Madrid se visti¨® de Carnaval
El viernes por la noche, a las 10.30 horas, los carnavales de Madrid comenzaron en todo su apogeo. Luis Carandell, pregonero de encargo municipal, ley¨® su mensaje a los madrile?os, en un primer intento por convencerles de que la alegr¨ªa debe ganar la calle, de que el asfalt¨® ha de convertirse en un lugar de jolgorio y no de prisas ciudadanas. ?La alegria (...) tiene m¨¢s motivos que nunca para mostrarse en las calles de Madrid ahora que, no sin grandes esfuerzos, la libertad ha sido rescatada. Porque el carnaval es, ante todo la fiesta de la libertad y las tiran¨ªas siempre lo suprimieron o lo miraron con recelo, sabedoras de que, durante su celebraci¨®n el pueblo ten¨ªa oportunidad de expresarse sin limitaciones?.
Y para dar rienda suelta a ese sentimiento de libertad y alegr¨ªa, de alegr¨ªa en libertad, nada m¨¢s acabar el manifiesto festivo de Luis Carandell, charangas y grupos hicieron sonar sus sones para que, a su ritmo, el carnaval diera a Madrid el aire que anta?o le caracteriz¨® y que, sin que nadie sepa explicarse muy bien por qu¨¦, fue perdiciendo en aras de un cosmopolitismo que no le iba.Los madrile?os, pues, pudieron empezar a olvidar ayer tristezas y miedos -eso s¨ª, sin las m¨¢scaras, prohibidas por el Gobierno Civil y entregarse al ritmo ceremonial de la m¨²sica en el baile que los municipes organizaron para ellos bajo la lona de la carpa montada los terrenos del antiguo cuartel del Conde Duque.
Pero la fiesta no termin¨® el viernes. El gran chupinazo carnavalesco, en forma de su gran cabalgata, vino ayer, a las siete de la tarde; comparsas -como las de antes-, charangas -las de siempre-, majoretes -de hoy- formaron junto a las carrozas, un espect¨¢culo que los madrile?os s¨®lo recordaban en forma de fotos con sabor brasile?o o canario.
A partir de ah¨ª, vendr¨¢n las verbenas, con disfraces o sin ellos (amenizadas, oiga, por las afamadas orquestas ... ), los concursos, las representaciones de teatro, los conciertos de jazz. Madrid tendr¨¢, en la carpa del antiguo cuartel del Conde Duque el centro de actividad de sus carnavales.
Tambi¨¦n los barrios, los mil uno en que se ha dividido esta ciudad demasiado grande ya, tendr¨¢n su carnaval. Vallecas, Carabanchel, Vic¨¢lvaro (con su eterna rivalidad con Moratalaz a cuestas), Retiro. Todos tienen su punto de pundonor por conseguir que su carnaval sea el mejor, el m¨¢s bailao, el m¨¢s festejao.
Y, al fin, el punto culminante del carnaval, el Mi¨¦rcoles de Ceniza, ya con la Cuaresma a punto dedar su primer aviso, los madrile?os festivos, con el sayo penitencial desempolvado, ir¨¢n procesionalmente a enterrar la sardina.
Este a?o habr¨¢ doblete en eso de enterrar una sardina. El Ayuntamiento ha organizado su entierro oficial en la plaza Mayor, a las siete de la tarde. Pero los de siempre, los que no quisieron que las libertades que el carnaval promete quedar¨¢n olvidadas, mantuvieron durante a?os su entierro de la sardina, su tradicional, su genuino entierro. Y San Antonio de la Florida se convertir¨¢, un a?o m¨¢s, en punto de partida de ese cortejo f¨²nebre. Ser¨¢ a las cinco de la tarde del mismo mi¨¦rcoles, y la sepultura de la sardina quedar¨¢ en la Casa de Campo.
Hoy, a mediod¨ªa, como gran oportunidad para esa poblaci¨®n infantil que est¨¢ cansada de sentirse relegada a un segundo plano en las fiestas, porque son fiestas de los mayores, la carpa del Conde Duque abrir¨¢ sus puertas de lona a los ni?os con el ¨²nico objeto de que luzcan sus disfraces, inventados o apa?ados, sugeridos o, simplemente, copiados. Al final, los premios repartidos con generosidad pondr¨¢n el punto de ilusi¨®n por participar que los carnavales madrile?os necesitan de los ciudadanos que hoy, todav¨ªa sin derecho a voto, no han alcanzado su categor¨ªa de plenos derechos que ma?ana les espera.
Un a?o m¨¢s, y ¨¦ste como queriendo recuperar la libertad festiva del carnaval, los madrile?os ganar¨¢n la calle para convertirla en algo suyo y no s¨®lo en exclusividad de un estr¨¦s ciudadano que, hasta ayer, ten¨ªa ribetes hechos con galones.
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