Los dos polacos
LA VISITA del dirigente obrero polaco Lech Walesa al Papa -polaco- en Roma tiene el prop¨®sito deliberado de situar el movimiento que conduce dentro de unas coordenadas cat¨®licas. Es indudable que un hombre de la inteligencia y la ponderaci¨®n que ha demostrado cumplidamente Walesa en la creaci¨®n, direcci¨®n y organizaci¨®n de un movimiento arriesgado y ya permanente, que significa nada menos que minar un r¨¦gimen dictatorial y, al mismo tiempo, enfrentarse a la superpotencia dominante de ese pa¨ªs, no ignora la trascendencia p¨²blica de esa visita; como el propio Papa no ignora tampoco en qu¨¦ se compromete cuando le recibe. La explicaci¨®n de Walesa es demasiado simple (?Voy a ver al Papa porque soy creyente?), al igual que las continuas declaraciones de que la Iglesia cat¨®lica no se inmiscuye en el movimiento sindicalista no son ya convincentes: menos cuando se ha visto a la Virgen Negra presidir manifestaciones y huelgas, y cuando los sindicalistas de Solidaridad se ofrecen a construir gratis iglesias nuevas ?fuera de las horas de trabajo?. Ni siquiera Lech Walesa va solo al Vaticano: le escoltan quince dirigentes de Solidaridad.El lenguaje de esta entrevista es precisamente el de mostrar que hay una fuerza espiritual y un sentido de pol¨ªtica cristiana en el movimiento polaco. Ni su condici¨®n de creyente basta, o es tan fuerte como para suponer un desafi¨®, ni la teor¨ªa conspiratoria de que va a recibir consignas o instrucciones tiene ninguna credibilidad, porque para ello habr¨ªa otras v¨ªas m¨¢s o menos discretas. La visita es un fin en s¨ª, un acto m¨¢s en esta sublevaci¨®n lenta y medida contra un r¨¦gimen biol¨®gicamente acabado, muerto de vejez y esclerosis, abandonado en la pr¨¢ctica por sus propios dirigentes. Significa que la protesta y la sublevaci¨®n van m¨¢s all¨¢ de unas condiciones materiales de vida, de un mal reparto de la pobreza y de la queja contra la falta de libertades p¨²blicas; va en el sentido de la aceptaci¨®n de otro orden filos¨®fico, de otro concepto de la vida. De lo que Wojtyla mismo ha considerado como una ?cultura? que se ha revelado ?a la hora de la verdad como m¨¢s poderosa que todas las dem¨¢s?.
No oculta tampoco el Papa su sensaci¨®n de triunfo. Y con una raz¨®n personal: porque durante toda la vida ha trabajado en Polonia por el predominio de esa cultura -de esa pol¨ªtica, de esa concreci¨®n total de la vida y del desarrollo de la sociedad y el hombre- que ahora, si no ha conquistado el poder, ha destruido a su enemigo. Una lucha en la que no ha cesado por la elecci¨®n al solio. pontificio.
La visita: de la criatura a su creador (?voy como un hijo a ver a su padre?) supone este reconocimiento p¨²blico. Aun desde?ando el posible retroceso en la opini¨®n p¨²blica de quienes, estando claramente frente a la forma de opresi¨®n que representa el comunismo. temen tambi¨¦n el predominio de una era vaticanista y creen que hay otras alternativas.
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