Lamentable espect¨¢culo atl¨¦tico en el Manzanares
Al vicepresidente del Barcelona, Nicolau Casaus, no le gusta que los pol¨ªticos hagan pol¨ªtica. Pero ya se sabe por qu¨¦: la pol¨ªtica de este pa¨ªs quiere dictarla ¨¦l desde La Mas¨ªa. Su venida a Madrid no tuvo otro objeto que soltar m¨ªtines a trav¨¦s de la radio, la televisi¨®n y los peri¨®dicos. Mejor ser¨ªa que se dedicara a ayudar a gobernar al Barcelona, que buena falta le hace. Alfonso Cabeza -?le voy a decir a usted una cosa, ?mecachis!, que no me quito de encima esta coletilla?-, que presume de apol¨ªtico, ha conseguido movilizar a todo el ?cuerpo diplom¨¢tico? del Atl¨¦tico para que se insulte indiscriminadamente. Fue un espect¨¢culo deprimente.
El partido del Manzanares no tuvo la elegancia que el secuestro de Quin? merec¨ªa. Puestos a poner normalidad en la tarde futbol¨ªstica, el estadio vivi¨® todo lo que de lamentable tiene el espect¨¢culo. Algunos socios, h¨¢bilmente movidos -por quien sea- como en los viejos tiempos, sacaron a relucir toda una serie de desafortunadas pancartas. Todas pasaron por las puertas sin que nadie las controlara. Antes pasaba igual en estos casos, ¨²nicamente se requisaban aqu¨¦llas que no conven¨ªan a los dirigentes. Las pancartas fueron injuriosas para las personas que tomaron asiento en el palco. No se respet¨® la circunstancia del secuestro de Quini. Al jugador barcelonista le recordaron algunos de sus partidarios que antes del inicio entonaron gritos de ?Quini, libertad?, como cuando ped¨ªan, adem¨¢s, amnist¨ªa y ?estatut? de autonom¨ªa.Los seguidores del Atl¨¦tico no consiguieron que la imagen de Cabeza resultara beneficiada. La deterioraron m¨¢s. Algunos socios antiguos estaban pensando en la posibilidad de protestar por aquellas actitudes inciviles de algunos. Hubo gritos al palco, como si los responsables del castigo federativo a Cabeza fueran Tierno Galv¨¢n y Narc¨ªs Serra.
M¨¢s h¨¢bil fue el ministro de Cultura. I?igo Cavero y el secretario de Estado para el Deporte, Hes¨²s Hermida, previo pago de cuatro localidades, vieron el partido desde la tribuna. Seg¨²n Cabeza, al que desgraciadamente le jalean las salidas de tono y con ello no le hacen precisamente un favor, si el ministro quer¨ªa ver el partido deb¨ªa pagar la entrada. Cavero entendi¨® perfectamente el recado. Lo malo ser¨¢ el d¨ªa en que desde el Consejo Superior de Deportes se le reclamen al Atl¨¦tico los millones que debe desde que construy¨® el campo. Entonces, seguramente, habr¨¢ quien interprete que hay una campa?a de persecuci¨®n del Atl¨¦tico. Y la deuda es tan vieja como el propio estadio.
En el Atl¨¦tico se han sacado de quicio los ¨²ltimos acontecimientos. Cabeza dice que se ha quedado con los justos, pero quienes se han ido no son ¨²nicamente pecadores. Cabeza se ha quedado sin junta directiva. Quiere hombres que trabajen por el club, y me parece blen, pero tambi¨¦n debe poner en la, calle a quienes no saben representiar a la entidad. Lo del pasado viernes en la Federaci¨®n no fue exactamente como lo contaron los d¨ªrectivos. Al Atl¨¦tico le sobran exaltados. Le faltan directivos capaces de poner mesura en el club. Y directivos con el suficiente car¨¢cter para orientar al presidente y ayudarle a obtener la serenidad que requiere el puesto.
El pr¨®ximo viernes habr¨¢ reuni¨®n de presidentes de Primera. Tema ¨²nico, las actitudes de Alfonso Cabeza. Para el presidente del Atl¨¦tico comienzan a soplar malos vientos. Sus colegas se le han puesto en contra y en la directiva se est¨¢ quedando demasiado s¨®lo.
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