El ex general Alexander Haig niega cualquier responsabilidad de su persona en el "asunto Watergate"'
Watergate, guerra de Vietnam, golpe de Estado en Chile, Ir¨¢n, son algunos de los temas de sombr¨ªo recuerdo para la democracia norteamericana, que vuelven ahora sobre el tapete con las audiencias senatoriales que deben confirmar el nombramiento del ex general Alexander Haig como responsable de la pol¨ªtica exterior norteamericana en la nueva Administraci¨®n republicana que presidir¨¢ Ronald Reagan, a partir del 20 de este mes.
En un ambiente de gran expectaci¨®n, abierto al numeroso p¨²blico que llenaba la sala Diksen en el Capitolio, el Comit¨¦ de Relaciones Exteriores del Senado, con mayor¨ªa republicana, abri¨® la primera sesi¨®n del hearing (audiencia) destinado a clarificar la responsabilidad de Haig en algunos de los asuntos poco claros de la presidencia Nixon. Las audiencias pueden durar varios d¨ªas. Algunos senadores dem¨®cratas se quejaron de las dificultades para el acceso a las cintas magnetof¨®nicas del asunto Watergate.No faltaron unos pocos manifestantes que protestaban en la calle contra el nombramiento de Haig como secretario de Estado, gritando esl¨®ganes que alud¨ªan a una posible tercera guerra mundial.
Alexander Haig, de 56 a?os de edad, sentado frente a la tribuna senatorial, present¨® un an¨¢lisis de su ¨¦poca pasada al servicio de la Administraci¨®n Nixon, junto con vanas orientaciones cara al futuro de la pol¨ªtica exterior norteamericana, con particular insistencia en el peligro originado por la doctrina de expansionismo sovi¨¦tico, ilustrada con el caso de la invasi¨®n de Afganist¨¢n.
?En ocho ocasiones testifiqu¨¦ ante comisiones senatoriales, sin que en ninguna se probase culpabilidad alguna contra m¨ª?, dijo Alexander Haig, precisando los casos del esc¨¢ndalo del Watergate, ¨¦poca en que Haig fue jefe de Gabinete en la Casa Blanca, o en tiempos anteriores, como consejero en asuntos militares de Henry Kissinger, relativos a los bombardeos masivos en Camboya o Vietnam o las ?operaciones? norteamericanas en relaci¨®n con el golpe militar chileno contra Salvador Allende.
?Es obvio que el asunto Walergate fue importante durante mi ¨¦poca dejefe de Gabinete, pero el 90% de mi tiempo lo dediqu¨¦ a asegurar otros temas propios de mis funciones?, dijo Haig. Se?al¨® que, antes de demostrar su culpabilidad, que provoc¨® su dimisi¨®n, el presidente Richard Nixon ten¨ªa el derecho como cualquier otro ciudadano a demostrar su inocencia.
Recordando su servicio durante cinco a?os, de 1974 a 1979, como comandante en jefe de las fuerza de la OTAN, bajo la Administraci¨®n republicana de Gerald Ford y la dem¨®crata de Jimmy Carter, el ex general Alexander Haig insisti¨® en el deseo de ocuparse prioritariamente en su nuevo cargo de la relaciones Este-Oeste, Oriente Pr¨®ximo, golfo P¨¦rsico, Asia, ?frica, Am¨¦rica Central y la zona del Caribe.
Haig desmitific¨® el mito del concepto Tercer Mundo, y destac¨® la importancia estrat¨¦gica para EE UU y sus aliados del acceso a las fuentes de energ¨ªa y la novedad en el fen¨®meno estrat¨¦gico que apareci¨® despu¨¦s de la segunda guerra mundial, con la transformaci¨®n del poder militar sovi¨¦tico de defensivo a ofensivo, capaz de soportar ?una pol¨ªtica exterior imperialista?.
Con lenguaje firme y decidido, Haig se pronunci¨® por una pol¨ªtica norteamericana m¨¢s efectiva hacia Europa y Oriente Pr¨®ximo, incluyendo un control de armas que contribuya a la seguridad, sin promover una carrera de armamentos.
De acuerdo con la visi¨®n global del presidente Ronald Reagan, ?responsable, seg¨²n la Constituci¨®n, de la pol¨ªtica exterior?, todo est¨¢ ?vinculado? en pol¨ªtica exterior. Haig concluy¨® con la promesa de ocuparse de la ?responsabilidad de formular y conducir la pol¨ªtica internacional?, restaurando, al mismo tiempo, ?las relaciones con el Congreso? y definiendo la necesidad primordial de una pol¨ªtica exterior entre EE UU y los aliados, en pro de un apoyo a la democracia.
Poco tiempo
El senador dem¨®crata Clairborne Pell es el jefe de filas del grupo liberal dem¨®crata que protagoniza la ?investigaci¨®n? sobre el pasado de Haig, en particular en lo que se refiere a la ¨¦poca del Watergate. Pell se lament¨® ante el presidente del Comit¨¦ de Relaciones Exteriores de la escasez de tiempo para acceder a toda la informaci¨®n que los archivos nacionales deben aportar sobre los tiempos del Watergate.Los abogados del ex presidente Richard Nixon iniciaron gestiones para evitar que todas las cintas magnetof¨®nicas lleguen a manos de los senadores, pero la ¨²ltima palabra depender¨¢ del presidente todav¨ªa en funciones, el dem¨®crata Jimmy Carter. Es probable que, invocando los ?poderes del Ejecutivo? presidencial, no se haga toda la luz sobre un caso que, realmente, nadie parece dispuesto a remover hasta el fondo.
La operaci¨®n del ala liberal dem¨®crata del Senado parece m¨¢s bien destinada a demostrar al presidente Reagan, a Haig y a la mayor¨ªa republicana conservadora del Senado, que est¨¢n dispuestos a mantener cierto control parlamentario sobre la aplicaci¨®n de las ideas de Haig en materia de pol¨ªtica exterior. El Watergate, la guerra de Vietnam, el golpe militar en Chile o las maniobras de Haig, a trav¨¦s de su enviado a Teher¨¢n, el general Robert Hayser, para intentar sostener el r¨¦gimen del sha, son asuntos que pertenecen al pasado. Paul Tsongas, senador dem¨®crata, se interrrogaba sobre si ?cabe esperar nuevas acciones clandestinas para cambios de Gobiernos?. Tal parece ser el ?mensaje? que los dem¨®cratas quieren inculcar en el curso de estas audiencias, que nadie cree pongan en cuesti¨®n la confirmaci¨®n de Alexander Haig.
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