El diario "El Alc¨¢zar", investigado como posible soporte de ideas sediciosas
Los servicios de informaci¨®n del Ej¨¦rcito y del Gobierno est¨¢n analizando minuciosamente los ejemplares de los ¨²ltimos meses del diario madrile?o El Alc¨¢zar, por si, al margen de los art¨ªculos del colectivo Almendros, impregnados de una evidente filosof¨ªa golpista, el peri¨®dico hubiera podido ser veh¨ªculo transmisor de alg¨²n tipo de consignas.
Uno de los n¨²meros que ha despertado la atenci¨®n de los investigadores es el correspondiente al domingo 22 de febrero, el d¨ªa anterior al intento de golpe de Estado, cuya primera p¨¢gina reproducimos parcialmente. Las dos terceras partes de esta p¨¢gina aparecen ocupadas por una gran fotograf¨ªa del Congreso de los Diputados, totalmente vac¨ªo. Sobre la fotograf¨ªa, un texto insertado en una gran flecha dirigida al centro del hemiciclo, dice: ?Todo dispuesto para la sesi¨®n del lunes?. A su lado, un titular de gran tama?o: ?UCD intensifica su actividad en busca de votos?. Al margen del posible doble sentido del titular, se le puede considerar period¨ªsticamente poco afortunado, porque ese d¨ªa UCD ya no buscaba votos, dado que la investidura por mayor¨ªa simple la ten¨ªa asegurada el candidato con el n¨²mero de votos obtenidos en la sesi¨®n del viernes anterior.Al pie de la fotograf¨ªa figuraba otro texto que pronosticaba que ?En cualquier caso, la victoria del se?or Calvo Sotelo ser¨¢ inestable?.
Especial atenci¨®n merecen los tres art¨ªculos del colectivo Almendros aparecido en esas p¨¢ginas los d¨ªas 17 de diciembre, 22 de enero y 1 de febrero. Todav¨ªa despu¨¦s del ¨²ltimo art¨ªculo de AImendros se publicar¨ªa en primera p¨¢gina uno del teniente general Fernando de Santiago, titulado ?Situaci¨®n l¨ªmite?, que despert¨® gran preocupaci¨®n en el Gobierno. En ¨¦l, junto a afirmaciones descalificadoras del sistema (?Los partiso pol¨ªticos no representan al pueblo en estos momentos?), otras prejuzgan la necesidad de una soluci¨®n salvadora (?Hay que salvar a Espa?a si tenemos conciencia de espa?oles y creyentes?).
Dos d¨ªas despu¨¦s de la publicaci¨®n de este art¨ªculo en las p¨¢ginas de El Alc¨¢zar un redactor de nuestro peri¨®dico pregunt¨® al entonces ministro de Defensa, Agust¨ªn Rodr¨ªguez Sahag¨²n, si el Gobierno iba a adoptar alguna medida en relaci¨®n con el escrito. Rodr¨ªguez Sahag¨²n afirm¨® escuetamente: ?Hoy no puedo decir nada, pero muy pronto habr¨¢ noticias?. Le insisti¨® el redactor si ?muy pronto? quer¨ªa decir horas o d¨ªas, y Rodr¨ªguez Sahag¨²n se limit¨® a reafirmarse en lo anteriormente dicho. Hasta el momento. se desconoce oficialmente la existencia de cualquier actuaci¨®n del Gobierno o del ministerio fiscal respecto al art¨ªculo, pero fuentes solventes aseguran que, en efecto, el fiscal est¨¢ estudiando una querella.
Aunque los planteamientos de Fernando de Santiago tienen coincidencias con el contenido de los art¨ªculos de Almendros -tales como la descalificaci¨®n de los partidos; ¨¦l llama ?situaci¨®n l¨ªmite? a lo que Almendros califica de ?punto cr¨ªtico de no retorno?; ambos estiman que se asiste a la descomposici¨®n de Espa?a- los art¨ªculos de Almendros responden a un planteamiento m¨¢s elaborado, tanto en el plano pol¨ªtico como en el formal. La prosa de Almendros vuela a m¨¢s altura estil¨ªstica, se buscan apoyos doctrinales reconocidos, se ejemplifica con situaciones pasadas de otros pa¨ªses, y cada art¨ªculo supone un paso m¨¢s en lo que se adivina como una estrategia perfectamente planteada.
Se desconoce todav¨ªa qui¨¦nes son las personas que forman el colectivo Almendros, pero hay fundadas sospechas de que se trata de una mixtura civil-militar en la que pudieran estar presentes personalidades pol¨ªticas a la derecha de Alianza Popular, que jugaron relevantes papeles en el franquismo e incluso en la reforma pretendida por Arias Navarro. No se descarta incluso la inspiraci¨®n de alguien que haya participado en el proceso de la ley de Reforma Pol¨ªtica que desemboc¨® en el referendo del 15 de diciembre de 1976. Existe, en este sentido, un p¨¢rrafo muy significativo en el segundo art¨ªculo de Almendros. Refiri¨¦ndose a aquel referendo, se afirma: ?Fue aquella convocatoria la que mayor entusiasmo suscit¨® entre los espa?oles. Y precisamente en aquella oportunidad -lo que no deja de ser sintom¨¢tico- se pronunciaron en contra los pol¨ªticos que presumen de su mayor pedigr¨ª democr¨¢tico?.
El Gobierno
Resulta muy ilustrativo el seguimiento de las tres entregas de Almendros a la luz de lo acaecido los pasados d¨ªas 23 y 24. El primero de ellos (17-12-1980), ?An¨¢lisis pol¨ªtico del momento militar?, se limita casi exclusivamente a la descalificaci¨®n del poder ejecutivo y a afirmar la ?innegable unidad de los cuadros de las Fuerzas Armadas, que a diario se refuerza? en virtud de que, ?al parecer, se ha superado la inicial perplejidad que les supuso la transici¨®n pol¨ªtica?. A la vez que se diagnostica la sintonizaci¨®n de las Fuerzas Armadas con los sentimientos populares, se estima que ?nos encontramos ante la evidencia de que quien no sintoniza con los citados cuadros es el Gobierno?. La ?degradaci¨®n de la situaci¨®n espa?ola? se presenta como dram¨¢tica y se concluye afirmando, que ?en la calle est¨¢ firmemente instalada la urgencia de una soluci¨®n correctora que permita regenerar la situaci¨®n?.
El segundo art¨ªculo (22-1-1980) entra en detalles sobre cu¨¢l ha de ser la soluci¨®n correctora. El t¨ªtulo del art¨ªculo es de por s¨ª elocuente: ?La hora de las otras instituciones?. De la descalificaci¨®n del Gobierno, ahora se pasa a descalificar al Parlamento, a la clase pol¨ªtica y a la Constituci¨®n. ?El ensayo democr¨¢tico ha fracasado?, ?la Constituci¨®n no funciona? y ?esta clase pol¨ªtica ha demostrado carecer de suficiente categor¨ªa moral, necesaria para reconocer sus errores?, afirma Almendros. Se le concede a algunos miembros de la actual clase pol¨ªtica el beneficio de creer en sus buenas intenciones y hasta se desea su recuperaci¨®n para el futuro, pero ?eso es ya s¨®lo posible tras un per¨ªodo discreto de reflexi¨®n que les permita liberarse de compromisos y adherencias anteriores?.
Las otras instituciones
Sentadas estas premisas se expl¨ªcita ya una soluci¨®n: ?Un nuevo y distinto Gobierno de amplios poderes que disponga de las asistencias precisas para resolver con decisi¨®n el relanzamiento de nuestra econom¨ªa, la reducci¨®n del paro, el terrorismo y su incidencia en la vida cotidiana, en la seguridad ciudadana, la razonable reconducci¨®n del proceso auton¨®mico y la reforma de la Constituci¨®n. Ahora bien?, concluye Almendros, ?cuando nadie en el Estado parece desarrollar esa funci¨®n, quiz¨¢ sea la hora, no de apelar a congresos, partidos, Gobierno, de los que nada decisivo puede ya salir, sino a las restantes instituciones del Estado?.
El tercer y ¨²ltimo art¨ªculo, titulado ?La decisi¨®n del mando supremo? (1 -2-1981) -terminolog¨ªa claramente militar-, es continuaci¨®n l¨®gica de los dos anteriores, ya que especifica cu¨¢les son las instituciones llamadas a dar ?el golpe de tim¨®n? y c¨®mo debe ser el ? nuevo y distinto Gobierno?. Se adelanta Almendros a rechazar la soluci¨®n tantas veces apuntada de un Gobierno de coalici¨®n (previsto para afrontar un serio peligro para las instituciones democr¨¢ticas), por estimarlo un paso innecesario, ya que ?a corto plazo instaurar¨ªa la oportunidad para una leg¨ªtima intervenci¨®n de las Fuerzas Armadas?. El Gobierno del que habla Almendros es aqu¨¦l ?que se vea respaldado por las instituciones, cuya fuerza proced¨ª? de su propia condici¨®n (el subrayado es nuestro) y que son las llamadas hist¨®ricamente a garantizar la paz y la subsistencia nacional en los momentos de peculiar delicadeza? Esta descalificaci¨®n de las instituciones basadas en la representaci¨®n popular se concreta en otro momento al afirmar que ?hemos entrado en un tiempo protag¨®nico para el Rey y las Fuerzas Armadas?.
Cerco a la Corona
A partir de esta referencia al Rey, el art¨ªculo se convierte en una especie de cerco a la Corona, a la que se le quiere arrastrar a dar ?el golpe de tim¨®n? y se anuncia que ?estamos en el punto cr¨ªtico, se inicia la cuenta atr¨¢s?. ?La irresponsabilidad pol¨ªtica ha culminado un triste proceso en el que forzosamente se obliga a intervenir a la Corona?. Se le reconoce al Rey autoridad moral sobre los ?sectores m¨¢s inequ¨ªvocamente democr¨¢ticos?, lo que, en opini¨®n de Almendros, ?le concede ahora una gran libertad de acci¨®n para el uso de las facultades de arbitraje que la Constituci¨®n le otorga para accionar hacia la b¨²squeda de la soluci¨®n correctora del reciente proceso pol¨ªtico, cuya herencia no tiene por qu¨¦ sancionar?. A los pol¨ªticos se les recomienda que eludan la tentaci¨®n de "inmovilizar al Rey".Los p¨¢rrafos finales de este art¨ªculo cargan a la Corona con la responsabilidad de afrontar con una situaci¨®n para la que no se le ofrecen nada m¨¢s que dos alternativas, con la velada amenaza de que en una de ellas la Corona se juega su propia supervivencia. ?A partir de la decisi¨®n del Rey?, afirma Almendros, ?se abre ante el pueblo espa?ol una disyuntiva: o un proceso que se precipite en la traum¨¢tica liquidaci¨®n del sistema institucional, por el empe?o de mantener una inequivoca normalidad democr¨¢tica (en cursiva en el original) o la instauraci¨®n de un cambio a la esperanza?, que pasa por la inevitable fase regeneracionista del Gobierno. En otras palabras, parece que aqu¨ª se advierte a la Corona del peligro de verse arrastrada en la ca¨ªda del sistema democr¨¢tico si se comprometiera con el mismo.
El 1 de febrero pasado Almendros hab¨ªa llegado a la conclusi¨®n de que se hab¨ªa entrado ya en un tiempo de ?catarsis personal y social para remontar la mediocre tibieza o la autojustificaci¨®n de la duda de arriesgarse con decisi¨®n en la elecci¨®n de lo que el imperativo patri¨®tico reclama?.
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