Un reconocimiento doble y justo
Hace dos a?os, cuando Andr¨¦s Segovia recibi¨® la medalla de Madrid, cant¨® en su honor Victoria de los Angeles. Hace s¨®lo unas semanas, al recibir Victoria esa misma condecoraci¨®n, fue Segovia quien hizo escuchar los sones lejanos de su guitarra. Vuelven ahora a unirse estos que la cr¨ªtica francesa acostumbra a denominar grandes de Espa?a en la posesi¨®n del Premio Nacional de M¨²sica.En el caso de Andr¨¦s Segovia, su nombre lo dice todo. Pocas veces la valoraci¨®n de un m¨²sico alcanz¨® semejante extensi¨®n, casi dir¨ªamos popularidad. Con el int¨¦rprete de Linares, la guitarra se impone en grado m¨¢ximo como instrumento normal de concierto y muchos compositores se deciden a escribir no para guitarra, sino para la guitarra de Andr¨¦s Segovia.
Pero el triunfo no le vino a Segovia tan s¨®lo por razones culturales e hist¨®rica. La raz¨®n definitiva, el punto de atracci¨®n, fue el sonido de Segovia cuando aparece en un mundo que buscaba timbres in¨¦ditos. Por lo dem¨¢s, Segovia acepta buena parte de la herencia rom¨¢ntica, aunque busque las razones de lo espa?ol en las obras de nuestros vihuelistas del Renacimiento.
Sobre todo un impulso mueve a Andr¨¦s Segovia, coincidente con los de Pedrell, Alb¨¦niz y Falla: la universalidad. Hacer del instrumento un d¨ªa denominado nacional espa?ol aIgo que alcance a todos los pueblos y a todas las razas. Lo que hoy es una absoluta realidad.
En la primavera de 1977, la guitarra de Segovia entr¨® en la Academia de Bellas Artes, y no lo hab¨ªa hecho antes porque el concertista no era vecino de Madrid. El discurso de ingreso, como las memorias que han empezado a publicarse en ingl¨¦s, nos dan en primera versi¨®n el pensamiento, la vida y la obra de Andr¨¦s Segovia.
Con el premio que le ha sido concedido, Fernando Remacha entra en la gran historia del reconocimiento p¨²blico, la denominada generaci¨®n de 1927, por analog¨ªa con la paralela generaci¨®n literaria. Remacha es de los mayores del grupo, pues naci¨® en Tudela (Navarra) el a?o 1898.
Si la labor de Remacha en el campo de la composici¨®n es importante, yo creo que la riqueza de su biograf¨ªa se debe a una serie continuada de inquietudes y aventuras. Instrumentista, primero; compositor, despu¨¦s, se une a las primeras empresas cinematogr¨¢ficas espa?olas dirigidas por Ricardo Urgoiti. En Italia, junto a Malipiero, trata de sacar consecuencias para su propio estilo, lo que se refleja en el cuarteto, premio nacional 1932. La tercera aventura es la del silencio, y, por supuesto, no la m¨¢s f¨¢cil. El concepto moral de Remacha soporta mal la tragedia de nuestra guerra civil., y en 1939 se ?exilia? en la ferreter¨ªa que la familia posee en Tudela. Junto al trabajo comercial analiza La armon¨ªa, de Sch?nberg, o los tratados de Hindemith, como si intuyera el car¨¢cter de su pr¨®xima aventura: la pedagog¨ªa.
Tras iniciar los cursos de la c¨¢tedra F¨¦lix Huarte, en Pamplona Remacha funda y dirige el conservatorio Pablo Sarasate, que, de u golpe, se sit¨²a en l¨ªnea de modernidad con los centros europeos. Ni los trabajos, ni los disgustos, ni las enfermedades, pueden con el ¨¢nimo de Remacha, que, paralelamente, vuele a la composici¨®n, con obras como V¨ªsperas de San Ferm¨ªn, Jesucristo en la cruz, Rapsodia de Estella y Concierto para guitarra. Remacha, mientras ense?a, aprende y se renueva. Su obra , iniciada bajo signo nacionalista, con Cartel de feria, evoluciona hasta convertirse en aportaci¨®n independiente, que no niega, por supuesto, las ra¨ªces ni el car¨¢cter. Lo cierto es que Fernando Remacha como compositor se resiste a cualquier clasificaci¨®n, como no se ¨¦sta: amante apasionado de la libertad individual.
El de ayer fue, pues, un reconocimiento doble que debe calificase como justo.
Babelia
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