Europa: claroscuro de una integraci¨®n
Dista mucho de ser di¨¢fana la idea de Europa, entendida ¨¦sta como proyecto com¨²n, global y solidario, de todos los pueblos del viejo continente. Indudablemente, existe desde la firma del Tratado de Roma en 1950 un proyecto de integraci¨®n, que se ha ido ampliando y perfeccionando en las tres ¨²ltimas d¨¦cadas. Sin embargo, queda todav¨ªa un largo camino por recorrer hasta que nazca la Europa que, ya en 1948, con ocasi¨®n del congreso de La Haya, preconizara Salvador de Madariaga; esa Europa en la que ?los espa?oles digan nuestro Chartres y los ingleses nuestra Cracovia , y los italianos nuestra Copenhague?, y cuando los franceses digan nuestra Salamanca.
Con todo, est¨¢n m¨¢s cerca de ese desider¨¢tum los ciudadanos de la Europa de los diez que los de nuestro pa¨ªs, donde la menor profundizaci¨®n de la cuesti¨®n europea revela de inmediato que la actitud al respecto de las distintas fuerzas pol¨ªticas es distinta y enfrentada. De ah¨ª el confusi¨®nismo en que se encuentra sumida la sociedad espa?ola, ya que si en algo parece estar de acuerdo toda nuestra clase pol¨ªtica es en evitar un debate p¨²blico, claro, amplio y en profundidad, capaz de despejar las inc¨®gnitas que nuestro ingreso en las comunidades plantea.
As¨ª se puso de manifiesto recientemente, con ocasi¨®n del ciclo de conferencias que, bajo el t¨ªtulo de Espa?a en Europa, present¨® en Madrid la Asociaci¨®n para la Integraci¨®n Europea, y en el que participaron representantes, tanto de la Administraci¨®n, como de las distintas fuerzas pol¨ªticas parlamentarias.
Dos dise?os de Europa, uno pol¨ªtico y otro econ¨®mico, correspondientes a otras tantas corrientes de pensamiento, se dejaban traslucir a lo largo del ciclo. Desde la primera perspectiva nuestro ingreso en las Comunidades era calificado sin ambages de cuesti¨®n pol¨ªtica, pese a sus fuertes connotaciones econ¨®micas, por el subsecretario de Relaciones con la CEE, Gabriel Ferr¨¢n. Las barreras arancelarias y los problemas agr¨ªcolas que dificultan principalmente las negociaciones son s¨®lo la punta del iceberg, pues las concesiones -y tambi¨¦n sacrificios- que tanto para los diez como para Espa?a implica nuestra -incorporaci¨®n a las Comunidades son, a la postre, superables si se considera pol¨ªticamente rentable la aportaci¨®n espa?ola -a la Europa que se est¨¢ queriendo construir.
En ning¨²n momento se abundar¨ªa, sin embargo, en el coste econ¨®mico y en la relaci¨®n costes-beneficio que el ingreso de Espa?a en la OTAN nos iba a significar. Todo el debate se mantuvo al nivel de grandes planteamientos.
El dise?o de una Europa ideol¨®gica, concebida como algo que debe ir construy¨¦ndose de acuerdo con unos intereses y un modo de vida s¨®lidamente asentados en Occidente, parec¨ªa empezar a perfilarse como la opci¨®n que la clase pol¨ªtica gobemante planteaba en el contexto de nuestra integraci¨®n. Sin embargo, las dudas de Fernando ?lvarez de Miranda en torno a la necesaria relaci¨®n OTAN-CEE desvelaban la inexistencia de un consenso entre las distintas corrientes integrantes del partido del Gobierno.
Frente a esa concepci¨®n voluntarista que concibe Europa como un dise?o pol¨ªtico se alza la opci¨®n de la ¨ªzquierda parlamentaria, para quien Europa, tal y como est¨¢ planteada en la actualidad, es, algo que hay que asumir, no para instalarse en el modelo, sino para luchar dentro de ¨¦l. De lo contrario se producir¨ªa una descolocaci¨®n de nuestro pa¨ªs, que podr¨ªa tener efectos irreversibles de subdesarrollo y dependencia.
Ram¨®n Tamames, que ve¨ªa, en Europa una opci¨®n econ¨®mica, fue pragm¨¢tito en sus planteamientos. Espa?a deb¨ªa enfocar su ingreso en las Comunidades desde la perspectiva de una planificaci¨®n democr¨¢tica, ¨²nica altemativa v¨¢lida para la actual situaci¨®n econ¨®mica del pais. Ni se od¨ªan hacer los planteamientos liberales del ministro Punset ni tampoco ligar el ingreso espa?ol en la CEE al de la OTAN, como ven¨ªa haciendo el ministro P¨¦rez-Llorca.
Se trataba de un planteamiento coherente con la concepci¨®n de Europa que los comunistas sostienen. Sin embargo, quedaban de lado cuestiones de las que vendr¨ªa a ocuparse el socialista. Fernando Mor¨¢n: los problemas de nuestra integraci¨®n para las comunidades aut¨®nomas y la necesidad de crear una fuerza europea, como alternativa a la OTAN, capaz de dar a Europa una defensa integrada e independiente.
Ahora bien, tanto el dise?o pol¨ªtico como el econ¨®mico quedaban circunscritos al marco occidental. S¨®lo Javier Rup¨¦rez se acord¨® de que en ?la Europa sonora de las carcajadas de Rabelais.... los ojos serenos de Goethe, los ojos atormentados de Dostoievski?, como bellamente la calific¨® ese europeo espa?ol que fue Madariaga, los ingleses podr¨ªan decir nuestra Cracovia si al concebir la Europa del futuro se ten¨ªa en cuenta tambi¨¦n a la Europa del Este.
En definitiva, lo que Espa?a en Europa vino a poner de relieve fue que en la cuesti¨®n de nuestra integraci¨®n en las Comunidades son todav¨ªa muchos los claroscuros. Es obvio que definir lo que Espa?a espera de esa integraci¨®n e identificar con claridad los problemas y dificultades que el proceso implica no es tarea f¨¢cil. De ah¨ª la importancia de un amplio debate al respecto. Y es precisamente la clase pol¨ªtica quien tiene la obligaci¨®n de suscitar el aparato ideol¨®gico capaz de generar el inter¨¦s por la cuesti¨®n que el pa¨ªs, en su conjunto, hoy todav¨ªa no tiene. Hace ya tiempo que las negociaciones para nuestro ingreso en la Europa oficial se iniciaron, pero el debate ciudadano sobre el mismo, en Espa?a, apenas ha comenzado.
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