1992, Juegos Ol¨ªmpicos
Juan Antonio Samaranch, el d¨ªa que fue elegido presidente del Comit¨¦ Ol¨ªmpico Internacional, en sus habitaciones del hotel Mosc¨², dijo que su gran ilusi¨®n era despedirse del cargo en la clausura de unos Juegos Ol¨ªmpicos ?espa?oles?. No fue una frase. Es toda una ambici¨®n. La fecha, 1992, a?o en que se cumplen los cinco siglos del descubrimiento de Am¨¦rica.Dentro de dos a?os comenzar¨¢ a hablarse de las posibles ciudades sede, y en 1985 el COI adjudicar¨¢ los Juegos de 1992. Hay once a?os para prepararlos y la casi seguridad de que la organizaci¨®n de los Juegos ser¨ªa concedida a Espa?a. Entre otras cosas, por la coincidencia de la fecha hist¨®rica.
La oportunidad de conseguir la organizaci¨®n es clara. Las circunstancias econ¨®micas del pa¨ªs y el futuro escasamente optimista plantean de entrada serias dudas. Los Juegos padecen un gigantismo que obliga a grandes inversiones. La f¨®rmula que se va a seguir en Los Angeles quiz¨¢ abra perspectivas que, desde el punto de vista econ¨®mico, hagan del olimpismo una manifestaci¨®n viable.
Pasado el Mundial-82 cabe la posibilidad de que el suplemento que ahora existe en las quinielas permanezca, y ello podr¨ªa sustentar econ¨®micamente esa posible Olimpiada hispana. Tomada la antorcha en su debido momento, podr¨ªa asegurarse un beneficio superior al coste. El reto espa?ol est¨¢ basado sobre el supuesto de que compartieran la organizaci¨®n Madrid y Barcelona. Es un proyecto del que hay que comenzar a hablar. Improvisado ser¨ªa inviable.
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