La "Gu¨ªa del dulce morir", programa de las asociaciones pro eutanasia voluntaria en Europa
Veinte asociaciones procedentes de quince pa¨ªses diferentes se reunieron recientemente en Gran Breta?a para intercambiar sus postulados y experiencias respecto a un ¨²nico tema, la muerte, y una forma de acceder a ella, la eutanasia o dulce morir. Las enfermedades que aquejan al ser humano conllevan un proceso de dolor que en ocasiones hace pensar en una ¨²nica salida por su irreversibilidad. La angustia que origina el suicidio est¨¢ presente todos los d¨ªas (en Espa?a se suicida una persona cada cuatro horas). Sin embargo, los defensores del dulce morir, a¨²n no asociados en Espa?a, se enfrentan a un sinn¨²mero de detractores.
Ning¨²n medio de comunicaci¨®n espa?ol -hasta donde sabemos- ha recogido informaci¨®n acerca de las asociaciones creadas en diversos pa¨ªses de todo el mundo para reivindicar la eutanasia voluntaria. Le Monde, por ejemplo, dedic¨® extensos art¨ªculos a la cuesti¨®n y al debate suscitado por ella. Como en otras ocasiones, el, silencio sobre lo que ocurre m¨¢s all¨¢ de nuestras fronteras ha sustituido a la controversia, seguramente para evitar la inquietud de enfrentarse a algo nuevo. Inquietud en este caso de doble significado, al unirse lo inesperado al problema de la muerte.El hecho es m¨¢s curioso si se recuerda que en Espa?a hay un suicidio cada cuatro horas (2.190 al a?o) y que la cifra, que hab¨ªa descendido entre 1941 y 1973, tiende a subir. Nuestro pa¨ªs tiene a¨²n un ¨ªndice bajo de suicidios, pero el impacto de determinadas tendencias productivas, la macrourbanizaci¨®n, los fen¨®menos de desarraigo y emigraci¨®n y la soledad, entre otros factores propios de las sociedades industrializadas, pueden favorecer la elecci¨®n por la muerte. Ante esta situaci¨®n, el silencio dif¨ªcilmente cumple una funci¨®n, ya que, como dec¨ªa La Rochefaucauld, ?no nos es dado contemplar inmutables ni al sol ni a la muerte?.
Primer congreso
La asociaci¨®n para la eutanasia voluntaria m¨¢s conocida es la brit¨¢nica Exit (Salida), y existen otras similares en Francia, Pa¨ªses Bajos, Jap¨®n, Estados Unidos, Australia... Doscientos delegados de veinte asociaciones pertenecientes a quince pa¨ªses asistieron a un primer congreso internacional, celebrado en Oxford el pasado septiembre. La causa com¨²n es ayudar y defender a quien elige la muerte para huir de lo que se consideran males peores. ?Existe una conspiraci¨®n tendente a condenar a quien ayuda a un incurable, que quiere morir, a huir de su martirio?, dice Delarue l'Ancien, vicepresidente de la Asociaci¨®n para el Derecho a Morir con Dignidad, de Francia.Estas asociaciones se centran, hasta ahora, en el suicidio relacionado con el sufrimiento f¨ªsico, y eso las ha llevado a entrar en conflicto con las instituciones m¨¦dicas. La British Medical Association ha declarado que Exit trivializa peligrosamente el suicidio. Por otra parte, nadie ignora que la mayor¨ªa de los suicidios est¨¢n motivados por estados ps¨ªquicos de angustia y depresi¨®n, un terreno, sin duda, mucho m¨¢s complejo sobre el que trabajar.
El doctor Valent¨ªn Corc¨¦s, psiquiatra, opina al respecto que la muerte es la categor¨ªa que ti?e toda la actividad m¨¦dica. La prolongaci¨®n de la vida hasta l¨ªmites irracionales vendr¨ªa a ser el resultado de un intervencionismo m¨¦dico a ultranza que responde al miedo de este profesional ante la muerte. La reacci¨®n, tanto social como psiqui¨¢trica, frente al suicidio estar¨ªa tambi¨¦n recorrida por este miedo, por la defensa contra los propios deseos de muerte y el temor de no controlarlos.
El doctor Corc¨¦s considera que, por un lado, las asociaciones como Exit ser¨ªan positivas al poner en candelero la cuesti¨®n de la muerte y tratarla al margen de la religi¨®n y la ceremonia; pero, por otro lado, pueden ser negativas si hacen -a partir de los deseos inconscientes del grupo- una filosof¨ªa de la muerte y no de la vida.
La pol¨¦mica m¨¢s fuerte sobre el tema la provoc¨® el anuncio de Exit de publicar un manual para el suicidio. Tal decisi¨®n coloc¨® a esta asociaci¨®n, hasta entonces respetable -entre sus miembros hay abogados, m¨¦dicos y hasta obispos-, en una posici¨®n ilegal, ya que el documento vulnerar¨ªa el Acta del Suicidio de 1961. La gu¨ªa del morir dulce empieza haciendo una llamada de advertencia a no caer en la tentaci¨®n del suicidio si ¨¦sta deriva de una depresi¨®n pasajera o si queda una posibilidad, por m¨ªnima que sea, de seguir con vida. Despu¨¦s se da informaci¨®n sobre los tipos y dosis de medicamentos que se pueden obtener sin receta. La gu¨ªa es contraria a los m¨¦todos violentos de suicidio y no se pronuncia por ninguno de los que recoge.
Ausencia de auxilio
En Espa?a, que tiene en este aspecto una legislaci¨®n similar a la europea, opina el abogado Gerardo Viada que estas asociaciones y sus gu¨ªas ser¨ªan ilegales. El C¨®digo Penal no condena al suicida, pero s¨ª la inducci¨®n o la ausencia de auxilio. La eutanasia ser¨ªa un homicidio. Las penas pueden ir de seis a doce a?os de prisi¨®n, y de doce a veinte si quien auxilia ejecuta el acto. En Francia no se castiga a quien ayuda al suicida porque no hay complicidad criminal en un acto que no es crimen ni delito, pero se condena a quien no asiste a una persona en peligro, lo que viene a ser lo mismo.Los discursos legislativos, m¨¦dicos, psiqui¨¢tricos y religiosos (en especial el cat¨®lico) est¨¢n en cuesti¨®n. Tratan el problema de la muerte como algo natural (es interesante se?alar de paso c¨®mo la muerte violenta se est¨¢ empezando a considerar como natural), pero el suicidio se considera como enfermedad o pecado, con una fobia especial. En el siglo pasado, por ejemplo, se conden¨® a la horca a un suicida frustrado en Inglaterra. En este contexto, las asociaciones citadas se oponen a que la medicina acapare y manipule al enfermo, que muchas veces ya est¨¢ desahuciado, y se proponen a largo plazo que cada persona tenga derecho a disponer de su cuerpo y de su vida y a escoger el medio y momento de acabar con su existencia.
Sistema de sujeci¨®n
Estos discursos se relacionan con el sistema productivo de cada momento de la historia, y en este aspecto, Michel Foucault analiz¨®, en su obra Vigilar y castigar, la evoluci¨®n del sistema penal accidental y el castigo como funci¨®n social. Afirma que el cuerpo se encuentra investido por las relaciones de poder que operan sobre ¨¦l: lo cercan, lo marcan, lo doman, lo someten a suplicio, lo fuerzan a unos trabajos, lo obligan a unas ceremonias, exigen de ¨¦l unos signos. Y a?ade: su constituci¨®n como fuerza de trabajo s¨®lo es posible si se halla prendido en un sistema de sujeci¨®n.Para Foucault, el cuerpo s¨®lo se convierte en fuerza ¨²til cuando es a la vez cuerpo productivo y cuerpo sometido. Y se da el caso de que el cuerpo del suicida no es ni sometido ni productivo: se desmarca tanto de las reglas econ¨®micas como de la arquitectura del poder que configuran las instituciones jur¨ªdica, psiqui¨¢trica, m¨¦dica y religiosa. De todo esto no deber¨ªa deducirse que el suicida es un contestatario al sistema establecido, sino una v¨ªctima del mismo, sometido a las tensiones -siempre dif¨ªciles de dividir- de su historia personal afectiva y del contexto social.
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