El estado de la cuesti¨®n salvadore?a
Hace pocos d¨ªas, el actual presidente de El Salvador, Jos¨¦ Napole¨®n Duarte, declaraba a una radio espa?ola, en respuesta a la cuesti¨®n de un periodista, que el Ej¨¦rcito salvadore?o hab¨ªa sido durante cincuenta a?os el sostenedor de la oligarqu¨ªa del pa¨ªs en su permanente explotaci¨®n del pueblo salvadore?o, y atribu¨ªa a esa terrible tradici¨®n el que la actual Fuerza Armada, y sobre todo los Cuerpos de Seguridad, no pudieran cambiar sus h¨¢bitos de un d¨ªa para otro. Efectivamente, despu¨¦s de la matanza de 1932, cuando a requerimiento de esa oligarqu¨ªa y por temor a un levantamiento campesino el aparato militar y policial asesin¨® a cerca de 30.000 campesinos y obreros, esos cincuenta a?os lo han sido de explotaci¨®n y de represi¨®n, que han mantenido a la mayor¨ªa de la poblaci¨®n en condiciones infrahumanas de vida y a los l¨ªderes opositores en el exilio, en la c¨¢rcel o en la tumba.Espa?a y los paises occidentales dif¨ªcilmente pueden hacerse idea de los extremos de opresi¨®n y de represi¨®n en que ha vivido el pueblo salvadore?o durante estos cincuenta a?os, a pesar de espor¨¢dicos intentos reformistas, que fueron pronto desvirtuados por la permanente alianza oligarqu¨ªa-Ej¨¦rcito.
Pero ha sido 1980 el a?o de m¨¢xima represi¨®n despu¨¦s de 1932. Analistas imparciales han podido comprobar la muerte de m¨¢s de 10.000 salvadore?os en este fat¨ªdico a?o de entre una poblaci¨®n que no alcanza los cinco millones de habitantes, en menos de 21.000 kil¨®metros cuadrados. De estos 10.000, m¨¢s de 7.000 lo han sido a manos del aparato militar y de las bandas paramilitares de extrema derecha. Estoy dando n¨²meros muy.bajos y plenamente comprobados. Entre miles de v¨ªctimas sin nombre resaltan los asesinatos del arzobispo de San Salvador, del rector de la Un¨ªversidad de El Salvador, de seis m¨¢ximos dirigentes del FDR, todos ellos personas de indudable talante democr¨¢tico, Ni que decir tiene que oficialmente nada se sabe de sus asesinos.
El acoso mortal al que se han visto sometidas durante este per¨ªodo las organizaciones populares de masas, los sindicatos, los educadores -m¨¢s de 150 profesores asesinados en un a?o-los sacerdotes y religiosos, los estudiantes, los obreros y campesinos, es demen cial y fren¨¦tico. Las universidades han sido intervenidas militarmente, colegios de religiosos e institutos oficiales han sido cateados y ba leados. Locales sindicales arrasa dos, campos de refugiados violen tados, medios de comunicaci¨®n dinamitados..., ?C¨®mo es posible esto despu¨¦s de un 15 de octubre de 1979, cuando un grupo de j¨®v.-nes militares, cansados de la corrupci¨®n y de1a represi¨®n, convencidos de la insostenible situaci¨®n sacial del pa¨ªs, derrocan al presidente Romero y establecen una Junta y un Gobierno que acuerpan fuerzas pol¨ªticas y sociales desde la Democracia Cristiana hasta el Partido Comunista?
Cuatro errores
Ante todo, el 15 de octubre se cometieron cuatro equivocaciones fundamentales: a) excluir a las organizaciones de masas y a las organizaciones pol¨ªtico- militares del poder-pol¨ªtico, que les correspond¨ªa por su fuerza y por su participaci¨®n en la lucha contra los poderes olig¨¢rquices y represivos; b) basar todo el proceso en la Fuerza Armada, de la que no se valor¨® su grado de corrupci¨®n y su compleja red de impIicaciones con la clase dominante ycon los procesos represivos pasacos, puntos que, si no afectaban a toda ella, s¨ª a un grupo todav¨ªa poderoso, a pesar de la limpieza inicial: c) pensar que era posible una soluci¨®n intermedia, no ya respecto de la izquierda revolucionaria, sino sobre todo de la clase olig¨¢rquica; d) confiar en que, sin un corte dr¨ªstico y doloroso con los hombres y las pr¨¢cticas usuales en el anterior orden socioecon¨®mico y pol¨ªtico, se pod¨ªa hacer algo realmente nuevo, aunque fuera de modo procesual y progresivo.
Por otro lado, las organizaciones revolucionarias no aceptaron la soluci¨®n del 15 de cictubre, aunque dieron un mes de tregua en su hostigamiento para calibrar sus posibilidades reformistas. Esas posibilidades pronto se mostraron nulas, y as¨ª lo vieron hasta los propios protagonistas del 15 de octubre, que no s¨®lo abandonaron el Gobierno, despu¨¦s de tres meses de experimentar qu¨¦ se pod¨ªa hacer desde dentro, sino que se pasaron paulatinamente a la oposici¨®n hasta llegar a constituir el FDR y a relacionarse org¨¢nicamente con el FMLN. Tres de los cinco hombres de la primera Junia de Gobierno, incluido el coronel Majano, no s¨®lo denunciaron la inviabilidad de esa soluci¨®n, sino tambi¨¦n la complicidad del Gobierno con la b¨¢rbara represi¨®n. Con esa experiencia las fuerzas pol¨ªlicas moderadas, incluida una buena parte de la dirigencia de la Democracia Cristiana, se integraron activamente en la oposici¨®n.
Los hechos represivos que acabamos de inli?uar l¨ªneas arriba y el testimonio de estos hombres, m¨¢s el desplazamiento sistem¨¢tico de la mayor¨ªa de los j¨®venes militares progresistas de sus puestos de mando y de su influjo sobre el proceso, demuestran objetivamente y testifican que el actual Gobierno y el presente esquema pol¨ªtico no son viables, a pesar del descarado apoyo de Estados Unidos y de Venezuela, cuyo intervencionismo econ¨®mico y militar es innegable. No es exagerado afirmar que s¨®lo por la fueria de las armas son capaces de sostenerse en el poder los actuales gobernantes y de impedir que las fuerzas democr¨¢ticas y revolucionarias accedan al poder.
Una interpretaci¨®n irreal
Esta inviabilidad la atribuyen los actuales gobernantes y el Departamento de Estado de Estados Unidos a que las dos extremas, la dereclia y la izquierda, fomentan la violencia e impiden el desarrollo normal de una soluci¨®n centrista, que propugnar¨ªa reformas con libertad. Este esquema interpretativo no responde a la realidad.
Ante todo, porque ese centro no existe ni cuantitativa ni cualitativamente. Cuantitativamente, porque sea lo que sea de la mayor¨ªa silenciosa, a la que se apela precisamente porque no puede hablar, ninguna de las fuerzas pol¨ªticas que pudieran estimarse como pol¨ªticamente centristas est¨¢n con el Gobierno; se han pasado a la oposici¨®n, a pesar de los terribles riesgos que importa este paso. No olvidemos que Duarte ha asumido el poder presidencial por presi¨®n de Estados Unidos y que su ¨²nico apoyo real es el Ej¨¦rcito y aquella parte del poder econ¨®mico que teme la subida al poder de la oposici¨®n. Cualitativamente, porque sus intenciones reformistas son s¨®lo parte de un todo, cuyo significado ¨²ltimo lo reciben en ese todo en que se integran. Y ese todo es la brutal represi¨®n de las fuerzas pol¨ªticas democr¨¢tico revolucionarias y la completa tolerancia de los cr¨ªmenes perpetrados por quienes el Gobierno denomina extrema derecha, grupo que, seg¨²n el testimonio de anteriores miembros del Gobierno y de la Fuerza Armada, est¨¢ integrado en las esferas del poder.
Por otro lado, esa oposici¨®n democr¨¢tico-revolucionaria no es la guerrilla marxista, como la denomina. Estados Unidos para justificar su intervencionismo militar en apoyo del Gobierno actual. Sin negar en la oposici¨®n la presencia y, aun en ciertos aspectos, la hegemonla de grupos de inspiraci¨®n marxista, no puede desconocerse que estemarxismo es abierto y aun no cristalizado y, sobre todo, que en la oposici¨®n militan las m¨¢s poderosas fuerzas democr¨¢ticas del pa¨ªs. Esto ha hecho, por ejemplo, que la Plataforma de Gobierno, asumida hoy tanto por el FDR como por las FMLN, ofrezcan unas perspectivas de direcci¨®n pol¨ªtica interna y exterior, eri lo econ¨®mico y en lo pol¨ªtico, que de ning¨²n modo pueden considerarse como estrictamente socialistas.
No hay, por tanto, en la actualidad tres fuerzas sociales operativas en El Salvador, sino s¨®lo dos. De un lado, la representada por el Gobierno actual, que es responsable por comisi¨®n -o por omisi¨®n de una brutal violaci¨®n de los derechos humanos, que alcanza ya el car¨¢cter t¨¦cnico de genocidio. Y del otro lado, una oposici¨®n que de momento no ve otro camino que responder con las armas a la agresi¨®n armada, a la que se ve sujeta, aunque siga buscando una soluci¨®n pol¨ªtica. El resultado ya lo estamos viendo en -estos d¨ªas. El choque armado se ve¨ªa venir y el enfrentamiento violento va a proseguir. Si no es claro que la oposici¨®n cuente con las armas y con la ayuda militar extranjera suficiente para derrotar a sus oponentes, cada vez m¨¢s armados por Estados Unidos, es, sin embargo, bastante claro que no va a poder ser derrotada, a no .ser que se causen 100.000 o 200.000 muertos, tasa que debiera parecer excesiva hasta a los mismos halcones de Reagan. La capacidad de destrucci¨®n de los grupos pol¨ªticos militares y de las organizaciones de masa es muy grande, y la econom¨ªa del pa¨ª.s no podr¨ªa resistir el destrozo sistem¨¢tico de sus fuentes de riqueza.
Este es, simplificado, el estado de la cuesti¨®n salvadore?a. Por eso es indispensable el di¨¢logo internacional con la oposici¨®n, sin la que el pa¨ªs es ingobernable y que, por el contrario, ser¨ªa capaz de gobernar. Y es indispensable evitar intervencionismos militares extranjeros, que no har¨ªan sino agravar y emponzo?ar una situaci¨®n ya de por s¨ª desesperada. Esto no es una soluci¨®n. Es s¨®lo un aviso. De por medio est¨¢ el dolor inmenso de un pueblo generoso, que sufre y lucha de manera admirable. ?Qu¨¦ buen vasallo si hubiese buen se?or!
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