (finales).
Buck Ram, que este es el nombre de la verdadera mano directora de los Platters, supo entender muy bien las limitaciones que llevaba consigo hacer m¨²sica racial, de manera que, a imagen y semejanza de grupos como los Perguins, pas¨® a edulcorar el rhythm and blues propio de la ¨¦poca, con bellas armon¨ªas vocales, letras para novios a la luz de la luna y un regusto algo blando que iba a ser uno de los antecedentes ciertos de o que bastantes a?os m¨¢s tarde iba a ser conocido como pop.
Los Platters m¨¢s conocidos eran Tony Williams (tenor), el desaparecido David Lunch (tenor), Paul Robi (bar¨ªtono), Herbert Reed (bajo) y Zola Taylor (soprano). Su estilo consist¨ªa en el canto de Tony Williams arrullado por las voces del resto, en un estilo sobre el que Nick Cohn habr¨ªa de decir que ?llevaba la banalidad hasta tales extremos que llegaba a insuflarla de un h¨¢lito de verdadera inspiraci¨®n?. Ciertamente, no es que los Platters y canciones como Only you, Greatpretender, Smoke gets in your eyes, My prayer o Magic touch fueran el paradigrna de lo racial, pero no cabe duda de que lo suyo era m¨²sica negra. De hecho tuvieron una bronca importante cuando se les ocurri¨® grabar el standard de Jerome Kern, Smoke gets in your eyes. La viuda (blanca) de Kem no estaba por la labor de que unos negrazos,destruyeran la labor de su difunto y s¨®lo fue convencida cuando se le asegur¨® que tan ?irrespetuosa versi¨®n? podr¨ªa f¨¢cilmente vender un mill¨®n de discos que, transformados en derechos de autor, le iban a suponer una simp¨¢tica renta.
Los Platters no tuvieron que sufrir las versiones de los blancos; eran ellos mismos quienes aparec¨ªan en Las Vegas para ser aplaudidos por los petrod¨®lares tej anos y su fama lleg¨® incluso a una Europa que no sab¨ªa de m¨²sica americana m¨¢s que los trinos de Frank Sinatra (un copiador) o Bing Crosby (el siempre). Su importancia m¨¢s que la estrictamente musical (que tambi¨¦n) consist¨ªa por tanto en que abr¨ªan el camino para que una m¨²sica (el rhythm and blues) y unos m¨²sicos (los negros) lograran salir de sus guetos y dejaran de ser expoliados por cantantes mucho menores, pero rubios.
Luego, por desgracia, los Platters, con una formaci¨®n totalmente nueva, volvieron en 1973 para convertirse en algo as¨ª como un museo viviente de lo que hab¨ªan sido sus predecesores. No aportaban nada, pero tampoco machacaron un nombre importante dentro del pop. En solitario, los antiguos miembros tampoco consiguieron gran cosa. Eran s¨®lo y nada menos que los Platters.
Babelia
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