Los radicales italianos obstruyen la votaci¨®n para la pr¨®rroga de una ley antiterrorista
El peque?o pero agresivo Partido Radical italiano se ha adue?ado del Parlamento desde hace seis d¨ªas. Sus catorce diputados, usando el reglamento que permite en ciertos casos intervenir sin l¨ªmite de tiempo para boicotear la aprobaci¨®n de una ley, llevan hablando ininterrumpidamente 150 horas para evitar que se logre el voto sobre la detenci¨®n preventiva por parte de la polic¨ªa. Se trata de un decreto-ley aprobado dentro de la lucha contra el terrorismo y que el Gobierno desea prorrogar un a?o m¨¢s. El decreto termina el pr¨®ximo d¨ªa 14, si antes no se vota su pr¨®rroga.Para evitar que ca¨ªga el decreto, el Gobierno ha decidido interponer un voto de confianza, pero antes los diputados tienen el derecho de ilustrar las enmiendas presentadas y sin l¨ªmite de tiempo.
Los radicales, que han presentado nada menos que 1.200, est¨¢n haciendo una verdadera exhibici¨®n de oratoria. Consiguen hablar sin interrupci¨®n una media de diez horas cada uno. El r¨¦cord lo ha superado Marco Boato, con quince horas y media, y le sigue Marcelo Crivellini, con doce.
Haciendo la cuenta de los que quedan a¨²n por hablar har¨ªa falta que aguantaran cada uno, por lo menos, diecis¨¦is horas, lo que ser¨¢ muy dif¨ªcil. Ellos lo saben, pero siguen impert¨¦rritos. Su acci¨®n de obstruccionismo es m¨¢s bien de tipo simb¨®lico y de cara a la opini¨®n p¨²blica.
El ¨²nico que no ha hablado ha sido precisamente el miembro m¨¢s ilustre del partido: el escritor Leonardo Sciascia, candidato el pasado a?o al Nobel de literatura. Pero ha demostrado con una declaraci¨®n su solidaridad con el partido, afirmando que no habla ?por incapacidad intelectual y fisiol¨®gica?. Seg¨²n Sciascia, la ley sobre la detenci¨®n preventiva es de tipo fascista e in¨²til, y recuerda que, de las seiscientas detenciones hechas hasta ahora por la polic¨ªa, s¨®lo tres han resultado interesantes.
El espect¨¢culo de estos seis d¨ªas en el Parlamento, es incre¨ªble. La gran aula de la C¨¢mara Baja est¨¢ desierta. Presentes quedan s¨®lo el presidente de turno, un miembro del Gobierno y los empleados del Parlamento, y los oradores que hablan sin desmayo durante diez o doce horas.
L¨®gicamente se imprecaba contra un compa?ero, comunista, hasta que alguien le murmur¨® al o¨ªdo: ?Este se?or ha muerto hace ya m¨¢s de seis meses?. El diputado Luigi Preti, durante uno de los turnos como presidente espiaba con prism¨¢ticos al orador para comprobar que no se apoyara o bebiera algo que no fuera agua. Cuando Marco Boato, despu¨¦s de ocho horas de oratoria, pidi¨® a las tres de la madrugada: ?Por favor, un caf¨¦?, el presidente respondi¨®: ?No lo permite el reglamento: tr¨¢iganle agua, s¨®lo agua?.
El secretario del Partido Radical, Rutelli, se desmay¨® despu¨¦s de dos horas y tuvo que ser conducido a la enfermer¨ªa. El domingo, sobre todo, el Parlamento estuvo vac¨ªo. En las tribunas del p¨²blico estuvo todo el d¨ªa y la noche una s¨®la persona: una joven de cabellos largos y negr¨ªsimos. A un periodista que le pregunt¨® ??Por qu¨¦ no se ha ido mejor al cine?, la joven respondi¨®: ?No existe en Roma un teatro mejor que ¨¦ste ?.
Lo que nadie niega, ni siquiera los m¨¢s cr¨ªticos con los radicales, es que estos personajes est¨¢n demostrando una cultura incre¨ªble y que cada intervenci¨®n representa un verdadero libro de pol¨ªtica.
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