"La ¨²nica intervenci¨®n leg¨ªtima de los militares en la vida pol¨ªtica es el ejercicio de su derecho a voto"
El presidente de la Rep¨²blica Portuguesa, general Antonio Ramalho Eanes (46 a?os) es un hombre distante, fr¨ªo, casi triste, al que pocos fot¨®grafos han conseguido coger sonriendo. Pero, sin embargo, es una figura popular que ha ganado dos elecciones; la ¨²ltima, el pasado mes de diciembre, fue considerada como una brillante victoria personal. Desde el inicio de su primer mandato, en 1976, sus entrevistas con la Prensa se cuentan con los dedos de una mano. Parece sincero cuando lamenta y asegura que uno de sus proyectos, es eliminar el muro de burocracia que le rodea sin protegerlo. Eanes no da en absoluto la sensaci¨®n de un caudillo ambicioso y ¨¢vido de poder ni de protagonista de las conspiraciones o jugadas maquiav¨¦licas que le han sido atribuidas. Horas despu¨¦s de haber demostrado su autoridad como jefe supremo de las Fuerzas Armadas portuguesas con el nombramiento del nuevo comandante del Ej¨¦rcito de Tierra, el presidente portugu¨¦s respondi¨® en Lisboa a las preguntas de esta entrevista.
Lo m¨¢s sorprendente de Antonio Ramalho Eanes es tal vez una voluntad de apagarse, que no ser¨ªa, seg¨²n sus adversarios, m¨¢s que una manera de esconder el juego de su ambici¨®n personal. Destila cierta amargura en relaci¨®n al poder pol¨ªtico en general, cuando afirma, sin excluirse de la cr¨ªtica, que su ejercicio vuelve a ?los hombres m¨¢s listos y m¨¢s c¨ªnicos? sin enriquecerlos, ya que les roba ?dimensi¨®n ¨¦tica? y ?tiempo de reflexi¨®n?. Hay amargura tambi¨¦n al constatar las muchas carencias de la poblaci¨®n, el juego de los intereses creados, la lentitud de los cambios, las m¨²ltiples resistencias.A sus ojos, la fuerte participaci¨®n electoral portuguesa, nunca desmentida desde 1975 -en contraste con lo que pasa en Espa?a, por ejemplo-, es se?al de una angustia que ¨¦l mismo siente: ?El pueblo portugu¨¦s sigue sinti¨¦ndose amenazado?.
Pregunta. ?Cu¨¢les ser¨¢n en el futuro las relaciones entre el presidente de la Rep¨²blica, el Gobierno y el Parlamento despu¨¦s de su reelecci¨®n y del nombramiento de Francisco Pinto Balsem?o como primer ministro?
Respuesta. Entre instituciones cuya legitimidad procede directa o indirectamente de la voluntad popular, las relaciones vienen determinadas por la solidaridad democr¨¢tica. Deben basarse en los objetivos comunes de un Estado democr¨¢tico: defender la estabilidad de la democracia pol¨ªtica y la continuidad de las instituciones en el respeto a la legalidad y a las reglas establecidas. Esta solidaridad se impone por encima de las cuestiones coyunturales.
Por mi parte he rechazado siempre todas las tesis, todas las modalidades de enfrentamiento entre ¨®rganos de poder, que considero irresponsables. Creo que se dan todas las condiciones para que este sea el comportamiento normal de todos los dirigentes.
P. ?Considera que el hecho de ser usted el presidente, y Pinto Balsem?o primer ministro, facilitala revisi¨®n de la Constituci¨®n por consenso?
R. A partir de este momento, la cuesti¨®n de la subordinaci¨®n del proceso de revisi¨®n constitucional a la regla del consenso est¨¢ sobrepasada. La revisi¨®n constitucional tendr¨¢ que hacerse no por consenso, sino a partir de la existencia de mayor¨ªas cualificadas, para tener legitimidad.
No creo que nadie pueda defender seriamente que la revisi¨®n constitucional se haga fuera de este cuadro legal sin hacer entrar al pa¨ªs en un proceso de ruptura, cuyas consecuencias son imprevisibles, pero que ser¨ªan seguramente negativas para la democracia en Portugal.
'Prudencia, equilibrio y consenso'
P. ?Considera personalmente ¨²til y oportuna una reducci¨®n de los actuales poderes del presidente de la Rep¨²blica?
R. Es particularmente dif¨ªcil responder a su pregunta, aunque sea invocando una opini¨®n personal. El mensaje que creo haber recibido con ocasi¨®n de la elecci¨®n presidencial es un mensaje de prudencia, de equilibrio, de consenso, que deben ser las bases de nuestra vida democr¨¢tica. Conf¨ªo en la madurez y en la responsabilidad pol¨ªtica de los diputados. No creo que la revisi¨®n constitucional pueda ser utilizada para montar dispositivos precarios y coyunturales. Estoy convencido de que los parlamentarios basar¨¢n sus decisiones en un an¨¢lisis sereno y ponderado de la experiencia pol¨ªtica e institucional acumulada a lo largo de los cuatro ¨²ltimos a?os.
P. Parece existir, en ambas partes, un acuerdo generalizado acerca de la necesidad de un di¨¢logo entre la mayer¨ªa y el Partido Socialista acerca de la revisi¨®n de la Constituci¨®n. La necesidad del di¨¢logo y de la concertaci¨®n ha sido uno de los temas centrales de su campa?a electoral. ?Hasta qu¨¦ punto est¨¢ el presidente de la Rep¨²blica dispuesto a empe?arse en la apertura de este di¨¢logo?
R. Personalmente no tomar¨¦ la menor iniciativa. En un r¨¦gimen democr¨¢tico como el nuestro, el di¨¢logo entre el Gobierno y la oposici¨®n es una cosa normal, natural, lo que me lleva a pensar que el di¨¢logo entre el Gobierno y los partidos que lo apoyan, y el Partido Socialista y sus aliados, no ofrecer¨¢ ninguna dificultad. No veo la utilidad de que medie el jefe del Estado. Naturalmente, si mi intervenci¨®n es solicitada para ayudar a reducir algunas divergencias, tratar¨¦ de corresponder lo mejor posible. Pero no ser¨¦ yo quien tome la iniciativa.
P. En relaci¨®n a la revisi¨®n constitucional y a la definici¨®n del modelo economico, el actual Gobierno no esconde, y Pinto Balsem?o lo declar¨® a EL PAIS, que considera excesivo el papel del sector p¨²blico. ?Cu¨¢l es su opini¨®n?
R. En ¨¦ste, como en los otros dominios, la iniciativa y la decisi¨®n pertenecen, en exclusiva, a los diputados, con la ¨²nica condici¨®n de que las. modificaciones que pretendan introducir sean aprobadas por mayor¨ªas cualificadas. Mi ¨²nica observaci¨®n personal es que considero necesario tener en cuenta las realidades del pa¨ªs y los objetivos que nos proponemos, entre ellos la integraci¨®n de Portugal en la CEE.
'Subordinaci¨®n del Ej¨¦rcito al poder civil'
P. Un tema de gran actualidad es el papel de los militares en la pol¨ªtica portuguesa. Usted afirm¨® durante su campa?a electoral que el protagonismo de los militares en la pol¨ªtica portuguesa no constituye un factor de inestabilidad interna para las fuerzas armadas.
R. Creo que las palabras que me atribuye se refer¨ªan exclusivamente al papel del Consejo de la Revoluci¨®n. En mi opini¨®n, y lo he dicho repetidamente, la ¨²nica intervenci¨®n leg¨ªtima de los militares en la vida pol¨ªtica es el ejercicio de su derecho de voto, como cualquier ciudadano.
Esta concepci¨®n ha orientado mi acci¨®n como presidente de la Rep¨²blica y en el ejercicio de mis funciones militares. Est¨¢n ahora, finalmente, reunidas todas las condiciones para que se establezca la regla de la subordinaci¨®n de las fuerzas armadas al poder pol¨ªtico democr¨¢tico.
P. Utiliza la expresi¨®n ?subordinaci¨®n al poder pol¨ªtico democr¨¢tico?. En una entrevista reciente a EL PAIS, el primer ministro dijo que uno de sus objetivos prioritarios ser¨ªa ?la reintegraci¨®n de las fuerzas armadas al ¨¢mbito del Gobierno?. Hay una diferencia de concepci¨®n detr¨¢s de este lenguaje?
R. No puedo decir si estas afirmaciones corresponden, de hecho, a concepciones diferentes. Pero puedo precisar lo que entiendo por subordinaci¨®n de las fuerzas armadas al poder democr¨¢tico civil. Por un lado, la competencia de alterar la Constituci¨®n pertenece al Parlamento. Los diputados, que disponen de poderes constituyentes, modificar¨¢n el texto de la Constituci¨®n, en lo que se refiere a las fuerzas armadas, por propia iniciativa y en el sentido que consideren oportuno. Creo que, cualquiera que sea la alteraci¨®n que se introduzca, las fuerzas armadas deber¨¢n ser colocadas en la dependencia del Gobierno, del Parlamento -que deber¨¢ aprobar una serie de leyes relativas a la organizaci¨®n de la defensa nacional- y tambi¨¦n del presidente de la Rep¨²blica, pues no ser¨ªa normal que las fuerzas armadas no estuviesen, de una manera o de otra, ligadas al jefe del Estado, que es el representante supremo de la naci¨®n. En mi opini¨®n, estas tres dependencias definen la subordinaci¨®n del poder militar al poder democr¨¢tico civil. Esta subordinaci¨®n m¨²ltiple deber¨¢ ser organizada, a su vez, teniendo en cuenta nuestra propia experiencia hist¨®rica y los modelos existentes en los dem¨¢s pa¨ªses democr¨¢ticos de Europa y, m¨¢s particularmente, en los pa¨ªses de la OTAN.
P. Espa?a y Portugal son dos pa¨ªses europeos que se consideran unidos por lazos hist¨®ricos espec¨ªficos a otros continentes: Africa, Am¨¦rica Latina, mundo ¨¢rabe. ?Tiene alg¨²n proyecto en este campo de las relaciones exteriores?
R. Creo que existen ahora mejores condiciones para dinamizar las relaciones de Portugal con los pa¨ªses africanos, latinoamericanos y ¨¢rabes. En primer lugar, porque hemos salido del per¨ªodo electoral, en el m¨¢s amplio sentido, que domin¨® las acciones de algunos dirigentes pol¨ªticos en el pasado reciente.
La segunda raz¨®n, y la m¨¢s importante, es que se hizo evidente para todos los responsables que Portugal no tiene muchas alternativas para construir una pol¨ªtica exterior coherente, estable y que sirva los verdaderos intereses pol¨ªticos y econ¨®micos del pa¨ªs.
Esta pol¨ªtica debe permitirle al pa¨ªs desarrollar su papel de puente entre los pa¨ªses europeos democr¨¢ticos, a los que pertenece, y los pa¨ªses en v¨ªas de desarrollo, que aceptan una relaci¨®n extensiva de cooperaci¨®n, basada en el respeto y el inter¨¦s mutuos. En la pol¨ªtica exterior deben empe?arse todas las instituciones. Lo ¨²nico necesario es una organizaci¨®n que permita elaborar un plano de acci¨®n concertada, convergente y eficaz. Voy a realizar una serie de visitas, algunas de ellas ya previstas, pero sin fecha fijada. Las prioridades ser¨¢n discutidas con el Gobierno en funci¨®n de los intereses nacionales, as¨ª como la organizaci¨®n concreta de los viajes.
'Las relaciones con Espa?a superan todas las contingencias pol¨ªticas'
P. ?Piensa que las nuevas circunstancias pol¨ªticas portuguesas pueden ser un factor positivo para el desarrollo de las relaciones luso-espa?olas?
R. En mi opini¨®n, el desarrollo de las relaciones bilaterales y multidimensionales entre Espa?a y Portugal son un objetivo permanente que supera todas las contingencias pol¨ªticas. Es una responsabilidad dictada por motivos hist¨®ricos y culturales, reforzada por el reencuentro democr¨¢tico de nuestros dos pa¨ªses y plenamente justificada en el plano econ¨®mico. A los dirigentes de ambos pa¨ªses cabe la responsabilidad, que asumen, naturalmente, de crear las condiciones m¨¢s propicias para el desarrollo de estas relaciones. Se trata de una pol¨ªtica estable, deseada, y que ser¨¢ seguida en el clima de apertura y de cordialidad que debe caracterizarla.
P. Se dijo que Portugal ve¨ªa con recelo la entrada de Espa?a en la OTAN.
R. La posici¨®n de Portugal ha sido de expectativa y de absoluto respeto por la posici¨®n que Espa?a, soberanamente, adopte sobre la cuesti¨®n.
P. ?Piensa que la elecci¨®n del presidente Ronald Reagan afectar¨¢ de alguna manera las relaciones entre EE UU y Europa?
R. Existe y permanecer¨¢ una relaci¨®n de solidaridad, claramente expresada en la Alianza Atl¨¢ntica y en la defensa com¨²n de los valores de la democracia que nos unen. Esperamos, naturalmente, que la cohesi¨®n del bloque occidental se refuerce, dentro del respeto de las reglas que aseguran su estabilidad y su solidaridad, salvaguardando, al mismo tiempo, las condiciones necesarias para seguir buscando soluciones negociadas a los conflictos y asegurando el equilibrio estrat¨¦gico.
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