El aire que est¨¢n respirando los madrile?os

No merece llamarse aire, pero aire es. Con su nitr¨®geno y su ox¨ªgeno, este ¨²ltimo en menor cantidad de lo normal. Pero no es s¨®lo esta pobreza en ox¨ªgeno lo que caracteriza al aire contaminado; lo realmente grave es la suma de compuestos l¨ªquidos, s¨®lidos o gaseosos que se a?aden artificialmente a la atm¨®sfera ciudadana. Desde el venenoso mon¨®xido de carbono, producido por los tubos de escape de los veh¨ªculos, hasta el corrosivo anh¨ªdrido sulfuroso, emitido por las chimeneas de calefacci¨®n y los motores diesel; desde el asbesto de los forros de frenos y embragues hasta el plomo de las gasolinas; desde los hidrocarburos inquemados de los tubos de escape de coches, camiones y autobuses, casi todos ellos probadamente cancer¨ªgenos (benzopireno, fluorantreno), hasta los venenosos alquitranes y hollines, residuos de todo tipo de combusti¨®n (motores, calefacciones, industrias). Sin contar con los ¨®xidos de nitr¨®geno, irritantes de los ojos y del sistema respiratorio, y el polvo, omnipresente en la seca atm¨®sfera de Madrid y nefasto para los asm¨¢ticos y dem¨¢s enfermos del pulm¨®n.?Para qu¨¦ seguir? Si no llegan las borrascas o los vendavales, la cosa tiene poco remedio. Mientras no se plantee una pol¨ªtica de descontaminaci¨®n a largo plazo, como se hizo en Londres, reconvirtiendo las calefacciones de carb¨®n o gas¨®leo al gas y la electricidad. y reordenando el tr¨¢fico, las emisiones industriales y el crecimiento urbano, todo lo que quiera hacerse para remediar el problema s¨®lo tiene un nombre: parches.