Embalses y futurolog¨ªa
Los embalses de ayer se concibieron como reservas para la regulaci¨®n de los canales de riego. La pol¨ªtica hidr¨¢ulica de Costa tuvo como cartel ?Escuela y despensa?. Cien a?os despu¨¦s se ha recorrido tanto camino que se ha erradicado el hambre en Espa?a, y los recursos pendiente; parece que en un porvenir bastante largo, dentro de nuestro actual incremento poblacional, nos ponen al abrigo de cualquier carencia. Estos embalses los podr¨ªamos llamar alimentarios.Despu¨¦s han surgido sobre los mismos -como aprovechamiento altemativo-, y en otros nuevos, los embalses energ¨¦ticos, los hidroel¨¦ctricos. Nos ceden una energ¨ªa limpia, por tiempo indefinido, y dentro de nuestro espacio pol¨ªtico. Es una energ¨ªa perfecta. En estos ¨²ltimos tiempos ha crecido aceleradamente, pero a pesar de ello desde hace veinte o treinta a?os se nos queda escasa, y en proyecci¨®n futura sejuzga cada vez m¨¢s insuficiente para abastecer la demanda el¨¦ctrica. Han tenido que surgir como necesidad las centrales t¨¦rmicas, sucias y dependientes de unos recursos -los crudos- fuera de nuestro espacio pol¨ªtico, cada vez cuantitativamente m¨¢s importantes, y cada vez m¨¢s insustituibles, de forma que su vertiginoso e insoslayable incremento de coste nos arrastra a la actual vida dif¨ªcil. La otra alternativa es la energ¨ªa nuclear, en cuya pol¨¦mica no viene al caso entrar.
Embalses de ma?ana
En un gran pantano hidroel¨¦ctrico, con central de pie de presa, por cada ochenta kilogramos de agua turbinada se puede remontar un hombre a un piso veinte en una ciudad al otro lado de Espa?a. La transmisi¨®n el¨¦ctrica del trabajo es perfecta. Pero el calentar una habitaci¨®n, con una estufa de dos kilovatios durante una hora, supone energ¨¦ticamente -si est¨¢ en un piso veinte- el poner en esa habitaci¨®n a 120 personas en ese mismo tiempo.
Nuestro tema consiste en especular con el aprovechamiento de la gran energ¨ªa solar, que no s¨®lo se pierde, sino que es negativa en la superficie de nuestros pantanos. Y el referirnos a ¨¦stos, en vez de a cualquier otra ¨¢rea, es por disponer de agua como material id¨®neo para recoger y almacenar esta energ¨ªa. As¨ª como tambi¨¦n dar un empleo a la superficie de nuestros lagos, hoy sin provecho.
Si en el rigor del verano encontramos el efecto sedante del mar, si el agua del baf¨ªo est¨¢ fresca, mientras a su lado nos quemaba la arena, no es tanto por el calor espec¨ªfico del agua cuanto se debe a la gran absorci¨®n de calor por su vaporizaci¨®n, reacci¨®n de gran valor endot¨¦rmico.
Asimismo cabr¨ªa preguntarse si el invierno benigno de las costas atl¨¢nticas de Europa no es debido, m¨¢s que a la c¨¢lida corriente del golfo, a las reacciones exot¨¦rmicas de las frecuentes precipitaciones pluviales, dejadas por la sucesi¨®n de las borrascas oce¨¢nicas en esas latitudes. El calor del Caribe quiz¨¢ lo transportan a nuestras costas las nubes en mayor grado que las corrientes oce¨¢nicas.
En una hora de sol, en nuestros embalses se evapora un litro de agua por metro cuadrado, y en un a?o se disipan 2.000 litros -pensamos en valores medios aproximados de expresi¨®n sencilla-. As¨ª, resulta que el sol devora nuestros embalses.
Si cubrimos un pantano con un ?edred¨®n? flotante de pl¨¢stico -con c¨¢mara o c¨¢maras de aire intercaladas- habremos impedido su evaporaci¨®n, y por a?o y metro cuadrado habremos obtenido y recuperado en el agua subyacente un mill¨®n de calor¨ªas, que necesitar¨ªan noventa litros de fuel para producirlas. Es impresionante el trasladar estos valores unitarios los miles de hect¨¢reas de nuestros lagos.
Es por estos c¨¢lculos y estas razones por los que afirmamos que la explotaci¨®n energ¨¦tica de nuestros pantanos no est¨¢ m¨¢s que iniciada.
Son los embalses el esqueleto de nuestra econom¨ªa, tanto alimentaria como energ¨¦tica, con su agua primero, y con su agua y su sol en el futuro; y brindando sus grandes extensiones, que no en vano somos la primera potencia mundial, tras de Estados Unidos y Jap¨®n.
Ocupaci¨®n de la superficie de los embalses
El problema estriba en c¨®mo utilizar esta energ¨ªa solar. Se trata de enormes masas de jalor a relativamente alta temperatura, apta para la vida en todas sus manifestaciones -la biosfera es una consecuencia del sol-, pero de dif¨ªcil aplicaci¨®n a cualquier procedimiento industrial. Por estas razones, una opci¨®n consistir¨ªa en ocupar la superficie de estos embalses, que hoy es un ¨¢rea perdida. Casas, granjas e invernaderos, flotantes, que podr¨ªan tener menos de un metro de calado, combinadas con paneles solares flotantes, todo orientable autom¨¢ticamente con la carrera del sol, con fachadas transparentes unas, cpacas otras, aisladas t¨¦rmicamente todas. Tendr¨ªan una orientaci¨®n de invierno, opuesta en verano, confortables siempre. ?Ser¨ªan m¨¢s caras estas construcciones que las de tierra firme, sin valor del terreno, puesto que lo pagan en lo que evitan la evaporizaci¨®n del embalse, con abastecimiento de agua y sin cimientos?
Si en la superficie de un embalse flotara un p¨®lder cultirable de una hect¨¢rea -quiz¨¢ empresa viable-, con la evaporaci¨®n que impedir¨ªa se podr¨ªa regar a s¨ª mismo y quedar¨ªa agua para regar dos hect¨¢reas en tierra firme.
Con la ayuda de paneles solares sobre las construcciones o adyacentes se dispondr¨ªa de agua caliente y calefacci¨®n, y los dep¨®sitos de reserva para las etapas sin sol ser¨ªan f¨¢ciles de proveer, constituy¨¦ndolos con doble cubierta impermeable separada por lana de vidrio. Estos dep¨®sitos, amplios, el¨¢sticos y semiflotantes, yacer¨ªan en el seno del lago, bajo las construcciones.
Dan grima las zonas de aridez lunar que contomean los pantanos al descender las aguas. Podr¨ªan estar ocupadas por paneles anfibios, flotantes o varados, que transmitir¨ªan el agua calentada a grandes reservorios inmediatos en el seno del embalse permanente.
En resumen: vemos estos lagos futuros, con sus estufas limpias y solares, como ¨¢reas de desarrollo de una agricultura superintensiva, de elevada t¨¦cnica, en que nuevos expertos y agricultores preparados no s¨®lo encontrar¨ªan ciclos econ¨®micos de vida suficiente, sino tambi¨¦n con actividades experimentales y aun de investigaci¨®n. Con algunos cientos de metros cuadrados un hombre puede estar ocupado todo el a?o en un trabajo rentable.
Los que aman el sol, el agua y la naturaleza como segundo hogar, con m¨¢s amplitud y menor precio que un remolque, tendr¨ªan una casa flotante siempre acogedora y casi sin atenci¨®n, con invernadero, granja o piscifactor¨ªa.
Embalses y expropiaciones
La implantaci¨®n de un gran embalse comporta la desaparici¨®n de una o m¨¢s aldeas, con sus casas y las tierras de sus t¨¦rminos. Se interrumpe un vivir colectivo de siglos. Es un problema grave y agrio. En adelante no s¨®lo habr¨¢ que tropezar con la oposici¨®n de las aldeas y sus moradores, sino tambi¨¦n con la de las regiones.
Los indudables beneficios de un embalse no los gozan -por lo menos hasta ahora- los aldeanos ni la regi¨®n que lo abarca, puesto que sus frutos se fecundan lejos, en otras regiones, sobre todo si sus fines son hidroel¨¦ctricos.
Se trata de unas gentes que pierden su manera de vivir. Les es muy dif¨ªcil, de golpe, a cualquier altura de su vida, saber subsistir fuera de un medio al que, por otra parte, tienen todo su derecho. Habr¨ªa que considerar indemnizaciones prohibitivas. No son s¨®lo cuestiones de dinero las que se plantean; adem¨¢s quedan por resolver profundos problemas humanos. Por dinero, un pez no puede vivir en un rastrojo.
Tambi¨¦n la regi¨®n queda lesionada; esas burbujas de vac¨ªo que crean los grandes embalses -adem¨¢s muy frecuentes en algunas zonas, lo sabemos bien los altoaragoneses-, borradas real y potencialpiente del acervo geoecon¨®mico de una regi¨®n, comportan un empobrecimiento colectivo que ning¨²n economista ni soci¨®logo puede negar.
Si consigui¨¦ramos la pretendida habitabilidad y fuente de vida en la superficie de nuestros pantanos, no cabe duda de que dispondr¨ªamos de un margen de maniobra para alcanzar acuerdos con los vecinos y municipios afectados e, indudablemente, con las regiones, en este caso claramente revitalizadas y enriquecidas.
En estas circunstancias de embalses de nuevo planteamiento, los explotadores del pantano -Estado o empresa- tendr¨ªan que aceptar de entrada determinados niveles m¨ªninos de desembalse, en los que se armonizasen los intereses de los expropiados y posteriormente ubicados en la superficie del lago con el rendimiento econ¨®mico del conjunto de la obra hidr¨¢ulica.
En los casos en que se ventila la construcci¨®n de un nuevo pantano es donde se establecer¨¢n tensiones tan fuertes -de hecho ya se establecen- que nos hacen pensar si podr¨¢ ser de utilidad alguna de las ideas que aqu¨ª exponemos. Por supuesto, no con estas ideas, que por s¨ª nada valen, sino con algunos antecedentes previamente realizados y que en esa coyuntura se pueden ofrecer como realidades tangibles.
En definitiva, nos vamos a enfrentar con retos tan inexorables entre la tierra y el agua como en Holanda, como en Venecia, como hayan podido exhibirse en el mundo y en la historia.
Traslado de energ¨ªa
Hemos tratado el aspecto de aprovechar la energ¨ªa solar en el agua de? embalse en su misma superficie. Estas enormes masas de calor, pero de baja temperatura, por ahora, no parecen f¨¢ciles de transformar econ¨®micamente en energ¨ªa el¨¦ctrica. Por otra parte, la transmisi¨®n de calor por electricidad tiene elevadas p¨¦rdidas. En una central t¨¦rmica son necesarias m¨¢s de 2.000 calor¨ªas para producir un kilovatio/hora, que en una estufa el¨¦ctrica convencional nos devolver¨ªa s¨®lo 860.
Muchas ciudades espa?olas tienen un abastecimiento de agua procedente de embalses. Concretamente, Madrid se abastece de un sistema de diez embalses con miles de hect¨¢reas de superficie.
?Ser¨ªa muy dif¨ªcil llevar a la ciudad millones de metros c¨²bicos de agua caliente en invierno? ?Se podr¨ªa conseguir aislamientos t¨¦rmicos para grandes masas de agua, de forma que se pudieran constituir reservas de calor interestacionales? Ocupar cientos de hect¨¢reas de embalses con ?edredones? pl¨¢sticos, con enorme producci¨®n de agua caliente, que posteriormente se reciclar¨ªa en paneles hasta setenta grados.
Este agua ser¨ªa utilizada en la ciudad directamente o a trav¨¦s de bombas de calor. Se llegar¨ªa a una producci¨®n de calor para usos dom¨¦sticos por valor de miles de millones de pesetas. Por otra parte, el agua no evaporada, a veinticinco pesetas metro c¨²bico, supondr¨ªa decenas de millones. Y esto s¨®lo en Madrid.
Estas explotaciones a lo largo y ancho de Espa?a son probablemente la ¨²nica forma de aprovechar la energ¨ªa solar en cantidades importantes y, por tanto, de aportar un rengl¨®n sustancial a restar en nuestra cuenta de importaciones petroleras.
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