Hern¨¢ndez Quero y Ram¨®n Gaya: dos homenajes gr¨¢ficos
Se ha editado en Granada un volumen sobre la obra gr¨¢fica de Hern¨¢ndez Quero, pintor granadino que estudi¨® en las Escuelas Superiores de Bellas Artes de Sevilla y Madrid, miembro de la Academia Real de Bellas Artes de Granada y profesor en la Escuela de Artes y Oficios de Madrid. La edici¨®n consta de mil ejemplares.El libro se abre con unas palabras de Lafuente Ferrari, quien destaca en la obra del pintor esos ?paisajes amplios, de horizonte alto, colores mates y sensibles, en los que, a veces, con sobriedad, la figura acent¨²a con su silenciosa presencia el valor del paisaje impregnado de una cierta aura de misterio?. El prologuista, S¨¢nchez-Mesa, ve en Hern¨¢ndez Quero a un artista cl¨¢sico de hoy.
Este artista es comparado con Morandi, V¨¢zquez D¨ªaz, Zurbar¨¢n, S¨¢nchez Cot¨¢n, los intimistas holandeses del XVII y los primitivos cuatrocentistas. Ahondando en el tema espec¨ªfico de la monograf¨ªa, a?ade el prologuista: ?El conocimiento t¨¦cnico del grabado, en sus diversas modalidades, conjugado con el empleo de barnices, resinas y retoques, le permite, con los medios m¨¢s sencillos, conseguir altos niveles de valores pl¨¢sticos y hondos acentos sem¨¢nticos?.
S¨¢nchez Ortiz traza un esquema biogr¨¢fico del pintor. Y el volumen se cierra con numerosas reproducciones, a partir de un dibujo al pastel realizado en 1952, donde figuras y paisajes son tratados con mano minuciosa y rotunda sencillez.
La Editora Regional de Murcia ha publicado, por su parte, un libro de homenaje al pintor murciano Ram¨®n Gaya, de 172 p¨¢ginas, con nota preliminar de Eloy S¨¢nchez Rosillo.
Jos¨¦ Bergam¨ªn, Rosa Chacel y Jorge Guill¨¦n, entre otros, contribuyen con poemas en honor del homenajeado. Otros muchos escritores ofrecen su prosa para el mismo fin; sobresalen los textos de Juan Gil-Albert, Antonio S¨¢nchez Barbudo y Mar¨ªa Zambrano. Escribe esta ¨²ltima: ?Y lo que dan a contemplar por el pronto los cuadros de Gaya es esa misteriosa vida de la pintura: se desprende de ellos, se derrama en lo que la pintura tiene de llanto, de llanto sin tristeza, de llanto entre cielo y tierra, de llanto de los cuerpos creados que vierten su alma prisionera. No pinta cosas, sino sucesos, aconteceres entre los elementos de la creaci¨®n. M¨¢s bien, un suceso ¨²nico, la redenci¨®n de la oscura, opaca tierra por la luz, en el agua; agua en que, al f in, todo se resuelve, como si el cuerpo de la pintura fuera- agua o a su modo?.
La edici¨®n, que adolece de cierto mal gusto en el aspecto visual, se resiente en especial cuando aborda lo iconogr¨¢fico, impreso sobre mal papel. All¨ª, sin embargo, se reproduce una curiosa tarjeta enviada por Juan Ram¨®n Jim¨¦nez al pintor. El texto se halla al dorso de una reproducci¨®n de Van Gogh, est¨¢ escrito en Washington.
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