A prop¨®sito del V Congreso del PSUC
Uno de los aspectos m¨¢s interesantes del V Congreso del PSUC es que constituye una excepci¨®n a lo que com¨²nmente se piensa sobre las elites y sus bases. En este congreso, la base de una organizaci¨®n -y una organizaci¨®n m¨¢s estricta que otras- ha conseguido derrotar al v¨¦rtice de la pir¨¢mide. (La met¨¢fora de la pir¨¢mide es seguramente insuficiente para la comprensi¨®n general de las cuestiones del poder, pero parece bastar en este caso.)La explicaci¨®n conspirativa del acontecimiento, que lo atribuye a la actuaci¨®n de unos pocos cuadros de la secretar¨ªa de organizaci¨®n, es, en este caso, tan endeble como siempre. Es s¨®lo un consuelo o desahogo ritual y una vergonzante trinchera pol¨ªtica del sector, cuya condici¨®n de minor¨ªa ha quedado de manifiesto en el congreso. La secretar¨ªa de organizaci¨®n del PSUC llevaba muchos a?os -decenios- bajo la direcci¨®n de una misma persona. En el supuesto de que la actuaci¨®n de ¨¦sta y sus pocos colaboradores inmediatos hubiera sido una causa eficaz del resultado de este V Congreso, habr¨ªa que preguntarse por qu¨¦ lo ha sido ahora y no mucho antes. Por esta v¨ªa, como por otras varias, se llega a una conclusi¨®n bastante clara para quien considere lo ocurrido sin esp¨ªritu de bander¨ªa: la irrealidad de la pol¨ªtica del PCE-PSUC, su inconsistencia anal¨ªtica, salta ya a la vista de tal manera que la base obrera del partido, pese a estar insuficientemente provista de elementos de juicio, ha podido superar las inhibiciones de la disciplina y de la reverencia a los jefes. La interpretaci¨®n conspirativa de los hechos no merece la consideraci¨®n de quien conoce la pasi¨®n con que los delegados obreros han sostenido sus puntos de vista, articulados generalmente de manera muy simple, pero bastante esencial. El eurocomunismo, le gritaba un delegado obrero en una comisi¨®n del congreso a uno de los delegados a los que la Prensa llama leninistas, ?no es una palabra; es romper huelgas?.
No es ajena a lo dirimido en el V Congreso del PSUC la debilidad del eco que ha tenido esa sorprendente oleada de democracia de base. Se pueden destacar, por lo exacto de sus observaciones al respecto, un par de p¨¢rrafos en sendos editoriales de EL PA?S, en los que el editorialista registraba la evidencia de que el V Congreso del PSUC no ha sido un juego con cartas marcadas, como lo son tantos congresos de tantos partidos y organizaciones; y, sobre todo, un editorial agudo y completo de Diario de Barcelona. Pero, en general, la Prensa, y tambi¨¦n la minor¨ªa derrotada, no parecen querer notar la interesante ruptura de la ley de las burocracias que es el V Congreso del PSUC. La nueva extrema derecha est¨¢ verdaderamente escandalizada por el atrevimiento de la plebe pol¨ªtica comunista: un editorial de Diario 16 reclama que se desplieguen mecanismos de represi¨®n eficaces por si ese bajo pueblo comete desmanes.
La reacci¨®n contra la mayor¨ªa del V Congreso del PSUC suele tener car¨¢cter elitista, no s¨®lo por parte de la derecha, sino tambi¨¦n en la pluma (y aun m¨¢s violentamente en la boca) de la minor¨ªa derrotada. Esta se expresa con una prepotencia despectiva que revela la consciencia de superioridad del especialista en la t¨¦cnica y poder sobre el reba?o de comunes mortales llamados a obedecer a los que saben y pueden. No hay ninguna duda de que esa consciencia de superioridad est¨¢ bien fundada si se acepta la jerarqu¨ªa de valores de esta sociedad. Los pobres vencedores del V Congreso muestran su pesar, con la primariedad de sus conceptos y con su falta de intelectuales (en el aparato del partido y en la producci¨®n), que no pueden sostener una batalla de palabras con la peque?a burgues¨ªa intelectual de t¨¦cnicos y pol¨ªticos profesionales a la que han derrotado sorprendentemente y, sin duda, p¨ªrricamente.
Las divisiones de clase dentro de las mismas organizaciones pol¨ªticas no han desaparecido por el hecho de que la cultura dominante las ignore o las declare caducas. Pero esa no es la ¨²nica evidencia recordada por el V Congreso del PSUC. Otra de bastante inter¨¦s es la organicidad social de los grupos de intelectuales. El antimarxismo, hoy imperante, y la inveterada costumbre de citar a los cl¨¢sicos de o¨ªdas creen que el concepto gramsciano de la organicidad o inorganicidad de los grupos de intelectuales en determinadas capas sociales es un asunto program¨¢tico, o de voluntad pol¨ªtica. En realidad no se trata de un fen¨®meno tan pol¨ªtico, sino de un hecho de ra¨ªces m¨¢s profundas, y m¨¢s accesible al estudio de los soci¨®logos y los historiadores que a la voluntad de los pol¨ªticos. La evoluci¨®n del PSUC, cuyo resultado presente queda de manifiesto en el V Congreso, ha llevado a que el grupo de intelectuales (incluidos los pol¨ªticos profesionales que lo representan en los parlamentos y otras instituciones) no sea org¨¢nico en su base obrera, sino m¨¢s bien en el dispositivo pol¨ªtico de la clase dominante, y as¨ª en esta misma. (Ese no es un hecho sin precedentes: en la segunda internacional, ocurri¨® ya antes de la primera guerra mundial, causando en varias secciones nacionales choques entre las fracciones parlamentarias y otras instancias del partido.) De ah¨ª que se exprese respecto de la base obrera con el mismo desprecio y la misma violencia que los intelectuales expl¨ªcitamente org¨¢nicos en la clase dominante, por ejemplo, los periodistas de la derecha social. De ah¨ª tambi¨¦n que ¨¦stos sientan ahora simpat¨ªa por los intelectuales -de aparato o no- dominantes en los grupos parlamentarios comunistas: el mismo n¨²mero de Diario 16 que levantaba el pared¨®n para los obreros comunistas publicaba un elogio de uno de los intelectuales parlamentarios del PSUC.
Interpretaciones
La intelectualidad del PSUC y del PCE ha empezado en seguida a realizar una de las tareas m¨¢s caracter¨ªsticas del trabajo intelectual: la interpretaci¨®n de lo ocurrido. (Su situaci¨®n al hacerlo es excepcional: trabaja pro domo sua, ella misma es el grupo dominante a cuyo poder directo ha de servir su trabajo, cosa ins¨®lita en la pr¨¢ctica intelectual.) Hasta el momento ha producido dos interpretaciones, una de las cuales se presenta en dos versiones. Miembros del grupo procedente de bandera roja ofrecen como interpretaci¨®n de lo ocurrido la construcci¨®n, ya mencionada, en clave de la teor¨ªa conspirativa de la historia. No vale la pena detenerse ante ese pobre intento. La primera versi¨®n de la otra explicaci¨®n ha sido repetidamente propuesta por Santiago Carrillo. Consiste en reconocer el malestar de la base comunista, que habr¨ªa llevado en el PSUC al resultado del V Congreso, explicando ese malestar por la crisis econ¨®mica y las dificultades de la transici¨®n.
Parece permisible inferir de esa explicaci¨®n, por implicaci¨®n, que Santiago Carrillo ve en el descontento de la mayor¨ªa de la base obrera comunista ingenuidad pol¨ªtica, frustraci¨®n de esperanzas infundadas, en suma, la ignorancia de los legos. Seguramente hay mucha verdad en esa explicaci¨®n. Creemos que su defecto es que est¨¢ demasiado lejos de ser toda la verdad. La segunda versi¨®n de esta explicaci¨®n se puede atribuir a Antonio Guti¨¦rrez: consiste en a?adir a la versi¨®n anterior el reconocimiento autocr¨ªtico de errores, por ejemplo, en el seguimiento de los acuerdos de la Moncloa. Esta versi¨®n tiene tambi¨¦n su verdad -algo m¨¢s que la anterior, al menos en la intenci¨®n-, pero igual mente deja fuera de consideraci¨®n una causa importante de la frustraci¨®n de la mayor¨ªa obrera comunista.
Esa causa es el hecho de que su partido se ha identificado en la crisis con un sistema socioecon¨®mico al que las crisis son inherentes,el hecho de que su partido ha aceptado una Constituci¨®n que consagra una econom¨ªa que avanza a trav¨¦s de crisis, el hecho de que su partido ha pretendido demag¨®gicamente hallar salidas progresivas a la crisis estrictamente dentro del sistema, y ha presentado as¨ª la crisis como un extra?o resultado de la mala voluntad o de la incompetencia de los gobernantes. La base obrera del partido comunista no es tan necia como para reprocharle a ¨¦ste que el capitalismo sufra crisis (sobre los problemas econ¨®micos de las sociedades del Este no tiene ni informaci¨®n ni instrumentos conceptuales, que no encuentra ni en el partido ni fuera de ¨¦l); lo que le reprocha es su adhesi¨®n al sistema de las crisis, su complicidad con lo establecido.
La mayor¨ªa del V Congreso del PSUC no ha conseguido decir claramente m¨¢s que dos ideas: que rechaza el tipo de pol¨ªtica que da de s¨ª cosas como los pactos de la Moncloa, y que la oposici¨®n al imperialismo capitalista es un elemento de su identidad moral e ideal. Esto ¨²ltimo lo ha dicho en la resoluci¨®n final del congreso, con la condena del innumerable asesinato cotidiano perpetrado en El Salvador por un Gobierno t¨ªtere de Estados Unidos, bajo la direcci¨®n de asesores norteamericanos. Ambas posiciones, por escasamente lograda que est¨¦ su articulaci¨®n, consiguen la adhesi¨®n de todas las personas y de todos los grupos que tienen algo que ver con las ideas comunistas. Eso explica el florecimiento de iniciativas, discusiones, reuniones de ex militantes del PSUC y del PCE que se est¨¢n produciendo estos d¨ªas en Barcelona y su comarca, Asturias y Andaluc¨ªa, que sepamos. La reacci¨®n primaria en estos ambientes, frecuentados por personas que dejaron el partido comunista durante los ¨²ltimos diez a?os, es de acercamiento a ese partido, atra¨ªdas por la tendencia de la base obrera a recuperar su consciencia anticapitalista. Pero no es probable que ese estado de ¨¢nimo dure mucho, porque la debilidad relativa de los vencedores del V Congreso del PSUC, la en¨¦rgica y unitaria reacci¨®n del establecimiento burgu¨¦s -desde la extrema derecha, pasando por los socialistas, hasta los mismos intelectuales y pol¨ªticos derrotados del PSUC contra la osad¨ªa de los incultos, y, por ¨²ltimo, la funci¨®n previsible -y en parte confesada ya- de los cuadros injustificadamente llamados leninistas, que es la de escamotear la victoria de quienes los han votado y desanimar a la mayor¨ªa obrera, hacen muy poco probable que ese curiosum que es para la ciencia pol¨ªtica el V Congreso del PSUC llegue a dar lugar a algo que se consolide. Lo m¨¢s probable es que la ley de las elites burocr¨¢ticas vuelva a imponerse en poco tiempo: los obreros del cintur¨®n-industrial estar¨¢n de sus ocho a diez horas en las f¨¢bricas y en los tajos, mientras los pol¨ªticos profesionales, alimentados con sus cuotas o con las remuneraciones ganadas mediante sus votos, dedican veinte horas al d¨ªa a recomponer la red m¨¢gica de la opresi¨®n cultural. La base obrera mayoritaria en el V Congreso puede contar con muy pocos intelectuales -unos cuantos abogados laboralistas, un ingeniero, un pol¨ªtico profesional, y muy pocos m¨¢s-, y a¨²n s¨®lo relativamente, pues, como se vio en el congreso, las posiciones a las que apasionadamente lleg¨®, la mayor¨ªa obrera rebasaban ampliamente las formulaciones del n¨²cleo que intentaba ser su portavoz. En cualquier caso, estos pocos portavoces no se decidir¨¢n a intentar una batalla de ideas contra el ej¨¦rcito de profesores, periodistas, magistrados, arquitectos, m¨¦dicos, pol¨ªticos profesionales... Esta sociedad es as¨ª. En ella siguen vigentes cosas vistas -y, en nuestra opini¨®n, mal entendidas- por Kautsky y por Lenin hace mucho tiempo a prop¨®sito de las relaciones entre obreros e intelectuales.
Dudas sobre la consolidaci¨®n
De modo que consideramos muy poco probable que la fugaz victoria de la mayor¨ªa obrera del PSUC se consolide. Por otra parte, creemos que una conmoci¨®n en s¨ª misma tan notable como el V Congreso del PSUC es todav¨ªa demasiado poco para poner en marcha un proceso de reconstrucci¨®n comunista. El PCE y el PSUC llevan ya tantos a?os degradando su sustancia que, aunque sus crisis puedan tener importancia en el camino hacia la constituci¨®n de una nueva cultura comunista, no abren un horizonte suficiente para ese camino. El mismo estallido de consciencia obrera en el V Congreso del PSUC adopta, por falta de otra cosa, los conceptos acomodaticios y el l¨¦xico vago de los eurocomunistas.
La situaci¨®n de derrota del comunismo entre el martillo imperialista occidental y el yunque del despotismo oriental es demasiado grave para que la pueda compensar la crisis de consciencia de un partido.
Esa crisis, sin embargo, tiene mucho inter¨¦s, porque recuerda que la base humana, social y moral del comunismo sigue ah¨ª, en las necesidades de la humanidad explotada y oprimida. Esa persistencia, por debajo de la marea ideol¨®gica y propagand¨ªstica que acompa?a a los primeros escarceos de la nueva ofensiva imperialista del rearme y la generalizaci¨®n de las t¨¦cnicas destructoras del planeta, constituye el principal fundamento en que basar la resistencia al futuro, muy poco deseable, implicado por la recomposici¨®n de la econom¨ªa capitalista a trav¨¦s de esta crisis. En ese fundamento pueden conseguir consistencia los intentos de hallar formas de vida alternativas a la perspectiva anunciada por la nueva escalada del armamento at¨®mico, el creciente desarrollo de las armas biol¨®gicas y las centrales nucleares, pensando en cuyo plutonio se regodean ya tantos aguerridos estrategas de pa¨ªses peque?os o medianos. Hace tiempo ya que la esperanza de evitar el fatal camino seguido por las clases dominantes estriba en llegar a la uni¨®n del movimiento obrero, no con sus explotadores -en Gobiernos de concentraci¨®n o en consensos-, sino con las fuerzas que rechazan la din¨¢mica del desastre. Tambi¨¦n en este punto el V Congreso del PSUC da cierta vida a esa esperanza, con su oposici¨®n a las centrales nucleares. Mucha gente puede obtener la nueva o reforzada motivaci¨®n para seguir esforz¨¢ndose dentro de esa perspectiva. Mientras tanto, el V Congreso del PSUC nos ha refrescado con el agradable espect¨¢culo de la derrota (por fugaz que sea) de un equipo pol¨ªtico de peque?os burgueses, profesionales de la palabra, a manos, principalmente, de obreros de la construcci¨®n del Vall¨¦s y el Bajo Llobregat.
Esta tribuna est¨¢ firmada tambi¨¦n por los miembros de la redacci¨®n de la revista Mientras Tanto, compuesta por
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