Viaje a un enclave guerrillero a 50 kil¨®metros de San Salvador
San Lorenzo es un pueblo fantasma. Hace unos meses dicen que ten¨ªa 2.000 habitantes. Hoy s¨®lo viven all¨ª veinte familias, apenas cincuenta personas, en su mayor¨ªa mujeres y ni?os. Algunas de las casas abandonadas las ocupan un centenar de guerrilleros que se asentaron aqu¨ª tres meses atr¨¢s, mucho antes de que la direcci¨®n del Frente Farabundo Mart¨ª de Liberaci¨®n Nacional (FMLN) lanzase la consigna de la ofensiva general. ?La gente huy¨® en octubre, despu¨¦s de una matanza en la que murieron veinticuatro personas. Por eso decidimos ocupar el pueblo. Desde entonces han regresado varias familias. Hemos sufrido ataques, pero los hemos rechazado todos y estamos en condiciones de mantener nuestra posici¨®n?. Gustavo Ram¨ªrez es uno de los comandantes. Tiene veinticinco a?os y lleva tres encuadrado en el Partido Revolucionario de los Trabajadores Centroamericanos (PRTC). Antes era estudiante de Econom¨ªa en la UCA, la universidad de los jesuitas.
El pueblo est¨¢ a poco m¨¢s de cincuenta kil¨®metros de la capital, muy cerca de la carretera que lleva a San Vicente. Se llega por un camino de tierra, cegado por tres ¨¢rboles enormes. Desde aqu¨ª hay media hora a pie. Por si alguien decide cruzar en coche la zona de los ¨¢rboles, a¨²n le esperan dos enormes zanjas. Mientras el grupo de periodistas camina hacia el pueblo, un avi¨®n y un helic¨®ptero sobrevuelan la zona a baja altura. Hay que esconderse porque desde el aire no se distingue a un periodista de un guerrillero. A medio kil¨®metro de San Lorenzo, dos muchachos dicen que ya hab¨ªan detectado la presencia del grupo. S¨®lo quieren cigarrillos.Situaci¨®n inestable
?La situaci¨®n militar de la zona es bastante inestable?, admite Gustavo Ram¨ªrez. ?En San Esteban Catarina hay una guarnici¨®n, y en San Sebasti¨¢n, fuerzas paramilitares?. A dos horas de camino se llega hasta un cerro desde donde puede verse a los soldados con ayuda de unos prism¨¢ticos. Aqu¨ª, a la sombra del volc¨¢n San Vicente, a lo largo de unos ocho kil¨®metros, la guerrilla a¨²n controla los caminos y unas peque?as aldeas.
La posici¨®n parece muy fr¨¢gil. Los guerrilleros aseguran que no. ?Tenemos gente en toda la zona y cualquier ataque lo conocemos con suficiente antelaci¨®n. Hace unas semanas, el Ej¨¦rcito entr¨® en el pueblo, pero fue porque nosotros nos replegamos. Quemaron unas casas, mataron nueve bestias de carga y se fueron. Tambi¨¦n nos han bombardeado desde un avi¨®n con cohetes tipo rocket de 80 mil¨ªmetros, pero aqu¨ª estamos? .
Reconocen que las comunicaciones son ?algo lentas?. No se ven aparatos de radio. Los mensajes deben ser transmitidos personalmente. A veces llegan tarde o no llegan. Los correos han servido en ocasiones para conducir al Ej¨¦rcito hasta los campamentos.
La mejor dotaci¨®n de la guerrilla son sus fusiles. Se ven algunos viejos m¨¢useres que han hecho todas las guerras del ¨²ltimo tercio de siglo y unas pocas carabinas capaces de matar un elefante, pero casi todos los guerrilleros portan unos FALN reci¨¦n estrenados. ?Son del mercado negro internacional?, asegura uno de los comandantes.
La falta de unidad es quiz¨¢. el flanco m¨¢s d¨¦bil. Este centenar de hombres armados est¨¢ organizado en cuatro comandos, que obedecen s¨®lo a sus respectivas organizaciones. El pasado d¨ªa 10, uno de los comandos se neg¨® a participar en el ataque a San Esteban Catarina porque no ten¨ªan arden de su direcci¨®n. La unidad s¨®lo ha llegado a la direcci¨®n del FMLN. De ah¨ª para abajo, cada grupo va a su aire.
Dentro del ¨¢rea guerrillera funciona un peque?o hospital de campa?a, atendido por un cirujano, una enfermera y un estudiante de Medicina. ?En caso de urgencia, podemos hacer cualquier operaci¨®n?.
La dieta b¨¢sica son los frijoles, el arroz y el ma¨ªz. ?Los agricultores nos venden su cosecha a precio justo y nosotros nos encargamos de distribuirla. La parte que corresponde a los cr¨¦ditos del Gobierno nos la entregan a nosotros?.
San Lorenzo es poco m¨¢s que una calle larga y una plaza, con casas deshabitadas a, uno y otro lado. Un matrimonio mayor, de 57 y 55 a?os, dice que siguen en el pueblo porque lo ¨²nico que tienen despu¨¦s de treinta a?os de trabajo es su casita -poco m¨¢s que cuatro paredes con techo- Tienen miedo, c¨®mo no, pero piensan quedarse aqu¨ª.
En el camino de regreso el avi¨®n Vuelve a pasar de nuevo. Es la quinta vez en dos horas. Los campos de ca?a, a¨²n no cortados, son el ¨²nico refugio. En San Salvador, apenas a una hora de coche ' Duarte dice que no hay un solo pueblo en poder de la guerrilla. Quiz¨¢ por eso ayer empez¨® el fuego de mortero en torno a San Lorenzo.
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