Sciascia: "Quienes buscan aplastar a los socialistas desean el cad¨¢ver del juez"
Minutos despu¨¦s de conocerse el comunicado n¨²mero 10 de las Brigadas Rojas, en el que se anunciaba la liberaci¨®n, ?como gesto de magnanimidad?, del ?verdugo D'Urso?, Juan Arias entrevist¨® en Roma a Leonardo Sciascia. El famoso escritor y diputado del Partido Radical hab¨ªa sido el primero en lanzar un llamamiento a los directores de peri¨®dicos para que publicaran los documentos de los presos de Trani y Palmi como un gesto de humanidad, ?en estado de constre?ida necesidad para salvar la vida de un hombre?.Sciascia, que ha sido durante todo el secuestro del magistrado la voz intelectual m¨¢s clara en favor de un gesto capaz de devolver al juez vivo a su familia, hab¨ªa lanzado ayer por la ma?ana, horas antes de que llegase el nuevo comunicado de los terroristas, un llamamiento directo a las Brigadas Rojas a trav¨¦s de veinticuatro emisbras de radio. Entre otras cosas, les hab¨ªa dicho: ?Vuestra causa, la causa por la que dec¨ªs luchar, la hab¨¦is perdido desde hace tiempo. Ser¨ªa una t¨¦trica burla descubrir ma?ana que hab¨ªais actuado mortalmente por intereses que os aplastar¨¢n tambi¨¦n a vosotros. Hab¨¦is rechazado ser un instrumento ciego de maniobras ajenas. Pero si en este momento asesin¨¢is al juez D'Urso no os cubre ni siquiera la duda de serlo de verdad?.
Pregunta. Si Giovanni d'Urso es liberado, ?ser¨ªa una prueba de que se pod¨ªa haber salvado Aldo Moro?
Respuesta. En primera lugar, ser¨¢ necesario esperar para estar seguro de que lo encontraremos vivo. Podr¨ªa a¨²n morir, incluso despu¨¦s de haber sido liberado. De todos modos, creo que era m¨¢s dificil salvar a Moro. En aquella ocasi¨®n creo que hab¨ªan decidido desde el primer momento asesinarle. Con la ejecuci¨®n de Moro, las Brigadas Rojas obtuvieron un resultado cierto y claro: dejar hu¨¦rfana a la democracia cristiana.
P. Entonces, ?por qu¨¦ los democristianos no se empe?aron entonces a fondo para no quedarse hu¨¦rfanos, intentando salvarle a toda costa?
R. Porque el sector de la democracia cristiana inteligente y de buena fe tuvo miedo de que los comunistas pudieran abandonar el compromiso hist¨®rico.
P. ?C¨®mo se explica la divergencia tan grande entre los dos partidos de la izquierda tradicional, es decir, entre los socialistas, que se han mantenido siempre en la l¨ªnea humanitaria, y los comunistas, defensores de la firmeza total?
R. Porque los dos partidos tienen a sus espaldas dos historias muy diversas. Tienen, por ejemplo, un concepto del Estado muy distinto. Los comunistas, pienso, siguen m¨¢s a los muertos que a los vivos.
P. Si se confirmara la liberaci¨®n de D'Urso, ?se podr¨ªa afirmar que se ha registrado un cambio estrat¨¦gico en las Brigadas Rojas?.
R. No mucho. Habr¨ªan calculado la conveniencia teniendo en cuenta, sobre todo, a sus compa?eros encarcelados. Ellos temen lo peor de este Estado.
P. ?Se puede afirmar que a alguien le interesaba encontrar a D'Urso muerto?
R. No hay duda. Quien busca la crisis de Gobierno y el aplastamiento de los socialistas lo desea cad¨¢ver. Por eso los radicales hemos querido en esta ocasi¨®n ayudar a los socialistas, aunque ha contribuido lo que se podr¨ªa llamar, si el t¨¦rmino no fuera rid¨ªculo, mov¨ªmiento del alma, una especie de alegr¨ªa humana de que pudiera triunfar la vida sobre la muerte.
P. ?Qu¨¦ hubiera cambiado esta tarde si las Brigadas Rojas hubieran anunciado la ejecuci¨®n del magistrado?
R. La espiral de los efectos pol¨ªticos que se deseaban con la firmeza quedaba indicada. en el t¨ªtulo a toda p¨¢gina de Repubblica de ayer: ?Craxi, aislado en el Gobierno?.
P. ?Qui¨¦n intentar¨¢ capitalizar la salvaci¨®n de D'Urso?
R. L¨®gicamente, el Gobierno dir¨¢ que lo han salvado ellos, con el cierre de la c¨¢rcel de Asinara y la firmeza de la autocensura de los mayores diarios, y de la radio, y la televisi¨®n. Pero el italiano es un pueblo inteligente. No es verdad que el pueblo est¨¦ dividido. Hasta el ¨²ltimo taxista no consegu¨ªa comprender c¨®mo se pod¨ªa dejar de salvar una vida por no publicar dos comunicados alucinantes que nada a?ad¨ªan a los otros miles publicados continuamente en estos a?os. Si hubieran pedido otras cosas que mortificasen al Estado hubiese sido distinto.
P. ?C¨®mo es posible que la policia no coja nunca a los secuestradores?
R. Se trata de una falta de preparaci¨®n incre¨ªble. Yo le he dicho al, jefe de la polic¨ªa que deber¨ªa leerse el libro La carta robada, de Edgar Allan Poe, para que comprendiera la paradoja de lo invisible de lo demasiado visible. Estoy seguro que Moro y D'Urso han esnido siempre en Roma, a dos palmos de narices de ellos. Se llega al absurdo de que los terroristas escapan no s¨®lo de la polic¨ªa, sino hasta del c¨¢lculo de probabilidades.
P. Los diarios de la llamada firmeza han criticado como bochornoso e inhumano el que la hija del juez se viera obligada, para salvar a su padre, a leer en la televisi¨®n un documento en el que se llama verdugo a su padre.
R. Aparte de que lo hubiera hecho cualquier hija bien nacida del mundo, esta humillaci¨®n a la hija de Giovanni d'Urso se la pod¨ªan haber ahorrado, precisamente quienes la acusan: quienes se negaron a publicar los documentos.
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