El asalto de la derecha
UCD es un programa y una particular concepci¨®n del futuro de Espa?a que, por vez primera en nuestra torturada historia, ha acertado a aglutinar buena parte de la derecha m¨¢s vital de la naci¨®n. Y lo dem¨¢s son flores. Tal vez la virtud principal del invento centrista radique en haber sintonizado con la realidad sociol¨®gica del momento actual.En la sociedad desideologizada del ¨²ltimo decenio del r¨¦gimen anterior pasaban por progresistas pol¨ªticos algunas individualidades o peque?os grupos caracterizados por el reaccionarismo m¨¢s radical en cuestiones ideol¨®gicas y morales. Reconocidos y garantizados formalmente las libertades y derechos pol¨ªticos hace dos a?os, aquella contradicci¨®n se hace insostenible.
Personalmente pienso que buena parte de la utop¨ªa centrista reside realmente en hacer posible la s¨ªntesis entre esos dos planos en que los marxistas dividen el mundo de las libertades: libertades formales-libertades reales.
Es evidente que existen otros prismas para ver las cosas. Me lo explicaba hace a?o y medio, en el hotel Villamagna, un activo cr¨ªtico liberal del ejecutivo centrista: ?En UCD estamos liberales, democristianos y fascistas. Deseng¨¢?ate, eso es todo. Los socialdem¨®cratas, fascistas vergonzantes; y el resto, sencillamente fascistas?. Es decir, el progresismo de ayer, hoy reaccionario frente a los fascistas de ayer, hoy progresistas.
?Ser¨¢ posible que este y otros ?criptos? piensen que son diputados por Madrid gracias a la calidad de los votos liberales y democristianos de la capital del Reino? ?No ser¨¢ por la cantidad de esos otros que llaman despectivamente fascistas?
El triste espect¨¢culo que en estos ¨²ltimos meses ha venido dando el llamado sector cr¨ªtico de UCD no es m¨¢s que un intento-desesperado de controlarlos puntos neur¨¢lgicos de UCD, para convertir una moderna opci¨®n de centro en una rancia gran derecha. La cl¨¢sica. La de los libros de la Historia de Espa?a. Pero no aquella por la que UCD recibi¨® el apoyo mayoritario del pueblo espa?ol.
Es normal que existan ideolog¨ªas pol¨ªticas distintas y es tambi¨¦n normal que los ciudadanos que son partidarios de determinados plan teamientos pol¨ªticos se orgenicen y se presenten ante el pueblo soberano para recabar el apoyo de sus ideas. Pero en diferentes partidos.
Lo que parece an¨®malo es intentar hacerse con los votos y esca?os que un partido ha obtenido mediante el viejo truco leninista de hacerse con una estructura existente para luego cambiar su rumbo.
No quiero decir que la organizaci¨®n de UCD set¨¢ perfecta ni que sus formas de gobernar hayan sido las mejores de las posibles. Reconozco que todo empe?o es perfectible y que toda estructura es mejorable. Pero lo que, como miembro de UCD, no puedo admitir impasiblemente es que la excusa de perfectibilidad, torpemente vestida del demag¨®gico lenguaje de ?democracia interna?, sirva para enmascarar ambiciones personales y, lo que es m¨¢s grave, una modificaci¨®n sustancial, ideol¨®gica, del programa de UCD.
Ten¨ªa raz¨®n Paco Ord¨®?ez cuando hablaba, hace unos d¨ªas, en este mismo sentido. Los ?criptos? replicaron con un pobre argumento de descalificaci¨®n personal -?qu¨¦ va a decir Paco, si es ministro...?-. Pero de entonces ac¨¢ Paco ya no es tan ministro y, sobre todo, las consecuencias de la dimisi¨®n de Adolfo Su¨¢rez est¨¢n evidenciando las ganas de ser ministros que s¨²bitamente se han despertado en los cr¨ªticos. ?Necesitamos tiempo para pactar?, dice la Prensa que dijo el se?or. Herrero y Rodr¨ªguez de Mi?¨®n. ?Pactar carteras en el seno del propio partido?
A pesar de todo ello, no creo que el motor del ?cripto-derechismo? sea un puro af¨¢n de poder personal. Estos todav¨ªa compa?eros de partido han tenido ya experiencia de lo ef¨ªmeras que pueden resultar esas situaciones de poder.
De lo que tratan es de recrear un viejo partido derechista siguiendo el necio consejo de un socialista: ?Hagan ustedes la CEDA y cada cual estaremos en nuestro sitio?.
El esquema fundamental de las manifestaciones pol¨ªticas de los cr¨ªticos es siempre el mismo: superada la transici¨®n, legislemos, gobernemos, actuemos como lo que somos, la derecha del pa¨ªs. Dicho de otra manera, y en palabras c¨ªnicas de uno de estos compa?eros: ?UCD nunca debi¨® presentar un proyecto de divorcio. Eso tocaba a los socialistas. A nosotros nos correspond¨ªa dejar que se aproba ra faltando a las v¨®taciones, etc¨¦tera. Entonces los obispos nos pedir¨ªan socorro y, a cambio, podr¨ªamos obtener otras cosas?.
Acusaciones como ?Su¨¢rez est¨¢ incumpliendo el programa de UCD? o pretendidas descalificaciones -?¨¦ste es un desclasado?- no pueden ser m¨¢s reveladoras en este contexto. Caiga lo que caiga, unos cuantos se?ores se est¨¢n encargando de demostrar que, una vez m¨¢s, la rancia derecha del pa¨ªs es incapaz de vivir en democracia porque no puede asimilar el proceso sincero de reformas que es sustancial para la convivencia en Espa?a.
No pretendo ahora defender personas concretas ni sus gestiones. Lo que s¨ª defiendo es la fe de 150.000 militantes que, cada uno con sus luces, creen que es posible aqu¨ª una sociedad m¨¢s libre y progresiva; y que a ella se llega por el reformismo.
Lo que s¨ª defiendo es el patrimonio que cerca de siete millones de espa?oles -166 esca?os en el Congreso de los Diputados- pusieron en manos de una UCD presidida por Adolfo Su¨¢rez hace dos a?os.
Lo que defiendo es la indignaci¨®n que la inmensa mayor¨ªa de los militantes de UCD est¨¢n sintiendo al ver c¨®mo se utiliza el esca?o como elemento de chantaje ideol¨®gico y personal a la hora de una posible investidura.
Lo que defiendo, en suma, es la unidad del primer partido de la naci¨®n, puesta en peligro por lo que la buena gente entiende como elite madrile?a. Porque sobre la estulticia y la paranoia de los causantes de este espect¨¢culo est¨¢ la realidad y el sentido com¨²n de muchos millares de espa?oles que pueden guardar a¨²n en su coraz¨®n una cierta idea de lo que ha de ser UCD, aquel partido que consigui¨® casi siete millones de votos hace muy poco tiempo.
Por esa UCD muchos hemos luchado seria y calladamente; seguiremos haci¨¦ndolo, y ahora con m¨¢s libertad.
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