En defensa de un mill¨®n de cazadores
El domingo 1 de febrero apareci¨® en este diario, bajo el t¨ªtulo de ?Miles de animales protegidos son cazados cada a?o durante la temporada cineg¨¦tica?, un art¨ªculo de Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez S¨¢nchez, en el cual se acusa a los cazadores espa?oles y al lcona de ser los responsables directos de la desaparici¨®n de muchas especies protegidas dentro del territorio nacional.Antes de nada quiero aclarar que la lectura del citado art¨ªculo, en un principio, no pas¨® de hacerme sonre¨ªr, pues es tan grande el n¨²mero de incoherencias que en ¨¦l se dan cita que cualquier persona que tenga un poco de idea del tema que se trata quedar¨ªa perpleja ante tales manifestaciones; pero mi preocupaci¨®n fue en aumento a medida que numerosos amigos, lejanos todos ellos al deporte de la escopeta, me preguntaban alarmados sobre la veracidad de tales afirmaciones. El problema se agrava si analizamos la. situaci¨®n de Italia, en donde circunstancias parecidas han creado en la opini¨®n p¨²blica tal reacci¨®n en contra de la caza que posiblemente sea sometida en breve plazo a refer¨¦ndum nacional para decidir si se va a poder o no seguir practicando en suelo italiano el deporte ole la caza.
Me voy a permitir rebatirle brevemente unos cuantos puntos de su art¨ªculo para que sirva de aclaraci¨®n a cuantos se hayan podido formar una idea equivocada con su lectura.
En primer lugar habla usted de los osos. Cierto es que el n¨²cleo principal de ¨¦stos se encuentra enclavado en la cordillera cant¨¢brica; le indicar¨¦ que por tierras de la parte norte de Le¨®n y Palencia tambi¨¦n hay alguno, pero vamos a analizar por qu¨¦ est¨¢n all¨ª. El oso, para su h¨¢bitat y reproducci¨®n, requiere, entre otros factores, de una paz y soledad total, requisitos ¨¦stos que s¨®lo se dan en. esas zonas. ?Cree usted que actualmente se podr¨ªan aclimatar los; osos en la sierra de Guadarrama, donde acuden todos los Cines de semana miles de excursionistas, que no son precisamente cazadores? Le aseguro que no. No obstante, el leona, consciente del problema, ha creado un centro experimental en la serran¨ªa de Cuenca, denominado El Hosquillo, donde varias familias de osos viven en un estado de semilibertad, en el que se les estudia y cuida, habi¨¦ndose conseguido ya que se reproduzcan, y se habla en estos momentos de posibles repoblaciones.
A continuaci¨®n habla de ciertos problemas con los cepos de los conejos en los Quintos de Mora. Sobre este tema, en primer lugar, f¨¢cilmente podr¨¢ comprender que un cepo para un conejo no es capaz de matar a un lince y, caso de que la fatalidad hiciera que alguno cayera en una de estas trampas, con curarle y devolverle la libertad estaba el problema resuelto, y en segundo lugar, decirle que puede estar tranquilo, pues conociendo como conozco personalmente al ingeniero jefe del leona en Toledo, habr¨¢ estudiado a fondo el problema que apunta, d¨¢ndole a buen seguro la soluci¨®n m¨¢s conveniente. Pese a todo, perm¨ªtame que vuelva a hacerle la misma pregunta: ?qu¨¦ tenemos que ver en esto los cazadores?
Seguidamente da usted unos datos que perm¨ªtame que le diga que tienen gracia; as¨ª, por ejemplo, dice que todas las temporadas se matan millones de piezas, que s¨®lo en La Mancha se matan centenares de miles de liebres; que en un buen ojeo unos buenos tiradores f¨¢cilmente cobran miles de perdices y centenares de liebres; si se refiere a otra galaxia, puede ser; pero en el planeta Tierra estas cifras hace ya much¨ªsimos a?os que no se manejan.
Las causas de la disminuci¨®n alarmante de las especies se las voy a enumerar r¨¢pidamente. La mecanizaci¨®n del campo es la responsable de la destrucci¨®n de cientos de nidadas de perdices y codornices; la utilizaci¨®n abusiva de plaguicidas, herbicidas y fertilizantes es la causa de la muerte de miles de aves j¨®venes que han conseguido sobrevivir a las cosechadoras, as¨ª como de igual n¨²mero de liebres y conejos; desapareciendo en la misma medida todas las subespecies que sirven de alimentaci¨®n a las anteriormente citadas y a numerosas rapaces; la concentraci¨®n parcelarla, si bien es buena para la agricultura, es una monstruosidad ecol¨®gica, pues donde cr¨ªan los animales no es en los campos, sino en los barbechos, que est¨¢n desapareciendo por momentos de nuestros campos. Si a todo esto le une el notable incremento del furtivismo, empezara a comprender por qu¨¦ cada vez hay m¨¢s campos muertos y nos dar¨¢ la raz¨®n a los cazadores y pescadores, que no cesamos de pedir que la Guardia Civil y el leona vuelvan a los campos e impongan tales multas que hagan palidecer al m¨¢s atrevido de los furtivos, aunque por ello se nos acuse de fascistas y amantes de la represi¨®n.
Cu¨¢ntas rapaces y avutardas mueren al chocar contra los tendidos el¨¦ctricos; cu¨¢ntas aves no pueden nidificar, dadas las nuevas construcciones que se utilizan hoy d¨ªa; cu¨¢ntos miles de peces mueren como consecuencia de los vertidos t¨®xicos de f¨¢bricas a las que todav¨ªa les resulta m¨¢s barato pagar la multa que se les impone que instalar unos colectores; cu¨¢ntas reses se ven desplazadas de los lugares que han habitado durante a?os para la instalaci¨®n de modernas urbanizaciones. Y de todo esto, ?qu¨¦ culpa tenemos los cazadores?
Para terminar, quiero que comprenda que nadie tiene m¨¢s inter¨¦s que nosotros en que los campos se llenen de vida todos los a?os y que, si no fuera por nuestras gestiones y el leona, har¨ªa ya bastante tiempo que no se ver¨ªa un solo animal por los campos de nuestra Espa?a.
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