El urbanismo de Madrid: una historia y una oportunidad
Los municipios del Area Metropolitana de Madrid han ultimado un documento en el que expresan cu¨¢l es la pol¨ªtica urbana y cu¨¢les los criterios y objetivos con que piensan acometer la revisi¨®n del urbanismo madrile?o. Han dado el primer paso en lo que probablemente es la mejor oportunidad de reconducir su futuro urbano.Cuatro millones de personas, un mill¨®n de viviendas, 1.500.000 de puestos de trabajo en industrias, comercios, servicios y Administraci¨®n se congestionan, entremezclan, interfieren y dispersan en el Area Metropolitana. A principio de los a?os cincuenta era s¨®lo Madrid y n¨²cleos rurales en su entorno. Desde entonces se desbord¨® un crecimiento sin precedentes con el que triunf¨® la especulaci¨®n y la r¨¢pida acumulaci¨®n de capital y sali¨® derrotada la ciudad como medio de vida, como lugar de residencia.
Aunque al ver los resultados cueste creerlo, Madrid y el Area Metropolitana dispon¨ªan entonces de un Plan de Urbanismo. Redactado y aprobado por el Gobierno en 1963, el plan daba al sector privado, al promotor-urbanizador, el papel de protagonista, y al Estado, a los ministerios, el de soporte y colaborador eficaz del beneficio privado.
Junto con el plan se cre¨® un ¨®rgano central: la Comisi¨®n de Planeamiento y Coordinaci¨®n del Area Metropolitana (Coplaco), que, suplantando la competencia municipal, deb¨ªa velar por el cumplimiento del plan y asegurar la coordinaci¨®n de las actuaciones de los distintos ministerios. La coordinaci¨®n brill¨® por su ausencia, y los hechos se encargaron de alterar el propio plan.
El plan de 1963 perfilaba el tipo de ciudad que m¨¢s favorec¨ªa a los intereses del capital privado. Densidades fort¨ªsimas, concentraci¨®n industrial, congesti¨®n de las v¨ªas existentes, apoyo incondicional al tr¨¢fico privado, fueron algunos de sus rasgos caracter¨ªsticos, y lo fueron a¨²n m¨¢s de la ciudad que desde ¨¦l se permiti¨®. Sin embargo, al sector privado el plan se le hizo poco y desfasado. En apenas diez a?os estaba reclamado, como urgente, su revisi¨®n. Hasta entonces le hab¨ªa bastado con conseguir que Coplaco y los ayuntamientos, fuertemente condicionados en sus lealtades, adoptasen una postura permisiva y tolerante X les permitiese actuar cambiando o ignorando el plan.
El Gobierno dict¨® el primero de lo que ser¨ªa una larga serie de decreto orden¨¢ndose a s¨ª mismo, a trav¨¦s de Coplaco, la revisi¨®n del plan. Y el plan no se revis¨®, aunque se mantuvo la permisividad.
Con la llegada de los ayuntamientos democr¨¢ticos, la revisi¨®n, del plan adquiere nuevos caracteres de urgencia para el sector privado. Empezaban a soplar vientos nuevos a nivel local, pero a¨²n se manten¨ªa Coplaco, que, aunque no hab¨ªa conseguido hacer su plan, reten¨ªa, anacr¨®nicamente, la competencia formal para hacerlo. Para muchos, la revisi¨®n del plan desde Coplaco pod¨ªa suponer el mantener la pol¨ªtica urban¨ªstica anterior o, al menos, consolidar situaciones de privilegio otorgadas por el plan de 1963. Y pod¨ªa suponer un freno o un contrapeso al tipo de pol¨ªtica urbana que cab¨ªa esperar de los nuevos ayuntamientos.
Pero esa estrategia, conseguir que fuese Coplaco quien revisase el plan general, no funcion¨®, ni por razones t¨¦cnicas ni por razones pol¨ªticas. El Area Metropolitana es mucho m¨¢s compleja hoy que a inicios de los a?os sesenta. Y lo que se le exige al urbanismo como respuesta a problemas ya planteados y a reivindicaciones activas de la poblaci¨®n es tambi¨¦n mucho m¨¢s. Se hab¨ªan volcado cientos de millones de pesetas en estudiar lo estudiable sobre el Area Metropolitana. Pero Coplaco se mostr¨® incapaz de pasar del conocimiento a las propuestas de ordenaci¨®n. No se puede abordar el Area Metropolitana desde un ¨²nico organismo central y aislado de la realidad. Hac¨ªa falta una pol¨ªtica urbana y Coplaco ni la ten¨ªa ni estaba segura de que lo que pudiese salir de sus propios cuadros t¨¦cnicos conviniese a los intereses a los que favorec¨ªa la continua permisividad.
Urbanismo por y desde los municipios
Pol¨ªticamente, los nuevos ayuntamientos no pod¨ªan permitir que fuese Coplaco quien revisase el plan. La revisi¨®n se convirti¨® tambi¨¦n en un objetivo urgente para ellos, pero por razones muy distintas. El plan de 1963 hab¨ªa demostrado ser un grav¨ªsimo obst¨¢culo para una gesti¨®n municipal progresista, en defensa de los intereses de los ciudadanos. El capital inmobiliario y la gran propiedad del suelo se aferraban al plan de 1963, esgrimi¨¦ndolo en defensa de unos pretendidos derechos que s¨®lo pod¨ªan cambiarse si se cambiaba el plan
El conflicto b¨¢sico estaba planteado en t¨¦rminos sumamente claros. Dejar el urbanismo madrile?o en manos de Coplaco significaba retrasos seguros y el riesgo evidente de un urbanismo al servicio de los intereses de siempre. Por el contrario, reivindicar y conseguir un ur banismo por y desde los ayuntamientos significaba poder enfren tarse a esos intereses y orientar la ciudad y su gesti¨®n directamente hacia el bienestar de la poblaci¨®n residente.
Pero no s¨®lo se trataba de un terna de competencias, de hacer el plan desde otro sitio. Se trataba de hacer otro tipo de plan: un plan redactado ?de abajo hacia arriba?, en el que las soluciones metropolitanas surgiesen por la compatibilizaci¨®n solidaria de las propuestas concretas de cada ayuntamiento; un plan redactado desde el examen y soluci¨®n de problemas existentes, haciendo que el crecimiento y las actuaciones futuras no los agraven y contribuyan a resolverlos; un plan de verdades que no sea un marco de sue?os y buenas intenciones, sino que sirva de soporte para una gesti¨®n realista.
Planteado el conflicto inicialmente con la torna de postura del Ayuntamiento de Madrid, los municipios del Area Metropolitana y algunos otros se agruparon en el Consejo de Municipios, y se realiz¨® desde ¨¦l y desde los partidos pol¨ªticos de izquierda una fuerte negociaci¨®n para el rescate de competencias y autonom¨ªa urban¨ªstica municipal.
La confrontaci¨®n condujo a la reciente publicaci¨®n por el Gobierno de un real decreto-ley en l¨ªnea con lo reivindicado por los ayuntamientos, pero que obligaba a la vez a que se llegase a un acuerdo entre las Administraciones central y local sobre las directrices que deb¨ªan guiar la revisi¨®n del plan.
El car¨¢cter ?previo? y ?vinculante? de las directrices llev¨® a algunos a querer convertirlas en el ¨²ltimo baluarte del planteamiento convencional. Hubiera bastado para ello entenderlas como un borrador del planteamiento futuro o, en t¨¦rminos m¨¢s t¨¦cnicos, como un plan director, ven¨ªdo a menos por razones de premura. Seg¨²n esta postura, les quedar¨ªa a los ayuntamientos la labor de ampliar y ?pasar a limpio? las directrices.
Pero para los ayuntamientos las directrices deb¨ªan ser otra cosa. Deb¨ªan asegurar que los planes y, lo que es m¨¢s importante, su puesta en pr¨¢ctica respondiesen a una pol¨ªtica urbana, la suya, y siguiesen los criterios y objetivos fijados por ellos a trav¨¦s del Consejo de Municipios. Dadas las competencias de la Administraci¨®n central, y por el hecho de pertenecer a una misIma realidad metropolitana, las directrices deb¨ªan tener el car¨¢cter de ?convenio? o ?garant¨ªas? mutuamente vinculantes para las Administraciones central y local. Deb¨ªan establecer:
- El procedimiento de compatibilizaci¨®n que asegure que los planes de cada municipio tienen en cuenta y resuelven los conflictos y problemas intermunicipales que puedan surgir por compartir la misma Area Metropolitana.
- Compromisos vinculantes para la Administraci¨®n central en relaci¨®n al tipo, volumen y, sobre todo, est¨ªlo de decisi¨®n, con participaci¨®n municipal, de sus futuras inversiones.
- Compromisos sobre la forma de gesti¨®n del plan o de los distintos planes municipales una vez redactados.
Una oportunidad para Madrid
Con ese enfoque, los ayuntamientos han dado su pr¨ªmer gran paso hac¨ªendo p¨²blica su pol¨ªtica urbana y su forma de entender la revisi¨®n del plan y las directrices. Han establecido su postura frente al futuro. Y, con ello, han abiert¨® una gran oportunidad de reconduc¨ªr el urbanismo madrile?o y lograr una ciudad mejor que ofrezca un cuadro de vida digno
El juego est¨¢ ahora en el terreno de la Administraci¨®n central, de Coplaco. La oportunidad que ahora tiene Madrid depende de c¨®mo asurnan su responsabilidad y del talante con que lo hagan. Esa gran oportunidad podr¨¢ prosperar si aportan el indudable conjunto de conocimiento e informaci¨®n que han acumulado, si entienden claramente el papel que sus inversiones pueden jugar en hacer verdad o boicotear los nuevos planteamientos urban¨ªsticos, si modifican su estilo aislado y distante y utilizan la v¨ªa de los convenios y si, en definitiva, consiguen la coordinaci¨®n, que hasta ahora ha faltado, entre s¨ª y con los ayuntamientos. Es aqu¨ª donde Coplaco puede a¨²njugar un papel clave: convertirse realmente en interlocutor v¨¢lido que exprese, dirija y coordine la actuaci¨®n de la Administraci¨®n central, desarrollando un papel que en teor¨ªa le corresponde y en la pr¨¢ctica ha estado in¨¦dito.
Francisco Fern¨¢ndez Longoria Javier Garc¨ªa Bellido, Eduardo Leira, Jos¨¦ Ruiz de Elvira y Bernardo Yncenga son urbanistas asesores del Consejo de Municipios del Area Metropolitana de Madrid.
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