Ni tanto ni tan poco
Ren¨¦ Clair fue uno de los primeros artistas del cine. El hizo digerible el vanguardismo franc¨¦s de los a?os veinte, a?adi¨¦ndole unas gotas de gracia elegante provocada y un toque de tipismo galo inevitable. En sus mejores momentos se acercaba a Chapl¨ªn y a Lubitsch, y en los peores pod¨ªa ser realmente cursi. Hace a?os, el cine franc¨¦s era ¨¦l, pero ahora, cuando se habla del cine franc¨¦s, simplemente se le omite. Renoir, Vigo, Bresson y Becker han acaparado justamente los primeros puestos y ¨¦l ha quedado relegado a un segundo plano. Sin embargo Les grandes manoeuvres (Las maniobras del amor) posee momentos dignos de Lubitsch y su Porte des Lilas (Puerta de las lilas), felizmente vampirizada por la personalidad de Brassens, fue realmente memorable.Su cine parece haber envejecido mal, aunque no tinto como el de Gance, quien, sin embargo, es objeto de un sorprendente redescubrimiento. Sus pel¨ªculas representan lo franc¨¦s en estado puro, y esto las perjudica en momentos de exaltaci¨®n desmedida de lo anglosaj¨®n como los que vivimos. Si Renoir, Vigo, Bresson y Becker a¨²n conservan un buen puesto en el hit-parade actual de los cl¨¢sicos, quiz¨¢ se deba a los numerosos elementos que alejan sus pel¨ªculas de la representaci¨®n t¨®pica y admitida de lo franc¨¦s.
Lo que est¨¢ claro es que Clair era un esp¨ªritu libre, agudo e ingenuo. Esto ¨²ltimo lo prueba el hecho de que propusiera a Brassens para la Academia Francesa, invitaci¨®n que el mayor poeta del siglo declin¨®, objetando la presencia de militares en dicha instituci¨®n.
Hace pocos a?os, Ren¨¦ Clair estuvo en Madrid y su presencia no despert¨® el inter¨¦s que merec¨ªa. Las modas son casi siempre crueles y olvidadizas. Un audaz y din¨¢mico caballero de la Prensa se dign¨® conceder unos minutos de su preciado tiempo a Clair, minutos que aprovech¨® para llamarle reaccionario por haber perdido su tiempo y su vida en rodar ?comedietas rom¨¢nticas, sobadas historias de amor?. Clair dijo que no conoc¨ªa, por el momento, un tema m¨¢s revolucionario que el amor y, muy dignamente, dio por finalizada la entrevista. Mi cerebro estall¨® en un aplauso incondicional. Poco despu¨¦s, tan perspicaz reportero lleg¨® a presidente. Pero no se inquieten: s¨®lo a presidente de no s¨¦ qu¨¦ asociaci¨®n de escritores de cine, o algo as¨ª.
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