El evangelio democr¨¢tico de Juan Pablo II
Una vez m¨¢s, una misi¨®n pastoral del papa Juan Pablo II, su viaje a Filipinas, ha tomado un fuerte significado pol¨ªtico. En todas partes, el Papi ?predica el Evangelio?, pero en todo momento aplica sus principios religiosos a las condiciones pol¨ªticas de los pa¨ªses que visita, a los que juzga, en consecuencia, sin ning¨²n temor, aunque con prudencia. As¨ª ha sucedido en todos los pa¨ªses que ha visitado, desde Polonia o Irlanda a Brasil o Filipinas.La doctrina pol¨ªtica del Papa se funda en el ideal cristiano de la igualdad de todos los hombres ante Dios. Como hijos de Dios, todos los hombres, en cualquier parte y en cualquier ¨¦poca, tienen los mismos derechos naturales. El Papa rechaza firmemente la violencia como instrumento para conseguir la justicia, pero exige que a aquellos que padecen la injusticia se les concedan los derechos pol¨ªticos necesarios para la consecuci¨®n de sus justos objetivos.
Independientemente de la ideolog¨ªa de los gobernantes, generales derechistas o generales comunistas, los derechos pol¨ªticos b¨¢sicos deber¨ªan incluir la formaci¨®n de sindicatos libres. En sus juicios sobre el hombre y el Estado, el Papa rechaza esas ?doctrinas de seguridad? que se afirman con prioridad ,sobre los derechos humanos. Todas las organizaciones sociales deben estar al servicio del hombre, y no al contrario.
Si hubiera que definir en una sola palabra la doctrina pol¨ªtica del Papa, la que ¨¦l predica al mundo entero, la ¨²nica palabra adecuada ser¨ªa ?democracia?. Bien consciente o Inconscientemente, el Papa del Este se ha convertido en el ap¨®stol de la democracia. Y el hecho de que sea ¨¦l la figura p¨²blica m¨¢s carism¨¢tica del mundo demuestra la popularidad de los ideales democr¨¢ticos.
Es la democracia, no el comunismo el fantasma que recorre el mundo actual. Pero las democracias nacen y mueren, se derrumban y renacen de forma misteriosa. La democracia, como sistema pol¨ªtico basado en unos conflictos de intereses controlados y regulados, est¨¢ permanentemente en crisis, y hay crisis que pueden resultar fatales.
Actualmente, las democracias tienen tremendas dificultades para asegurar el Gobierno de las naciones. La democracia atrae a todos los pueblos sometidos a un Gobierno totalitario en su ansia de libertad, pero la regulaci¨®n de los conflictos sociales, que surgen en cuanto se impone la democracia, suele resultar de gran dificultad.
Y afecta incluso a las viejas democracias, basadas en contratos sociales que han superado muchas pruebas hist¨®ricas. La eclosi¨®n de los derechos y exigencias de tipo social, caracter¨ªstico de la democracia contempor¨¢nea, sobrecarga al Estado y hace in¨²tiles sus esfuerzos por satisfacer a tantos clientes, conduciendo a la frustraci¨®n, la ira y a conflictos an¨¢rquicos dif¨ªciles de mantener dentro de unos l¨ªmites democr¨¢ticos.
Las m¨¢s j¨®venes democracias -Italia es una y Espa?a es el ejemplo m¨¢s reciente- padecen estas tensiones de forma dram¨¢tica y corren el riesgo de desmoronarse, dejando el camino abierto a un nuevo r¨¦gimen totalitario.
A pesar de estas dificultades, el atractivo que la democracia tiene en la mente de los hombres es hoy m¨¢s fuerte que nunca. Sin ¨¢nimo de ofender, una prueba de ello es el hecho de que hasta incluso la Iglesia cat¨®lica se ha convertido a la democracia, doctrina pol¨ªtica que no ha sido la elegida por la Iglesia durante la mayor parte de su historia.
Hermandad de los hombres
Pero para Juan Pablo II y sus Inmediatos predecesores ha resultado f¨¢cil adoptar la democracia como credo, ya que la democracia est¨¢ profundamente enraizada en la doctrina judeocristiana de la hermandad de los hombres. El que un Papa polaco, que ha pasado la mayor parte de su vida bajo el comunismo, se haya convertido en el mayor ap¨®stol de la democracia de nuestra ¨¦poca no hace m¨¢s que demostrar que la Iglesia ha regresado a sus or¨ªgenes y principios cristianos m¨¢s profundos.
El mensaje del Papa no puede calmar la impaciencia de aquellos cristianos que han acabado pensando que un poco de violencia en uno o dos puntos del mundo puede acelerar la llegada de un mundo cristiano.
Por el contrario, el Papa cree que no hay sistema no democr¨¢tico, sea una dictadura fascista, militar o comunista, que no pueda ser transformado en una democracia por medio de la acci¨®n pol¨ªtica pac¨ªfica. En su apostolado mundial, que ha elegido como su misi¨®n papal, hace el papel de comadrona de la futura democracia mundial.
Resulta una iron¨ªa de la historia que sea precisamente en el pa¨ªs de origen del Papa donde el resurgir de la democracia est¨¦ tan seriamente amenazado, donde los portadores de su mensaje se tengan que enfrentar al m¨¢s absoluto de todos los Estados totalitarios. Pero, ocurra lo que ocurra en Polonia, la 'misi¨®n democr¨¢tica y revolucionaria del Papa no se detendr¨¢.
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