La tortura
Como polic¨ªas profesionales y como encargados de velar por el cumplimiento de la ley, queremos hacer llegar a la opini¨®n p¨²blica nuestro punto de vista sobre unos hechos que han convulsionado a la sociedad espa?ola.Pudiera parecer que la campa?a tan intensa realizada por la mayor¨ªa de los medios de comunicaci¨®n social, y que ha logrado llevar el tema de la tortura al ¨¢nimo del hombre de la calle, ha supuesto una catarsis interna en los miembros de los Cuerpos de Seguridad, y que junto a la resuelta actuaci¨®n del ministro Ros¨®n y las medidas cautelares acordadas por el juez se podr¨ªa afirmar que hemos sufrido una vacuna que inmuniza de posibles tratos inhumanos.
Es una visi¨®n err¨®nea. No hay vacuna sin anticuerpos. Los anticuerpos que los Cuerpos. de Seguridad necesitan no van a surgir espont¨¢neamente a partir de estos acontecimientos.
Lo primero que hay que preguntarse es si la polic¨ªa es capaz de cumplir su misi¨®n, la que le encomienda la Constituci¨®n, sin recurrir a vejaciones y tortura f¨ªsica y mental.
La sociedad tiene conocimiento de los servicios que los Cuerpos de Seguridad realizan: detenci¨®n de delincuentes, recuperaci¨®n de objetos sustra¨ªdos, esclarecimientos de homicidios, detenci¨®n de terroristas, pero desconoce, o no quiere conocer, c¨®mo se ha conseguido la informaci¨®n precisa que permita que la investigaci¨®n salga adelante, Incluso, no sin cierto triunfalismo, se habla, por los responsables de la polic¨ªa, de que los Cuerpos de Seguridad son eficaces.
Volviendo a los anticuerpos que la polic¨ªa necesita, el primero y principal es el derecho que la sociedad espa?ola tiene de conocer c¨®mo es la polic¨ªa que est¨¢ pagando de su bolsillo. Una confusi¨®n grave, y no por ello infrecuente, es considerar lo accesorio como fundamental, y lo que es esencial como accidental.
Lo esencial, lo que define a los Cuerpos de Seguridad y su raz¨®n de existir, es la defensa de los derechos y libertades de todos los ciudadanos. Obviamente esta misi¨®n tiene una amplia perspectiva de car¨¢cter preventivo que trata de proteger el ejercicio de los dere chos y de impedir o dificultar la comisi¨®n de actos delictivos. Otra vertiente es la represi¨®n de aquellos conductos autosociales que atacan a los derechos individuales o colectivos.
La confusi¨®n viene de la mano de la funci¨®n represiva de los Cuerpos de Seguridad. ?Se pueden vulnerar los derechos que la Constituci¨®n reconoce en su art¨ªculo 15: ?Todos tienen derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica y moral, sin que, en ning¨²n caso, puedan ser sometidos a torturas ni a penas o tratos inhumanos o degradantes?, y que no hace exclusi¨®n ni de los delincuentes ni de los terroristas? ?Es permisible, en aras de la eficacia, transgredir estos derechos con tal de evitar, por ejemplo, un secuestro o un homicidio o un atentado?
La historia de la humanidad ha sido muy larga, hasta llegar a nuestros d¨ªas, ha sido preciso el derramamiento de mucha sangre inocente, hasta conseguir que la ley recoja el derecho a la vida y a la integridad f¨ªsica y mental. El camino ha sido arduo y lleno de dificultades. Que la Constituci¨®n recoja un derecho, no significa que se cumpla, en muchas ocasiones, como es el derecho al trabajo, se trata m¨¢s bien de un deseo, de una meta a la que hay que llegar. Para resolver los problemas, lo primordial es partir de la realidad, sin ambajes ni eufemismos; y la realidad es que existe la tortura.
Sabemos que hacer esta declaraci¨®n va a suscitar crispaciones y no pocos problemas a muchos polic¨ªas. No somos chivatos ni hienas, como se nos acusa; simple y llanamente queremos que la tortura no exista. Conocemos mejor que nadie el colectivo policial, porque formamos parte de ¨¦l, y en raz¨®n de esta posici¨®n privilegiada nos manifestamos.
Deformaci¨®n profesional
Existe una gran deformaci¨®n profesional, debida a la deficiente preparaci¨®n que los polic¨ªas hemos recibido. Los polic¨ªas no somos torturadores; por supuesto que habr¨¢ unos elementos psic¨®patas, pero a ello no es ajena ning¨²n otro cuerpo de la Administraci¨®n del Estado. La existencia de estas personas enfermas no es raz¨®n suficiente para que exista la tortura, son precisas otras circunstancias, jam¨¢s en nuestra preparaci¨®n como polic¨ªas ni en nuestra experiencia profesional se nos ha dicho que debemos ser los primeros en respetar la ley, que en lo que se refiere al trato que se debe dar a los detenidos, es imprescindible el respeto a todos los derechos que la ley se?ala, que una persona es inocente en tanto no recaiga sobre ella sentencia firme en contrario. Esta es una de las ra¨ªces de lo que ocurre.
Por otra parte, y somos muchos los polic¨ªas que hemos prestado servicios en el r¨¦gimen anterior, se nos ha inculcado, con un alto contenido pol¨ªtico, un adoctrinamiento en el que no ten¨ªa cabida gran parte de los derechos hoy reconocidos: libertad de expresi¨®n, libertad pol¨ªtica, derecho de manifestaci¨®n y de huelga, derecho a no declarar, derecho a la asistencia letrada.
Que nadie se llame a enga?o, la promulgaci¨®n de estos derechos no implica que se cumplan. Es necesario arbitrar unos mecanismos para conseguir su cumplimiento. Lo primero y que a¨²n no se ha realizado es adecuar las estructuras policiales a esta nueva situaci¨®n. No se comprende c¨®mo pueden servir las mismas estructuras si, por ejemplo, cualquier detenido tiene el derecho a no declarar.
Si no se adaptan las estructuras y se sit¨²a en los puestos. clave de responsabilidad a profesionales que han asumido la Constituci¨®n, pueden suceder dos cosas, o que la polic¨ªa deje de ser eficaz -el primer d¨ªa que entraron en vigor las normas que posibilitaban la asistencia letrada, s¨®lo pasar¨¢n a disposici¨®n judicial tres personas en Madrid-, o bien que, poco a poco, se vaya transgrediendo aquellas normas que dificultan la labor policial, lo que de hecho ha ocurrido. No nos podemos asombrar, y menos que nadie los responsables de la seguridad ciudadana.
Por favor; lo que no podemos aceptar es que nos digan, por que es desviar el temaque la polic¨ªa ha prestado grandes servicios a la democracia. ?A qu¨¦ se refiere el se?or ministro? ?A que se logr¨® detener a los responsables de la matanza de Atocha, por ejemplo? De nuevo se confunde lo accesorio con lo fundamental. El primer servicio que la polic¨ªa tiene que prestar a la democracia es que su actuaci¨®n sea en todo momento constitucional, que sea la primera en respetar y hacer respetar la Constituci¨®n.
Por eso, porque estamos viviendo continuamente el problema, es por lo que solicitamos de una forma p¨²blica que se llegue al fondo del problema. Corresponde al Parlamento exigir del Gobierno que se adopten todas las medidas necesarias para conseguir que la polic¨ªa pueda ejercer su funci¨®n dentro del ¨¢mbito de la Constituci¨®n. En la situaci¨®n actual, o se incumplen las normas o los Cuerpos de Seguridad ser¨¢n claramente ineficaces con los medios actuales.
Creemos que hasta aqu¨ª llega nuestro deber como espa?oles y como polic¨ªas a partir de este momento la palabra est¨¢ en el Parlamento, y, por cierto, ya no, se puede alegar ignorancia.
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