Los neoliberales en econom¨ªa
Se dice que la actual crisis econ¨®mica est¨¢ arrasando con viejas formas de vida y con los principios ideol¨®gicos que las sustentaban. En el caso de la econom¨ªa como ciencia social, este fen¨®meno es bastante evidente.La crisis se ha llevado por delante las anta?o firmemente establecidas ideas keynesianas. En realidad, algunos pensamos que no eran tales, que eran la s¨ªntesis neocl¨¢sica de Keynes, que lo que ¨¦l realmente dijo era otra cosa. Pero esto, con ser cierto, corre el peligro de convertirse en una burda repetici¨®n de lo que ya se hizo con Marx: aparici¨®n de exegetas, escuelas de interpretaci¨®n, an¨¢lisis sem¨¢nticos y qui¨¦n sabe si un psicoan¨¢lisis p¨®stumo al pobre lord Keynes.
Otros han optado por otra v¨ªa. Son los neoliberales (entre los que se encuentran, sin agotarlos, los monetaristas). En mi opini¨®n, la importancia del movimiento neoliberal -tambi¨¦n llamado Nueva Econom¨ªa (como ya lo fue la keynesiana) o de pol¨ªticas de oferta es mayor de lo que podr¨ªa parecer a simple vista. Y ello a dos niveles, acad¨¦mico y social.
Desde un punto de vista acad¨¦mico, representan un intento de superar la antedicha crisis de la teor¨ªa econ¨®mica con una vuelta a los or¨ªgenes prekeynesianos. En s¨ªntesis; la crisis de la econom¨ªa se deber¨ªa a la aplicaci¨®n de unos principios equivocados: los principios keynesianos. Los principales problemas no vendr¨ªan del lado de una demanda efectiva insuficiente, sino de continuas interferencias en el mecanismo del mercado, distorsionando su actuaci¨®n, y como resultado llevar¨ªan a una mala asignaci¨®n de recursos, con la crisis consecuente.
En esta l¨ªnea conectan principalmente con Hayeck -el eterno antikeynes- y con la mejor tradici¨®n de la escuela austriaca; y sus principales centros de ataque ser¨ªan: las pol¨ªticas redistributivas de renta -pol¨ªtica fiscal y de seguridad social-, los controles de pre cios y salarios -Hayeck, en su ¨²lti mo panfleto, recientemente aparecido en Londres, lanza un furibundo ataque a las centrales sindicales, acus¨¢ndolas de originar la crisis por no aceptar flexibilidad salarial- y las intervenciones estatales directas -d¨¦ficit presupuestario, inversiones productivas...-. Es decir, todo aquello que durante un par de d¨¦cadas ha constituido el llamado estado del bienestar, surgido, seg¨²n algunos, de la aplicaci¨®n de las teor¨ªas de Keynes.
El engarce que efect¨²an con el liberalismo filos¨®fico cl¨¢sico es el recurso te¨®rico necesario para dotar a su discurso de cierta validez moral: de nuevo el individuo contra el Estado, la competencia como seleccionador de los mejores, la libertad entendida como ausencia de toda coacci¨®n, llegando incluso al cuestionamiento del mismo concepto de justicia social.
Como se ve, el ataque es coherente en toda la l¨ªnea y con el atractivo de las ideas simples y aparentemente ?nuevas? (fen¨®men o de poner de moda lo antiguo).
Desde el punto de vista social, su importancia no es menor. Baste decir que con estos principios han sido elegidos Margaret Thatcher y Ronald Reagan. En mi opini¨®n, el evidente fracaso de la primera -no ha conseguido ninguno de sus objetivos y la econom¨ªa brit¨¢nica se hunde- llevar¨¢ al segundo (o a su grupo) a moderar en la pr¨¢ctica presidencial las promesas electorales. La elecci¨®n de equipo de Gobierno as¨ª parece confirmarlo.
No obstante, el fen¨®meno est¨¢ ah¨ª. Muchos votantes se vuelven hacia el discurso neoliberal en un intento de buscar soluciones ?nuevas? y desesperadas a su angustiosa situaci¨®n, y muchos intelectuales y economistas parecen dispuestos a d¨¢rsela, bas¨¢ndose en un hecho irrefutable y que curiosamente s¨®lo los marxistas hab¨ªan se?alado reiteradamente: el fracaso del estado del bienestar. Porque bienestar y capitalismo a¨²n no parecen haberse reconciliado.
El car¨¢cter de la crisis
No obstante la loabilidad del esfuerzo neoliberal para ofrecer soluciones a la crisis -en su doble aspecto de la pcl¨ªtica y de la teor¨ªa econ¨®mica-, en mi opini¨®n, su error es de base: diagn¨®stico equivocado.
Ya s¨¦ que es muy viejo el truco de decir esto para eludir el debate. Intentar¨¦ no hacerlo. Mis ¨²nicas limitaciones ser¨¢n las propias y las del espacio period¨ªstico. El intento neoliberal de ?saltarse? a Keynes como una desviaci¨®n equivocada en la ciencia econ¨®mica, me parece err¨®neo y dif¨ªcilmente sostenible. Sin entrar a fondo aqu¨ª, dir¨¦ que comparto la definici¨®n del profesor Rojo cuando dice que Keynes oper¨® una ?ruptura definitiva?, , que es un punto de no retorno. Pensar lo contrario lleva a desfigurar la historia de la crisis del 29 -como hace Friedman- de donde sac¨® sus mayores ense?anzas.
Pero, crisis por crisis, vamos a hablar de la actual. Y empezar¨¦ afirmando algo que puede sonar a obvio, pero no lo es: el car¨¢cter end¨®geno de la misma. Ello significa, como dir¨ªa Schumpeter, que hay que buscar los fen¨®menos econ¨®micos cue explican la din¨¢mica de los ciclos y la crisis. Si ¨¦stas se producen, no es por ninguna injerencia extra?a a la estructura industrial (bien sea el dinero o la actuaci¨®n estatal), como afirman los neoliberales y monetaristas, sino por el propio car¨¢cter de la misma.
Cada crisis se explica por la anterior. A mi entender, liay cuatro factores que fueron puntos esenciales en la recuperaci¨®n y el boom econ¨®mico de la posguerra mundial y que hoy se han convertido en rigideces institucionales que han precipitado al sistema a una nueva crisis. Estos factores son:
A) La conversi¨®n de los trabajadores en el principal mercado de los pa¨ªses capitalistas. Esto conlleva medidas de distensi¨®n social, pero tiene como contrapartida el favorecer la aparici¨®n de potentes sindicatos con voluntad propia. B) La actuaci¨®n decisiva del Estado como palanca del crecimiento -como estimulante y ¨¦l mismo como mercado- que se ha debido a factores objetivos. Sin ella no se hubiera producido el crecimiento. La contrapartida var¨ªa grandemente de unos pa¨ªses a otros, pero se puede sintetizar en burocratizaci¨®n e ineficiencia de un Estado que se convierte de motor de un proceso en freno del mismo, para as¨ª favorecer el crecimiento de la inversi¨®n privad a.
C) Una fuerte oligopolizaci¨®n del mercado y la industria, que puede imponer mayores niveles de productividad y conseguir apoyos estatales. La contrapartida aqu¨ª es clara; precios r¨ªgidos a la baja, ajustes v¨ªa cantidades y control del mercado.
D) Unas materias primas (y energ¨ªa) que se mantienen artificialmente baratas y que han sido el tal¨®n de Aquiles por donde se ha disparado el proceso de desbarajuste ya en marcha.
Porque con tales variables, la din¨¢mica del sistema tiende al desajuste sectorial en funci¨®n del peso institucional, que garantiza apoyos estatales y bancarios de la competitividad internacional, que hunde en Europa a los sectores de industria tradicional incapaces de hacer frente a los nuevos par¨¢metros de costes; del control del mercado para controlar la reordenaci¨®n y finalmente de la capacidad para imponer a los sindicatos una pol¨ªtica que significa, para el conjunto del sistema, paro e inflaci¨®n.
Frente a todas estas realidades estructurales y din¨¢micas, el monetarismo friedmanita no s¨®lo es ineficaz sino contraproducente. En primer lugar, porque la actual inflaci¨®n responde a la estructura misma del aparato productivo, y si bien el reducir la masa monetaria global puede reducir en algunos puntos el ¨ªndice general de inflaci¨®n, no puede detenerla y, en segundo lugar, porque es una teor¨ªa de caja negra que s¨®lo ve el principio y el final del proceso, no el desarrollo de ¨¦ste que es lo importante; es decir, que aunque con medidas monetarias se acabara con la inflaci¨®n, se har¨ªa a costa de acabar tambi¨¦n con la econom¨ªa que la sufre, impidiendo las inversiones necesarias para readaptar el aparato productivo.
?V¨ªas de soluci¨®n?
Hay algo en las cr¨ªticas neoliberales que creo acertado. Su ataque a la ineficacia del Estado contempor¨¢neo. Lo que parecen no darse cuenta es que esto era necesario para no crear una verdadera socializaci¨®n de la econom¨ªa.
Las pretensiones de liberal zaci¨®n del mercado, que en nuestro pa¨ªs reclama incluso una parte de la Izquierda, me parecen importantes. Para una estructura econ¨®m ica obsoleta y abundantes favoritismos, con canales privilegiados de financiaci¨®n a sectores improductivos, con importantes desgravaciones fiscales, abrir la ventana al aire fresco de la clar¨ªdad y la competencia, me parece que puede contribuir a. sanear y mejorar la econom¨ªa espa?ola potenciando el crecimiento de los sectores con futuro y forzando la renovaci¨®n del resto.
Este es el reto que se debe asumir. Liberalizaci¨®n si, pero no la de los neoliberales, con brutales incrementos del paro, sin programas de readaptaci¨®n de la mano de obra. sin control p¨²blico de las nuevas inversiones productivas y con un Estado d¨¦bil, incapaz no s¨®lo de actuar activamente en todo el proceso, sino incluso de cumplir su funci¨®n Iocial de mediador de conflictos.
Integraci¨®n a Europa
En mi opini¨®n, para que la liberalizaci¨®n sea efectiva a nivel social, debe acompanarse de una profunda transformaci¨®n del Estado y su manera de intervenir en la econom¨ªa.
Para ello, resultar¨ªa mucho m¨¢s adecuado concebir un Estado que, como expresi¨®n de las fuerzas sociales en pugna:
- Intervenga dirigiendo la reconversi¨®n industrial mediante una pol¨ªtica de cr¨¦ditos selectivos y condicionados que potencien el crecimiento de los sectores esenciales.
- Elabore un plan de educaci¨®n y reeducaci¨®n de la mano de obra. Aplique una pol¨ªtica de orientaci¨®n y canalizaci¨®n de las inversiones extranjeras.
- Practique nacionalizaciones de sectores base con la idea de competir y estimular al sector privado, limitando la socializaci¨®n de los costes privados.
- Abra la econom¨ªa espa?ola al proceso de integraci¨®n europea, sin descuidar los que han sido mercados tradicionales fuera de dicha ¨¢rea. Desde estas nuevas coordenadas y asumiendo los datos de la realidad y del proceso hist¨®rico recorrido, se podr¨¢ dar un golpe de tim¨®n en la evoluci¨®n de la crisis que nos sit¨²e ante una nueva situaci¨®n nacional e internacional m¨¢s favorable.
Todo esto a un nivel te¨®rico, sigue con el n¨²cleo de las preocupaciones keynesianas, pero dando un paso adelante a partir de ¨¦ste, en la l¨ªnea de redistribuci¨®n de renta y poder que lejos de diluir la conciencia social, como se deducir¨ªa de una aplicaci¨®n de los principios neoliberales, la fortalezca en una perspectiva de cambio hacia la felicidad.
Jordi Sevilla es licenciado en Ciencias Econ¨®micas por la Universidad de Valencia.
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