Radiotelevisi¨®n
ES UN viejo dicho de esta profesi¨®n que los medios no son concluyentes, sino acumulativos. En suma, que la televisi¨®n prima a la radio, y ¨¦sta a los medios escritos. Es una teor¨ªa bastante aproximada, pero indudablemente cierta en las circunstancias que acabamos de vivir en Espa?a.A trav¨¦s de la Cadena SER, y en concreto de Radio Madrid, esta sociedad ha asistido en directo a un golpe de Estado. Es obligaci¨®n elemental rendir homenaje a unos hombres o mujeres que se han expuesto al dejar abiertos unos micr¨®fonos o unas c¨¢maras de Radiotelevisi¨®n que captaron toda la violencia brutal del asalto al Congreso.
No menor elogio se merecen los fot¨®grafos de la agencia Efe que extrajeron de ese Congreso carretes con las fotograf¨ªas que ayer y hoy mismo public¨¢bamos como muestra de tama?a barbarie. P¨¦rez Barriopedro y Manuel Bern¨¢rdez ya tienen para nosotros ganado el Premio Pulitzer de 1981. Dif¨ªcil ser¨¢ que a trav¨¦s de otras c¨¢maras internacionales puedan extraerse en los pr¨®ximos meses tales fotograf¨ªas.
Sea como fuere, es buena hora para rendir tributo a los eternos y verdaderos legionarios de la informaci¨®n. En este caso, a esos hombres o mujeres que han hecho de su propio pellejo menor valor que de sus carretes fotogr¨¢ficos, sus c¨¢maras de video o sus cuadernos de notas manuscritas.
Gracias a la radiotelevisi¨®n el golpe de Estado ha sido retransmitido en directo y la poblaci¨®n de este pa¨ªs ha podido seguir, minuto a minuto, la extorsi¨®n ejercida sobre el Congreso sin mayores alarmas que las precisas. Todo ha quedado en casa -en nuestra propia y preocupante intimidad- gracias a una radiotelevisi¨®n que lo fue para todos. A unos radiot¨¦cnicos, fot¨®grafos y directivos de medios de comunicaci¨®n que en su momento entendieron con claridad que s¨®lo una informaci¨®n pristina, clara, limpia y directa, pod¨ªa devolverles el sabor poco degustado de la democracia.
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