Los republicanos y el fallido golpe de Estado
El 23 de febrero de 1981 es un d¨ªa que los espa?oles no podemos ni debemos olvidar y si se quiere de verdad que no vuelvan a repetirse actos de los que tenemos que avergonzarnos todos los espa?oles civilizados hay que analizarlos detenidamente y sin rencores o precipitaciones, actuar con toda energ¨ªa y aplicar la ley de forma inexorable, pues ya va siendo hora de que Espa?a deje de ser, en la mentalidad de los pa¨ªses civilizados y democr¨¢ticos, una naci¨®n sin la suficiente tolerancia y comprensi¨®n para poder compartir con el resto de Europa la defensa de las libertades individuales y colectivas del mundo libre.Hay que decir, y yo lo digo, que los m¨¢ximos responsables del fallido golpe de Estado no son los militares que, faltando a su juramento y a la palabra dada, se sublevan contra la Constituci¨®n y contra la decisi¨®n de la mayor¨ªa del pueblo espa?ol, que quiere vivir en democracia y libertad, sino que los principales responsables son los Gobiernos que nos han regido desde el a?o 1978, y, por supuesto, el jefe del Gobierno, Su¨¢rez, como m¨¢ximo responsable hasta hace poco del Ejecutivo.
Su¨¢rez no solamente no ha tomado las medidas oportunas, durante su mandato, para evitar actos como ¨¦ste, sino que los ha propiciado con su absurda dimisi¨®n (no sabemos los motivos de la misma) en unos momentos en que, debido a los actos terroristas de ETA y a los fallos ¨¦ticos y morales de algunos miembros de las Fuerzas del Orden (caso Arregui), se ha soliviantado la opini¨®n p¨²blica y se ha alentado a los salvadores de turno a tomar decisiones subversivas cuando llevaba el pa¨ªs m¨¢s de veinte d¨ªas sin Gobierno (aunque yo opino que llevamos sin Gobierno dos a?os), y en el momento m¨¢s delicado Para el Estado, tratar de derribarlo, ampar¨¢ndose en la falacia de que contaban con el Jefe del Estado, falsedad que ¨¦l deshizo en su alocuci¨®n en la madrugada del d¨ªa 24, con su presencia en Televisi¨®n.
Yo, que soy y ser¨¦ republicano, digo p¨²blicamente que gracias a don Juan Carlos todav¨ªa tenemos cierta libertad, aunque sea condicionada.
?C¨®mo alcanzaremos la libertad plena? Cuando todos los mandos de las Fuerzas Armadas est¨¦n no s¨®lo comprometidos por la ley en defensa de la Constituci¨®n, sino cuando en su fuero interno sean dem¨®cratas. Para eso hay s¨®lo dos soluciones: relevarles de su juramento y que se retiren, o retirarles el Ejecutivo, pas¨¢ndoles a la reserva.
Si no se hace as¨ª, dentro de poco tiempo volver¨¢n a levantarse y esta vez ser¨¢ en contra de la Constituci¨®n y contra el Rey.
?No es triste pensar que unos quinientos se?ores, no m¨¢s, que tienen a su mando a los espa?olitos llamados a filas, con unas armas que ha pagado todo el pueblo espa?ol, las empleen en sojuzgarle? ?C¨®mo se puede tolerar que el 5% de los espa?oles, si es que llegan a esa cifra, quiera imponer su criterio al 95% del pueblo?
Basta de cobard¨ªas; los militares leales a la Constituci¨®n y a la democracia, que son la mayor¨ªa, deben marginar a los que por apetitos personales quieren dar al traste con unas conquistas que hemos obtenido entre todos.
El Gobierno tiene que actuar con todo rigor y aplicar la ley, y lo mismo que nosotros siempre hemos estado en contra del terrorismo llamado,de izquierda, estamos contra el terrorismo llamado de derecha. Ni uno ni otro tienen cabida en un pa¨ªs civilizado, y si a los terroristas de izquierda se les aplica, la ley Antiterrorista, que se les aplique tambi¨¦n a los de la derecha y no se permita lo que est¨¢ su cediendo, que desde determinada Prensa se glorifica una acci¨®n criminal para todo ciudadano civilizado.
Los republicanos, una vez m¨¢s, hemos demostrado nuestro amor a Espa?a y a la libertad poni¨¦ndonos a disposici¨®n de quien es nuestro mayor obst¨¢culo para conseguir nuestro ideal pol¨ªtico, pensando ¨²nicamente en Espa?a y su libertad, sin pensar en partidismos a ultranza, para as¨ª, con nuestro apoyo, peque?o materialmente, pero grande desde el punto de vista moral, oponernos a una nueva dictadura, que volver¨ªa a sumir a nuestro pueblo en la m¨¢s negra de las tiran¨ªas.
Bien es verdad que el pueblo espa?ol ha reaccionado, aunque tarde, pues esa noche todos debimos actuar y no esperar al d¨ªa siguiente, pues si no hubiera sido por los medios de difusi¨®n, especialmerite la radio y la Prensa (como EL PA?S, que hizo seis ediciones, que se agotaron y que algunos guardaremos como documento hist¨®rico), no s¨¦ qu¨¦ hubiera sucedido. Estos actos nos afirman m¨¢s en nuestro republicanismo, ya que no podemos confiar la defensa de la democracia en una sola persona, en este caso don Juan Carlos, que abort¨® la sublevaci¨®n. De ahora en adelante, los pr¨®ximos intentos, que los habr¨¢, si no se toman las medidas oportunas, ser¨¢n contra la libertad, la democracia, la Constituci¨®n y contra el Rey, como antes apuntamos.
Fuera miedos y pensad todos que cada pueblo tiene el Gobierno que se merece, y si queremos libertad nos la tenemos que ganar a pulso, laborando d¨ªa a d¨ªa y minuto a minuto.
No quiero terminar esta opini¨®n de los republicanos sobre los desgraciados sucesos del d¨ªa 23 de febrero sin resaltar la gallard¨ªa de un general espa?ol, el teniente general Guti¨¦rrez Mellado, que se vio maltratado de palabra y obra por unos subordinados suyos, algunos que, por su edad, podr¨ªan ser sus hijos. ?Vergonzoso! Me record¨® la actitud de otro general espa?ol, el general Llano de la Encomienda, que fue asaltado en M¨¦xico por unos atracadores en las oficinas que ten¨ªa en su capital, y al ordenarle: ?Cara a la pared y brazos en alto?, contest¨®: ?Un general del Ej¨¦rcito de Espa?a ni levanta las manos ni se pone cara a la pared?. Esta actitud le cost¨® un tiro en la cara, pero hizo abortar el atraco.
As¨ª quieren los espa?oles que se comporten sus generales.
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