La pol¨ªtica econ¨®mica de Leopoldo Calvo Sotelo
La historia es bien reciente. A¨²n resuena en los o¨ªdos, y permanece en sus luces y sombras en la retina. La dimisi¨®n de Su¨¢rez, el 29 de enero de 1981, dio paso al procedimiento de la investidura de un nuevo presidente. El candidato nominado por UCD result¨® finalmente el propuesto por el Rey al Congreso de los Diputados, y tras el episodio del asalto a las Cortes, Leopoldo Calvo Sotelo fue elegido en segunda votaci¨®n. Lo m¨¢s brevemente posible, vamos a tratar de hacer un an¨¢lisis de la pol¨ªtica econ¨®mica planteada por el nuevo presidente del Gobierno.1. M¨¢ximo ¨¦nfasis en la opci¨®n nuclear, en el contexto de un ?PEN actualizado?, en el que seguramente se incluir¨¢n nuevas centrales nucleares, m¨¢s all¨¢ de los once grupos actualmente en construcci¨®n (por un total de 11.465 megavatios) y de los otros tres que en estos momentos se encuentran en la fase de la licencia previa (3.000 megavatios). La influencia de UNESA -acreditada ya en la elaboraci¨®n y discusi¨®n del PEN, y renovada en el tratamiento fiscal y financiero privilegiado para los valores burs¨¢tiles el¨¦ctricos- seguramente alcanzar¨¢ nuevas cotas.
No es extra?o, pues, que Calvo Sotelo mostrase, en su. parca intervenci¨®n en el debate de investidura, el silencio m¨¢s despreciativo para la energ¨ªa solar; como que tampoco aludiese a las posibilidades de ahorro energ¨¦tico. La ¨²nica novedad aparente en este ¨¢rea de problemas es la promesa (pendiente desde los pactos de la Moncloa) de la constituci¨®n de un Instituto Nacional de Hidrocarburos. Pero una idea as¨ª puede convertirse en la t¨ªpica operaci¨®n cosm¨¦tica; al amparo del inevitable ?condicionamiento del Mercado Com¨²n europeo?. Se crear¨ªa una sola empresa estatal, y luego, ?para no establecer discriminaciones en contra de los intereses de la, empresa privada.?, entrar¨ªan en Espa?a las grandes corporaciones multinacionales del petr¨®leo (las ?siete hermanas?: la Exxon, la Shell, la Mobil, etc¨¦tera). Tal vez surja a la postre. la aparente paradoja hist¨®rica de que si un Calvo Sotelo (don Jos¨¦, en 1927) cre¨® Campsa para evitar el monopolio extranjero, otro Calvo Sotelo, don Leopoldo, podr¨ªa reabrir el mercado espa?ol a esos mismos intereses for¨¢neos 55 a?os despu¨¦s.
2. Promesa de una mayor aportaci¨®n del Estado a la financiaci¨®n de la Seguridad Social, sin especificar con qu¨¦ clase de Presupuestos Generales del Estado. Desde luego, seg¨²n todas las apariencias, m¨¢s regresivos de lo que pudimos imaginar en los tiempos -1977- en que se comenzaba la reforma fiscal. Pero aparte de c¨®mo se financiar¨¢ esa recrecida aportaci¨®n estatal -tema b¨¢sico-, tambi¨¦n ha de tenerse en cuenta la Qbservaci¨®n complementaria del se?or Calvo Sotelo, de que se proceder¨¢ a una disminuci¨®n de los tipos, a compensar con el incremento de las bases de cotizaci¨®n. Lo cual puede tener un grave impacto negativo en las peque?as y medianas empresas, precisamente las m¨¢ximas creadoras de empleo y las que de manera m¨¢s acusada padecen ahora la Seguridad Social.
3. La invitaci¨®n a abrir un di¨¢logo con los sindicatos, pero sin ning¨²n compromiso claro de negociaci¨®n. Las ofertas previas no pasan de ser un mero recuento de cuestiones, ya m¨¢s o menos en marcha, o que, en otros casos, son poco prometedoras: formaci¨®n profesional, empleo juvenil, movilidad interprofesional y geogr¨¢fica, disminuci¨®n de la edad de jubilaci¨®n y asistencia al parado. En realidad, tales esas medidas estar¨ªan en la misma l¨ªnea del programa de la CEOE, con la intenci¨®n de facilitar el tr¨¢nsito al despido libre.
4. Planteamientos de moderaci¨®n salarial. El se?or Calvo Sotelo, en su discurso de candidato, lo dijo con claridad meridiana: hay que frenar la inflaci¨®n y reconstruir los beneficios de las empresas. O, a¨²n m¨¢s n¨ªtidamente, UCD tratar¨¢ de acelerar el proceso, iniciado hace tres a?os, asegur¨¢ndose de que los aumentos de productividad vayan por delante de los salarios reales.
Colateralmente habr¨¢ de recordarse que los est¨ªmulos a la inversi¨®n, que de forma tan pr¨®diga se vienen facilitando, se traducen en buena medida en sustituciones de brazos por m¨¢quinas y de cerebros humanos por electr¨®nica. Con ese tipo de inversi¨®n no se crea m¨¢s empleo, sino m¨¢s paro.
En definitiva, la derechizaci¨®n de UCD se refleja en su propio esquema, bien simple, de salida de la crisis: forzar los excedentes, aunque sea con m¨¢s paro, y frenar la inflaci¨®n conteniendo el precio del factor trabajo, pero sin para nada ocuparse de detener las alzas del dinero (encarecido en favor de la banca y de las grandes cuentas corrientes para la reciente liberalizaci¨®n del sistema financiero). Como tampoco puede encontrarse,en la program¨¢tica del se?or Calvo Sotelo ninguna referencia al precio del suelo, que sigue siendo objeto de m¨¢xima especulaci¨®n no obstante lo previsto en el art¨ªculo 47 de la Constituci¨®n.
5. Las promesas de reconversi¨®n industrial est¨¢n haci¨¦ndose desde 1975. Y ahora se reiteran, una vez m¨¢s, sin concreciones innovadoras para los sectores m¨¢s afectados (siderurgia, construcci¨®n naval, textil),Lo que s¨ª se evidencia es la previsi¨®n del futuro otorgamiento -tambi¨¦n en l¨ªnea con las previas propuestas de la CEOE- de mayores facilidades para qu¨¦ las empresas puedan desprenderse de sus trabajadores a trav¨¦s de los expedientes de regulaci¨®n de empleo; otro eufemismo para el despido muchas veces masivo.
6. En los dos sectores actualmente en situaci¨®n m¨¢s cr¨ªtica en la econom¨ªa espa?ola, la agricultura y la pesca, las promesas de Calvo Sotelo fueron decepcionantes. Por un lado, adaptaci¨®n de la reglamentaci¨®n agraria hispana a los reglamentos agr¨ªcolas de las Comunidades Europeas. Sin embargo, no critico la reforma comunitaria de la agricultura, destinada en buena parte a frenar el potencial espa?ol. En cuanto a la pesca, el ahora nuevo presidente se limit¨® a dar por buenos los tratados que a duras penas se van consiguiendo.
La planificaci¨®n de don Laureano
7. Hubo entre las previsiones de la nueva pol¨ªtica econ¨®mica. una considerable referencia a la planificaci¨®n del sector p¨²blico. Pero planteada de tal forma, que no parece vaya a ser otra cosa que un simple programa de inversiones p¨²blicas (el PIP), al estilo de los que ?tan laboriosamente? hizo don Laureano L¨®pez Rod¨® entre 1964 y 1973. Sin m¨¢s consecuencias, por consiguiente, que racionalizar el apoyo desde el Estado al capital monopolista, a trav¨¦s de la presentaci¨®n de compromisos p¨²blicos que no se fijar¨ªan en funci¨®n de los intereses mayoritarios de la econom¨ªa y de la poblaci¨®n activa espa?ola, sino atendiendo a lo que marquen los grandes grupos de presi¨®n, se llamen UNESA, UNESID, ANFAC, CBS, o empresas transnacionales.
En s¨ªntesis, la pol¨ªtica planteada por Calvo Sotelo es coherente con lo que representa su figura en el mundo financiero espa?ol, cada vez m¨¢s dependiente del capitalismo transnacional. Lo regresivo de esa pol¨ªtica se materializa en los puntos ya comentados. Pero igualmente se acusa en la propuesta de disminuir el gasto p¨²blico (en 30.000 millones de pesetas); en la renuncia manifiesta a no dar ni un paso m¨¢s en tres impuestos importantes previstos en la reforma fiscal (sucesiones y donaciones, patrimonio neto y TVA), y en la negativa a asumir la reforma de la empresa p¨²blica para convertirla en una palanca de salida de la crisis.
Modelos extranjeros
Como no pod¨ªa ser menos, en el debate parlamentario de investidura hubo comparaciones internacionales en cuanto a antecedentes y a posibles consecuencias ya visibles de pol¨ªticas liberales co m o la adoptada por Calvo Sotelo (que son en realidad las m¨¢s conservadoras de las dise?ables). Los modelos m¨¢s comparables est¨¢n ah¨ª. El de la se?ora Thatcher, con sus resultados de 2,4 millones de parados, que seguramente llegar¨¢ a tres millones antes de finales de 1981, alcanz¨¢ndose entonces la cota del 12,5% del desempleo, la m¨¢xima en el Reino Unido desde los t¨¦tricos a?os de la gran depresi¨®n.
En cuanto al ?liberalismo econ¨®mico? de allende el Atl¨¢ntico -? m¨¢s al dia?, subray¨® el se?or Calvo Sotelo-, ya conocemos el programa econ¨®mico d¨¦ mister Reagan: reducciones del gasto p¨²blico con supresi¨®n de numerosos subsidios, reducci¨®n del impuesto sobre la renta en un 30% y nueva reglamentaci¨®n de las amortizaciones. Todo ello para forzar los excedentes de las empresas, a lo cual contribuir¨¢ -especialmente en favor de los grandes conglomerados- el aumento de los gastos de defensa, que para 1984 absorber¨¢n el 32% del presupuesto federal, frente al 24% de 1980-1981.
En definitiva, la direcci¨®n que apunta mister Reagan, de favorecer a¨²n m¨¢s el gran capital, ser¨¢ la misma del se?or Calvo Sotelo. Aunque la econom¨ªa espa?ola est¨¢ en una situaci¨®n comparativamente peor, es previsible, y hay que tratar de evitarlo, que en nuestro caso (servata distantia, habida cuenta de las diferencias de escala) se produzca un importante au mento de los gastos militares. Para ello, la UCD habr¨ªa de conseguir hacer entrar a Espa?a en la OTAN antes de 1983, lo cual es otra historia Hasta 1983 falta mucho tiempo. Un tiempo que seguramente no va a trabajar en favor del regresivo programa del se?or Calvo Sotelo, que en pocas semanas, a lo sumo meses, tendr¨¢ su fin en un nuevo ritual de cambios.
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