El Festival de Berl¨ªn apoya al cine suizo

Dicen algunos que el hecho de que aparezcan en competici¨®n tres pel¨ªculas suizas responde al inter¨¦s personal del director del festival, Moritz de Hadein, en apoyar esta cinematograf¨ªa. Siendo ¨¦l mismo de origen suizo, podr¨ªa encontrarse aqu¨ª una primera raz¨®n de ese supuesto. La segunda es, sin duda, la de contraatacar el boicoteo del cine alem¨¢n.

Una de esas tres pel¨ªculas, La provinciana, ha sido ya comentada en estas p¨¢ginas. Se trata s¨®lo de una coproducci¨®n con Francia. Las otras dos, en cambio, son enteramente suizas. La primera, El inventor, de Kurt Gloor, proyectada al principio del festival y recuperada ahora en nuevas proyecciones, cuenta con una muy buena Prensa entre los invitados. A¨²n trat¨¢ndose de una narrativa tradicional y poco imaginativa, el hecho de plantearse como una cr¨®nica pol¨ªtica de los a?os previos a la primera guerra mundial y, en algunos aspectos, incluso de la actitud de la derecha intransigente suiza de nuestros d¨ªas, ha convencido a gran parte de los cr¨ªticos.La an¨¦cdota, por otra parte, tiene cierto inter¨¦s: trata la historia de un campesino obsesionado por peque?os inventos (espl¨¦ndidamente interpretado por Bruno Ganz, a quien tambi¨¦n vimos en La provinciana), que llega a descubrir la rueda de los tanques para acabar con la continua tragedia cotidiana de sus compa?eros, imposibilitados de sacar los carros del fango. Explotado y enga?ado por los fabricantes, el inventor acaba recluido como loco. La ternura y el humor no ocultan en la pel¨ªcula su aspecto principal: el de cr¨®nica de una ¨¦poca y una mentalidad.

La barca est¨¢ llena, de Markus Imhoof, es el tercer t¨ªtulo suizo. La situaci¨®n por la que atraviesa un grupo de refugiados en Suiza, durante la segunda guerra mundial, da pie a un sinf¨ªn de an¨¦cdotas en las que, de nuevo, quiere reflejarse la injusticia de los nazis, la complicidad de muchos supuestos partisanos y la necesidad de no olvidar aquella etapa hist¨®rica. Melodrama muchas veces facil¨®n, tiene, sin embargo, la dignidad del producto bien hecho, bien interpretado. Le falta originalidad y aburre en ocasiones.

Como aburre en el festival la pel¨ªcula norteamericana presentada a concurso, Tributo, t¨ªpico ejemplo de la comedia de nuestros d¨ªas, donde se pretende hacer un an¨¢lisis de la situaci¨®n de los matrimonios separados, de las diferencias de criterios entre padres e hijos, de la belleza y tristeza de la clase media. Producto t¨®pico y sin garra que hizo llorar, no obstante, a quienes todav¨ªa se emocionan con el ternurismo y lo conocido.

Jack Lemmon realiza aqu¨ª, como era previsible, un espl¨¦ndido trabajo interpretativo, aunque cerca tambi¨¦n de la sobreactuaci¨®n. No en vano. la pel¨ªcula est¨¢ a su servicio, y el director, Bob Clark, en este su segundo largometraje (Muerte por decreto fue el primero), no tiene a¨²n capacidad para controlar al genial actor.

Hay estos d¨ªas un ambiente m¨¢s animado, con m¨¢s visitantes, con pel¨ªculas m¨¢s curiosas; pero la sensaci¨®n de que no estamos en el mejor de los festivales de Berl¨ªn es com¨²n a todos.